El aumento de la esperanza de vida, asociado
fundamentalmente a los avances biomédicos y a las mejoras en las condiciones de
vida, es un hecho que caracteriza la demografía actual de las sociedades
desarrolladas y es la causa fundamental que está produciendo en las mismas un
notable envejecimiento de sus poblaciones.
Es éste un fenómeno en sí positivo, pues es indicador claro del avance y desarrollo de las civilizaciones, pero que no deja de encerrar algunas falencias y sombras para las que hoy en día todavía no se tienen demasiadas soluciones en Venezuela. Es importante que la familia del adulto mayor participe, colabore y asuma su responsabilidad en el cuidado y atención del familiar y en especial de la madre y el padre.
Desde el ámbito de la salud, uno de los aspectos
derivados del incremento de la esperanza de vida que más nos preocupan, tanto a
los propios individuos que envejecen –que somos todos–, como a los responsables
de la planificación y gestión de los recursos, es el aumento del número de personas
que presentan pérdidas progresivas de capacidad funcional y llegan a necesitar
cuidados y atención de larga duración. Quizás, de las situaciones que
desembocan en la pérdida de la independencia personal, unas de las más
alarmantes sean las enfermedades cerebrales degenerativas causantes de
síndromes de deterioro cognitivo o demencia. Por un lado, se ha de tener en
cuenta su dimensión cuantitativa, cuya incidencia se cifra entre un 5 y un 10%
de las personas mayores de 65 años, al ser la edad el factor de riesgo más
documentado de las demencias degenerativas. Por otro lado, no se debe ignorar
la severidad de las discapacidades que estas enfermedades provocan en la
persona, la cual se ve inmersa en un progresivo deterioro de sus facultades
mentales y físicas, así como en una necesidad progresiva de cuidados, que la
mayor parte de las veces han sido y debe ser proporcionadas “sin escusas”
exclusivamente por su familia.
Hay que tener en cuenta, por otra parte, un nuevo
fenómeno que, no porque sea emergente, hay que restarle importancia, tanto en
su dimensión cualitativa como en la cuantitativa. Se trata del número de
personas con discapacidad intelectual que también han visto alargada su
esperanza de vida y que comienzan a experimentar, a una edad más temprana que
el resto de la población, procesos demenciales. Pero, apartando las lecturas
negativas de este tipo de situaciones, una de las reflexiones más escuchadas en
las últimas décadas en distintos foros relacionados con el estudio del
envejecimiento, es la que se señala que “no basta con dar años a la vida, sino
que hay que dar vida a los años”. Este lema sintetiza el camino que hoy orienta
gran parte de la investigación y del desarrollo de intervenciones aplicadas en
el campo de la gerontología y en el de la discapacidad, es decir, la búsqueda
de la mayor calidad de vida en el proceso de envejecer. Afortunadamente, esta
reorientación en los objetivos de intervención está llegando también al ámbito
de las enfermedades degenerativas cerebrales, desterrando poco a poco
posiciones excesivamente pesimistas y en raizadas en un profundo y desalentador
nihilismo terapéutico. Así pues, se observa que desde el tradicional modelo
médico que basaba la salud en la ausencia de enfermedad y centraba
exclusivamente el concepto de rehabilitación en la recuperación de la función
dañada, se avanza hacia un modelo de intervención más globalizador, basado en
entender la salud ya no como ausencia de enfermedad sino como bienestar
bio-psio-cosocial, tomando fuerza el modelo de intervención psicosocial que
pone el énfasis en objetivos en estrecha relación con el concepto subjetivo de
calidad de vida cuya responsabilidad debe recaer en la familia y el estado
“cuando la familia no existe o está impedida” sujeto de responsabilidad colectiva
y constitucional.
El propósito de esta reflexión es guiar una toma de
conciencia que evite a las familias problemas humanos, judiciales y querellas
familiares. Esta publicación no es otro que proporcionar a los venezolanos un
llamado de atención sobre el abandono de los adultos mayores y a los
profesionales que desarrollan su labor en dispositivos de atención a personas
mayores o con discapacidad y que presentan deterioro cognitivo o demencias, es
un alerta que da La Fundación Instituto de Jubilados y Pensionados de Venezuela
“INPRES JUBILADOS Y PENSIONADOS” y que tenemos el interés y el mandato moral y
ético de proteger a todos los adultos mayores en el ámbito de la intervención
para el desarrollo de programas de estimulación cognitiva, salud y bienestar
social.
INPRES JUBILADOS Y PENSIONADOS introdujo el 29 de febrero de 2016 en La Asamblea Nacional “AN” una Propuesta de Ley del Sistema de Seguridad Social de Jubilados, Pensionados y Adultos Mayores. Esta Ley innova, moderniza, incorpora reivindicaciones del primer mundo y regula un amplio concepto social de protección, amparo y servicios para loa adultos mayores de hoy y mañana. Es evidente que el estado y los parlamentos venezolanos no se ha preocupado por sus adultos mayores y se ha dedicado “desde hace 50 años” a evadir su responsabilidad con “con pañitos de agua tibia” y dadivas miserables.
Llego la hora de LA SEGURIDAD SOCIAL INTEGRAL y toda
Venezuela debe ser solidaria.
Juan de Dios Rivas
Velásquez
rvjuandedios@gmail.com
inpresjubiladosypensionados@gmail.com
@rvjuandedios
Solidaridad
Independiente
Caracas -
Venezuela
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