VENTANA DE PAPEL
La situación política venezolana, no es nada fácil. Tampoco sencilla de
comprender. Alrededor de ella, intervienen múltiples variables que aparte de
enmarañadas, son sumamente volubles o inconstantes en virtud de su tendencia a
cambiar permanentemente de dirección, sentido y magnitud. El Acuerdo emitido
por la Asamblea Nacional, el pasado 9 de Enero 2017, propende a sacudir todo
con el propósito de despejar las rutas que han dificultado el camino hacia la
reconquista de las libertades. Pero también, ha tendido a revolver todo por
cuanto las opiniones no sólo son encontradas. Igualmente, porque son de diversa
factura conceptual. Muchas de las mismas, provienen de vaporosos análisis
jurídico-legales, tanto como de frágiles criterios políticos que buscan más
confundir que aclarar.
En total, el panorama es profundamente serio. Sobre todo, por la
participación o intervención de actores políticos en medio de lo que pretende
ser un diálogo entre las partes en conflicto. O sea, entre la oposición
democrática representada por la Mesa de la Unidad Democrática, y el Alto
Gobierno, encarnado por personajes cuya intransigencia y soberbia dificulta el
entendimiento necesario a los fines de llegar a mutuos arreglos.
Sin embargo, los compromisos asumidos con la intención de lograr la
resolución de los problemas en discusión, no terminan de fraguarse dado el
carácter indolente, irrespetuoso y de morbo con el cual actúa la parte
gubernamental. En medio de tan exacerbado estado de acusaciones, el Poder
Legislativo, con base en las funciones de control que le confiere la
Constitución de la República sobre el gobierno y la Administración Pública nacional,
dictaminó el abandono de las funciones constitucionales inherentes al ejercicio
de la presidencia de la República.
En consecuencia, la Asamblea Nacional decidió asentir, de conformidad
con los artículo 232 y 233 constitucionales, que ha habido abandono del cargo
por parte del presidente de la República. Ciertamente, hay hechos demostrativos
de haberse generado una grave ruptura del orden constitucional y democrático
derivada de la violación de derechos humanos, del quebranto de la economía
nacional y de los delitos cometidos en contra de la integridad republicana
sucedido en los más recientes años. Por lo tanto, luce inminente restituir el
orden democrático pautado constitucionalmente de la forma no sólo más urgente,
sino más eficaz y con el mayor sentido de paz posible.
Precisamente, ante tan enrarecida y anormal situación, resulta atinente
preguntarse sobre el alcance de la susodicha decisión legislativa, sus
implicaciones y secuelas. Pero al mismo tiempo, examinar si acaso, entre las
razones de la presente, situación se encuentra el dilema que encoleriza a
gobernantes con ínfulas de dictadores. Y es si el régimen, luego de su franco y
continuo fracaso político, puede verse en el centro del problema luego de
comprender que los problemas que ha sobrellevado, ha provocado que advierta
estar en medio de una situación
¿menguado o atiborrado de poder?
“Cuando el lenguaje de la
política no se concilia con un verbo respetuoso y culto, están sentenciándose
interpretaciones que van a exaltar reacciones tan viscerales como la violencia
que de dicha situación puede devenir”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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