lunes, 16 de enero de 2017

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, ¿MENGUADO O ATIBORRADO DE PODER?

VENTANA DE PAPEL

La situación política venezolana, no es nada fácil. Tampoco sencilla de comprender. Alrededor de ella, intervienen múltiples variables que aparte de enmarañadas, son sumamente volubles o inconstantes en virtud de su tendencia a cambiar permanentemente de dirección, sentido y magnitud. El Acuerdo emitido por la Asamblea Nacional, el pasado 9 de Enero 2017, propende a sacudir todo con el propósito de despejar las rutas que han dificultado el camino hacia la reconquista de las libertades. Pero también, ha tendido a revolver todo por cuanto las opiniones no sólo son encontradas. Igualmente, porque son de diversa factura conceptual. Muchas de las mismas, provienen de vaporosos análisis jurídico-legales, tanto como de frágiles criterios políticos que buscan más confundir que aclarar.

En total, el panorama es profundamente serio. Sobre todo, por la participación o intervención de actores políticos en medio de lo que pretende ser un diálogo entre las partes en conflicto. O sea, entre la oposición democrática representada por la Mesa de la Unidad Democrática, y el Alto Gobierno, encarnado por personajes cuya intransigencia y soberbia dificulta el entendimiento necesario a los fines de llegar a mutuos arreglos.

Sin embargo, los compromisos asumidos con la intención de lograr la resolución de los problemas en discusión, no terminan de fraguarse dado el carácter indolente, irrespetuoso y de morbo con el cual actúa la parte gubernamental. En medio de tan exacerbado estado de acusaciones, el Poder Legislativo, con base en las funciones de control que le confiere la Constitución de la República sobre el gobierno y la Administración Pública nacional, dictaminó el abandono de las funciones constitucionales inherentes al ejercicio de la presidencia de la República.

En consecuencia, la Asamblea Nacional decidió asentir, de conformidad con los artículo 232 y 233 constitucionales, que ha habido abandono del cargo por parte del presidente de la República. Ciertamente, hay hechos demostrativos de haberse generado una grave ruptura del orden constitucional y democrático derivada de la violación de derechos humanos, del quebranto de la economía nacional y de los delitos cometidos en contra de la integridad republicana sucedido en los más recientes años. Por lo tanto, luce inminente restituir el orden democrático pautado constitucionalmente de la forma no sólo más urgente, sino más eficaz y con el mayor sentido de paz posible.

Precisamente, ante tan enrarecida y anormal situación, resulta atinente preguntarse sobre el alcance de la susodicha decisión legislativa, sus implicaciones y secuelas. Pero al mismo tiempo, examinar si acaso, entre las razones de la presente, situación se encuentra el dilema que encoleriza a gobernantes con ínfulas de dictadores. Y es si el régimen, luego de su franco y continuo fracaso político, puede verse en el centro del problema luego de comprender que los problemas que ha sobrellevado, ha provocado que advierta estar en medio de una situación  ¿menguado o atiborrado de poder?


 “Cuando el lenguaje de la política no se concilia con un verbo respetuoso y culto, están sentenciándose interpretaciones que van a exaltar reacciones tan viscerales como la violencia que de dicha situación puede devenir”

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela

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