MENSAJE DE LA PRESIDENCIA
DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL
VENEZOLANA
Caracas, 17 de diciembre de 2016
1. Las recientes medidas de carácter económico y monetario implementadas
por el Gobierno Nacional han agudizado la crisis que golpea a nuestra nación y
a todos los ciudadanos. Las palabras del profeta Jeremías salen a nuestro
encuentro para describir la situación que en estos días ha vivido nuestra
gente: “Mi dolor no tiene remedio, mi corazón desfallece. Los ayes de mi pueblo
se oyen por todo el país…Sufro con el sufrimiento de mi pueblo, la tristeza y
el terror se han apoderado de mí” (Jer. 8,18-19.21)
2. Poner fuera de circulación, en este momento del año, el billete de
más alta denominación (Cien bolívares) y la manera apresurada de implementar la
medida han causado graves molestias a toda la población y han provocado
indignación, rechazo y violencia. Lo que quizás desde las altas esferas del
Gobierno se pensó que sería una medida para ir resolviendo la crisis económica
se revirtió contra el pueblo más sencillo. Los pobres, como siempre suele
suceder, han sido los más perjudicados y los más indefensos con las decisiones
tomadas. De hecho, también amplios sectores populares –campesinos, obreros,
jefes de familia- por no tener cuentas bancarias han sido enormemente
perjudicados y dejados a la “buena de Dios”. Existe una gran incertidumbre en
la gente al no saber que pasará con su dinero y con sus ahorros. Esto, además
de afectar y a muchas personas, puede generar violencia y disturbios.
3. Por eso, queremos elevar nuestra voz para que sirva de eco a los
clamores de nuestra gente, en especial las grandes masas populares, que de la
noche a la mañana se han quedado prácticamente sin recursos ni poder
adquisitivo a fin de poder conseguir los insumos necesarios para su
alimentación, transporte, medicinas y para cubrir los gastos necesarios de la
cotidianidad.
4. La gente, que en largas colas con un mínimo de esperanza aguardaban
alguna respuesta o caminos de solución se ha sentido desprotegida por todos los
dirigentes políticos. El Gobierno ha llevado a cabo medidas terribles y
precipitadas que perjudican a todos, sin tener en cuenta que son servidores de
un pueblo que de verdad está sufriendo el menosprecio de todos los dirigentes
políticos. Por otra parte, salvo algunos dirigentes individuales, la oposición
tardó mucho en pronunciarse colectivamente al respecto. Al caminar por las
comunidades escuchamos muchas críticas hacia todos los dirigentes políticos del
país, lo cual resulta enormemente peligroso. Muchos hombres y mujeres no dejan
de expresar sus sentimientos de frustración y de abandono por parte de quienes
debían estar dando la cara y promoviendo soluciones justas.
5. A esto se une el aprovechamiento de quienes quieren sacar ganancias
de la crisis que vive el país. Lamentablemente existen grupos y mafias que
acaparan, colocan sobreprecios y ahora pretenden ser los primeros en ser
atendidos para lo referente al cambio y depósito de la moneda que está siendo
sacada de circulación. Al tener un oído en el pueblo y otro en Dios, como
pastores de nuestro pueblo, queremos ratificar nuestra cercanía hacia él y
nuestra decidida opción por los más pobres: lo hacemos desde el ejercicio de un
discernimiento evangélico, donde se intenta reconocer —a la luz del Espíritu—
«una llamada que Dios hace oír en una situación histórica determinada; en ella
y por medio de ella Dios llama al creyente» [E.G. 154].
6. A nuestra gente, en particular los más pobres y excluidos, queremos
hacerles sentir nuestra cercanía. Para ello, les invitamos a ser protagonistas
de su propio desarrollo. El sujeto social –es decir, el pueblo- es el verdadero
protagonista de la democracia. Sin acudir a la violencia, deben manifestar
pacíficamente su descontento así como exigir el derecho de ser escuchados y
atendidos.
7. A todos los dirigentes políticos, económicos y sociales, de cualquier
signo y color, les invitamos a ponerse del lado del pueblo y a buscar, en
sintonía con el mismo, soluciones que beneficien a todos. No es momento para
darles la espalda o para hacer oídos sordos a sus clamores. Al Gobierno
Nacional, en todas sus instancias, particularmente el Ejecutivo, les pedimos
que de verdad escuchen los clamores de la gente y resuelvan los gravísimos
problema que han provocado con esas improvisadas y nocivas medidas.
8. A todos los cristianos católicos y hombres de buena voluntad en
Venezuela les invitamos a mostrar la fuerza de la caridad y de la solidaridad
en este tiempo de preparación a la Navidad. La imagen de José buscando posada
para María y el Niño por nacer, al ser rechazado donde la pedía, expresa muy
bien lo que está viviendo nuestra gente. Pedimos que en todas nuestras
parroquias, comunidades eclesiales, comunidades de vida consagrada y hogares
católicos se puedan abrir las puertas para que quienes verdaderamente lo
necesiten encuentren un consuelo y ‘puedan compartir desde un poco de alimento
hasta la auténtica alegría que nos da el nacimiento del Salvador. No nos
dejemos robar ni la alegría ni la esperanza ni la Paz.
9. María de Belén, nuestra Señora de la Coromoto, junto con San José y
el Niño Jesús nos acompañen y que, al celebrar el misterio de la Navidad
podamos sentir la fuerza que viene de lo alto, con la cual podamos mirar el
futuro del Reino de Dios, que lo es de justicia, paz y amor.
Con nuestra afectuosa bendición.
+Emmo. Sr. Cardenal
Jorge Urosa Savino
Arzobispo de Caracas
Presidente de Honor de la CEV
+Emmo. Sr. Cardenal
Baltazar E. Porras Cardozo
Arzobispo de Mérida
Presidente de Honor de la CEV
+Diego Rafael Padrón Sánchez
Arzobispo de Cumaná
Presidente de la CEV
+José Luis Azuaje Ayala
Obispo de Barinas
1° Vicepresidente de la CEV
+Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal
2° Vicepresidente de la CEV
+Víctor Hugo Basabe
Obispo de San Felipe
Secretario General de la CEV
@CEVmedios
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