HABLA LA CONCIENCIA
Ya cerrando el 2016 y con un presidente babeándose en el suelo, nos
empeñamos en confrontarlo en su propio terreno, siendo que el impulso nuestro viene de la calle.
Fuimos ingenuos haciendo gala de nuestra transparencia legal, mientras
el bandidaje oficialista pisoteaba la Constitución apoyado en los brazos
ejecutores del TSJ, el Consejo Nacional Electoral y el descarado arrastramiento
de la cúpula de las Fuerzas Armadas.
Tremenda bandera nos resultó la Asamblea Nacional, pero no hicimos valer
el poder de esa influencia conquistada
con tan altísima votación, producto de un pueblo decidido a jugarse toda su
disposición para salir de este pillaje que desgobierna en nuestro país.
¿De qué valieron los esfuerzos para enseñarle al mundo el peso moral y
político de todas esas concentraciones
humanas que reuníamos en las calles?
Mientras el régimen planificaba
en horario corrido, nosotros condicionábamos
el tiempo al final de la ruta
delineada; incluso en materia de
movilización, y a¬unque siempre demostrábamos
llevar la delantera, nos dejábamos arropar por el ventajismo
oficialista; lo que indica que aún estando la inteligencia en el seno de
nuestra organización, no supimos exaltar
la poderosa fuerza que levantaban nuestras banderas frente a las
raquíticas movilizaciones tarifadas del gobierno.
Sin duda que la imagen que transmitíamos de una unidad resquebrajada y
dividida fue muy deplorable; pero más
que las divergencias, los brinca talanqueras
de un partido a otro y la miserable
actitud de quienes provocaron el quiebre del quórum en la Asamblea Nacional
para impedir la elección de los miembros del Consejo Nacional Electoral parecieran no ser suficiente para llamarnos
a la reflexión: seguimos enseñando las
costuras de la pobreza humana; los traidores, después de recibir los
beneficios del gobierno, fueron recibidos como héroes en el seno de otro de
nuestros partidos.
No siempre compartimos las opiniones -muy respetables- de quienes no
coinciden con la orientación política de la
Mesa Unitaria; lo deseable sería la unificación de todas las
agrupaciones de carácter nacional para sembrar la necesaria confianza, pero pareciera que se interponen
otros intereses. Nos toca entonces
revisar nuestras culpas por lo que dejamos de hacer para no haber salido
en el 2016 de tan incompetente presidente, sin pretender endosar
responsabilidades propias. Culpables hay, pero mayor serán las culpas si no nos
disponemos a abrir un debate sobre los errores.
Los ojos del pueblo siguen vigilantes.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela
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