El pasado fin de
semana pasó un acontecimiento muy interesante, tanto que llegó a ser trending
topic en la red social twetter. Tal vez , es un asunto que parece banal, pero
en mi criterio sociológico, merece un comentario: Resulta que la sindicalista
Marcela Mazpero –les cuento-, le envió
una fotografía al periodista Nelson Bocaranda, donde aparece una hermosa
camioneta blanca, marca Hummer, estacionada en una calle. Mazpero denuncia
que la misma es del filósofo Miguel Ángel Pérez Pirela, ancla del canal ocho,
quien conduce el programa “Cayendo y Corriendo”.
Uno acepta, que en una sociedad de consumo, capitalista y
donde los bienes circulan y se disfrutan con normalidad, sea entendible “que
cualquier cristiano trabajador, afortunado
o sortario compre y use lo que le de la gana y su bolsillo aguante”.
Pero, en el caso de un sujeto que trabaje en alguna institución gubernamental y de repente posea un vehiculo
costoso de más de 75 mil dólares, y además sus ingresos son muy limitados, pues
no hay que ser un contador graduado en la Universidad de Harvard para llegar a
la conclusión, que es imposible obtener
un bien tan costoso; ni inmuebles, ni nada y menos en la situación deprimida
que se vive en Venezuela. Y por supuesto, la gente en la calle comienza decir
lo que piensa. Ustedes saben.
Inmediatamente, las
redes sociales explotaron y comenzaron a
pedirle cuenta al joven revolucionario, que todas las tardes hablaba de su
condición revolucionaria; que se rasgaba las vestiduras recordando al Ché Guevara y se enredaba la lengua criticando a
la gente con apellidos de gran cacao y que si tienen esto y son dueños de
aquello.
Yo particularmente,
con toda le decencia y respeto del mundo le dije a Pérez Pirela vía twetter,
que no entendía cómo un revolucionario, recién llegado a Venezuela y
proveniente de familia pobre en Maracaibo, tenga una hummer y por supuesto, considerando su condición anti
estadounidense, pues termine paseando dentro de un vehículo tan ostentoso.
Bueno, el hombre no lo pensó dos veces y
bloqueó mis opiniones, enviándome a la papelera.
El caso de Pérez
Pirela llama la atención. Pero es un pingüe caso delante de otros ejemplos muy
vulgares, que requieren atención urgente de parte de la Contraloría.
Lamentablemente, aquí en Venezuela no hay organismo que vigile a los
funcionarios y efectúe trabajos de contraloría,
para hacer seguimiento a ministros que han estado rotando sobre el
manejo de negocios y mucho dinero, en un espacio de 17 años. Nadie vigila a
ministros con súper cuentas bancarias en el extranjero, nadie revisa las
fortunas de la familia del extinto ex
presidente Chávez, nadie elabora una investigación sobre un gobernador con
yates, inmuebles y plata en ultramar: nadie.
Es decir, que muchos
funcionarios poseen bienes que nunca en su vida tendrían si hubiesen seguido
trabajando en lo que hacían,”Tuvieron la suerte de ponerle mano al dinero
público y aprendieron a usar las dos manos para cambiar el destino de sus
nietos, como si un hada madrina le hubiese tocado la puerta”-opina mi
abuelita-.
¡Ay, si yo tuviera un
hada madrina le diría que me gustaría tener una camioneta Hummer!
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
Anzoategui -
Venezuela
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