¿VOLVER?
"Solo pueden
volver los que se han ido,
Y en suelos del
destierro han sepultado
recuerdos, anhelos y
pasados…
¡Yo no puedo volver,
yo no me he ido !"
La diáspora
cubana--no el exilio que ni se rinde ni se vende--anda una vez más revuelta por
estos días con noticias, anuncios comerciales, declaraciones, rumores y
recriminaciones sobre cruceros en lujosos barcos para visitar la cápsula de
tiempos arcaicos, miseria económica y ruina moral creada por los diablos de
Birán en la otrora Perla de las Antillas.
Las condiciones para
esas excursiones son vejaminosas y excesivamente onerosas. A muchos se les
niega el derecho a viajar por el sólo hecho de haber nacido en Cuba. Quienes
reciben el permiso del régimen para viajar se ven obligados a pagar cantidades
varias veces superiores a las pagadas por cruceros similares en la misma área
del Mar Caribe. Pero nada de eso parece molestarle a gente que padece de una
dosis masiva de frivolidad, una absoluta falta de sensibilidad y una supina
ignorancia sobre las condiciones precarias en que vive el cubano de a pie, que
constituye la mayoría de nuestra población.
Por otra parte, ni me
molesta la conducta ni perderé el tiempo analizando las razones de los
extranjeros que participen en estas excursiones. Su ignorancia está, hasta
cierto punto, justificada y nadie suda ni sufre los dolores ajenos. Mi condena es
contra aquellos viajeros que han mentido para lograr un estatus de exiliados
que no merecen y aquellos que crecieron en el exilio escuchando el relato de
padres que sufrieron persecución y despojo por parte de la tiranía. Pero mi
condena más enérgica la reservo para esa minoría de viajeros que, habiendo
perdido su juventud en las cárceles castristas y habiendo sufrido la pérdida de
fortunas bien habidas, se someten a la indignidad de pedir premiso para visitar
la patria a la que tienen derecho por el solo hecho de su nacimiento.
Confieso que me
cuesta trabajo encontrar las razones por las cuales esta gente se somete a
tamaña humillación. Tengo que pensar en que tienen un concepto totalmente
equivocado de la patria y en que su patriotismo se expresa en tendencias
hedonistas, conceptos simplistas y conductas ridículas. Pienso que confunden a
la "esbirra" de Omara Portuondo con el portento de patriotismo que
fue nuestra cubanísima Celia Cruz y que se emocionan oyendo una tonada del
Buenavista Social Club como si escucharan el Himno Nacional Cubano. Pienso que
cuando se llenan la panza de frijoles negros y se beben un daiquirí en El
Floridita se sienten émulos de Antonio Maceo y herederos de José Martí.
El problema para
estos infelices es que su forma de mirar la patria y de expresar el patriotismo
están totalmente divorciados de la realidad histórica. Quizás la frase más
lapidaria de Maceo fue: "La libertad no se mendiga. Se conquista con el
filo del machete". Y nadie es más mendigo que quien pide permiso para
visitar su patria.
Como hombre de letras
y virtuoso de la palabra, Martí fue mucho más lejos. En su artículo: "La
republica Española ante la Revolución Cubana", de 15 de febrero de 1873,
Martí escribió: "Patria es algo más que opresión, algo más que terreno sin
libertad y sin vida, algo más que derecho de posesión a la fuerza. Patria es
comunidad de intereses, unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión
dulcísima y consoladores de amores y esperanzas". Un concepto totalmente
distinto de la Cuba de los últimos 57 años, que todavía perdura y que estos
viajeros ayudan a prolongar apuntalando a los tiranos.
Esa es la Cuba que yo
no visito y no visitaré jamás en papel de turista mientras exista la tiranía.
Ningún cubano que se respete ni que tenga claro el concepto de la patria puede
ir a nuestra isla encadenada que no sea con el objeto de combatir a quienes la
oprimen. Si ya resulta difícil combatirlos con las armas en la mano, tenga por
lo menos ese cubano el coraje de hacerlo con los medios a su alcance, tal como
lo hacen opositores verticales como el doctor Oscar Elías Biscet y los miembros
del Partido Unión por Cuba Libre, con quienes me honro en formar parte del
Proyecto Emilia.
En conclusión, yo no
voy a Cuba porque mi Cuba no está representada por terrenos, calles o
edificios. Mi Cuba es la de José Martí que es "comunidad de intereses,
unidad de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y consoladores de
amores y esperanzas". No voy a Cuba porque me sería metafísicamente
imposible regresar al lugar que nunca he abandonado ya que, como mi difunto
amigo Emilio Cosío: "¡Yo no puedo volver, yo no me he ido !" No voy a
Cuba porque, para amarla y servirla, no tengo que pisar su tierra, llenar las
arcas de sus opresores y ser testigo de sus miserias mientras ingiero manjares
y duermo en cama blanda de barcos de lujo. Cumplo con mi deber de hijo que no
abandona a la madre que le dio la vida del espíritu y de la esperanza
denunciando a sus tiranos y luchando por su libertad. Con eso me basta para
vivir tranquilo y para nutrir cualquier herencia de patriotismo y civismo que
pueda dejarle a mis hijos.
Alfredo Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director de
www.lanuevanacion.com
Estados Unidos
No hay comentarios:
Publicar un comentario