jueves, 3 de marzo de 2016

JUAN DE DIOS RIVAS VELÁSQUEZ, EL DEBER SAGRADO DE CUIDAR, PROTEGER Y ATENDER A PADRE Y MADRE

El aumento de la esperanza de vida, asociado fundamentalmente a los avances biomédicos y a las mejoras en las condiciones de vida, es un hecho que caracteriza la demografía actual de las sociedades desarrolladas y es la causa fundamental que está produciendo en las mismas un notable envejecimiento de sus poblaciones. 

Es éste un fenómeno en sí positivo, pues es indicador claro del avance y desarrollo de las civilizaciones, pero que no deja de encerrar algunas falencias y sombras para las que hoy en día todavía no se tienen demasiadas soluciones en Venezuela. Es importante que la familia del adulto mayor participe, colabore y asuma su responsabilidad en el cuidado y atención del familiar y en especial de la madre y el padre.

Desde el ámbito de la salud, uno de los aspectos derivados del incremento de la esperanza de vida que más nos preocupan, tanto a los propios individuos que envejecen –que somos todos–, como a los responsables de la planificación y gestión de los recursos, es el aumento del número de personas que presentan pérdidas progresivas de capacidad funcional y llegan a necesitar cuidados y atención de larga duración. Quizás, de las situaciones que desembocan en la pérdida de la independencia personal, unas de las más alarmantes sean las enfermedades cerebrales degenerativas causantes de síndromes de deterioro cognitivo o demencia. Por un lado, se ha de tener en cuenta su dimensión cuantitativa, cuya incidencia se cifra entre un 5 y un 10% de las personas mayores de 65 años, al ser la edad el factor de riesgo más documentado de las demencias degenerativas. Por otro lado, no se debe ignorar la severidad de las discapacidades que estas enfermedades provocan en la persona, la cual se ve inmersa en un progresivo deterioro de sus facultades mentales y físicas, así como en una necesidad progresiva de cuidados, que la mayor parte de las veces han sido y debe ser proporcionadas “sin escusas” exclusivamente por su familia.
Hay que tener en cuenta, por otra parte, un nuevo fenómeno que, no porque sea emergente, hay que restarle importancia, tanto en su dimensión cualitativa como en la cuantitativa. Se trata del número de personas con discapacidad intelectual que también han visto alargada su esperanza de vida y que comienzan a experimentar, a una edad más temprana que el resto de la población, procesos demenciales. Pero, apartando las lecturas negativas de este tipo de situaciones, una de las reflexiones más escuchadas en las últimas décadas en distintos foros relacionados con el estudio del envejecimiento, es la que se señala que “no basta con dar años a la vida, sino que hay que dar vida a los años”. Este lema sintetiza el camino que hoy orienta gran parte de la investigación y del desarrollo de intervenciones aplicadas en el campo de la gerontología y en el de la discapacidad, es decir, la búsqueda de la mayor calidad de vida en el proceso de envejecer. Afortunadamente, esta reorientación en los objetivos de intervención está llegando también al ámbito de las enfermedades degenerativas cerebrales, desterrando poco a poco posiciones excesivamente pesimistas y en raizadas en un profundo y desalentador nihilismo terapéutico. Así pues, se observa que desde el tradicional modelo médico que basaba la salud en la ausencia de enfermedad y centraba exclusivamente el concepto de rehabilitación en la recuperación de la función dañada, se avanza hacia un modelo de intervención más globalizador, basado en entender la salud ya no como ausencia de enfermedad sino como bienestar bio-psio-cosocial, tomando fuerza el modelo de intervención psicosocial que pone el énfasis en objetivos en estrecha relación con el concepto subjetivo de calidad de vida cuya responsabilidad debe recaer en la familia y el estado “cuando la familia no existe o está impedida” sujeto de responsabilidad colectiva y constitucional.
El propósito de esta reflexión es guiar una toma de conciencia que evite a las familias problemas humanos, judiciales y querellas familiares. Esta publicación no es otro que proporcionar a los venezolanos un llamado de atención sobre el abandono de los adultos mayores y a los profesionales que desarrollan su labor en dispositivos de atención a personas mayores o con discapacidad y que presentan deterioro cognitivo o demencias, es un alerta que da La Fundación Instituto de Jubilados y Pensionados de Venezuela “INPRES JUBILADOS Y PENSIONADOS” y que tenemos el interés y el mandato moral y ético de proteger a todos los adultos mayores en el ámbito de la intervención para el desarrollo de programas de estimulación cognitiva, salud y bienestar social.
INPRES JUBILADOS Y PENSIONADOS introdujo el 29 de febrero de 2016 en La Asamblea Nacional “AN” una Propuesta de Ley del Sistema de Seguridad Social de Jubilados, Pensionados y Adultos Mayores. Esta Ley innova, moderniza, incorpora reivindicaciones del primer mundo y regula un amplio concepto social de protección, amparo y servicios para loa adultos mayores de hoy y mañana. Es evidente que el estado y los parlamentos venezolanos no se ha preocupado por sus adultos mayores y se ha dedicado “desde hace 50 años” a evadir su responsabilidad con “con pañitos de agua tibia” y dadivas miserables.
Llego la hora de LA SEGURIDAD SOCIAL INTEGRAL y toda Venezuela debe ser solidaria.
Juan de Dios Rivas Velásquez
rvjuandedios@gmail.com
inpresjubiladosypensionados@gmail.com
@rvjuandedios
Solidaridad Independiente

Caracas - Venezuela  

No hay comentarios:

Publicar un comentario