¿LE QUEDA ALGUNA CONCESIÓN POR HACER A BARACK OBAMA?
Uno de los últimos actos de gobierno del presidente Barack Obama ha sido
legitimar la repatriación a Cuba de los “pies secos”. Era una medida solicitada
insistentemente por la dictadura de Raúl Castro. Obama volvió a complacerlo sin
exigirle nada a cambio.
Los pies secos son los cubanos que llegaban a territorio norteamericano
sin visa, ya fuera por tierra, casi siempre en los puestos fronterizos
mexicanos; por mar en balsas o pequeñas embarcaciones; o por aire en
aeropuertos en los que aterrizaban en tránsito, supuestamente, hacia otros
países.
Los “pies mojados” –los cubanos que eran interceptados por los
guardacostas en el mar-- ya eran deportados desde que Bill Clinton lo decretó a
mediados de los años noventa y pactó con Fidel Castro que los aceptara, a
cambio de otorgarle a Cuba 20,000 visas todos los años.
Por otra parte, continúa vigente, mientras el Congreso no la derogue, la
Ley de Ajuste de 1966. Cualquier cubano que ingrese legalmente en Estados
Unidos, al año y un día de haber entrado en el país puede solicitar la
residencia.
Como la existencia de la Ley de Ajuste se debió a que Cuba se negaba a
aceptar la repatriación de sus ciudadanos, y algo había que hacer con ellos
para regularizar su situación, es probable que el Congreso de Estados Unidos
eventualmente elimine esa legislación, en vista de que Raúl Castro ya los
admite de regreso.
En todo caso, devolver a los cubanos que huyen de Cuba, dado que emigran
por razones materiales y no porque son perseguidos políticos, es ignorar que la
situación económica de la Isla es la consecuencia de un sistema profundamente
injusto e improductivo impuesto a sangre y fuego a esa sociedad. En Cuba, menos
los perseguidores, todos son perseguidos políticos.
Además, miles de cubanos que habían emprendido la caminata hacia la
“tierra prometida” han quedado varados en las selvas de varios países
latinoamericanos, ya sin esperanzas de arribar algún día a Estados Unidos. Se
encuentran hoy a merced de mafias y coyotes. Muchos de ellos morirán
irremediablemente.
También se anunció el fin del programa de acogida preferencial de los
médicos “internacionalistas” cubanos que solicitaran la protección acogiéndose
a una medida dictada por George W. Bush. La mayor parte se refugió en Colombia
a la espera de que la embajada de Estados Unidos les entregue las visas, como
Washington había prometido.
Estos médicos son “esclavos de bata blanca” alquilados por Cuba a otras
naciones como Venezuela, Brasil, Angola o Argelia, lo que le ha ganado al
régimen de la Isla el sobrenombre de “gobierno proxeneta”. La Habana se
reservaba entre el 80 y el 90% de los salarios de sus “esclavos”, abonados por
las naciones donde prestaban los servicios. Hasta ahora unos ocho mil han
escogido la libertad.
Desde la perspectiva del régimen cubano estos profesionales tenían tres
funciones: procurar grandes cantidades de divisas (una de las mayores fuentes
de ingreso del Estado), servir de propaganda sobre la solidaridad de la
revolución y –algunos de ellos, los “policías”—contribuir a labores de inteligencia.
El gobierno de George W. Bush creó el programa para contrarrestar los
tres objetivos: privar de recursos a un país enemigo; neutralizar la propaganda
internacionalista con las constantes deserciones; y saber exactamente lo que
sucedía en las filas de la revolución, dado que los médicos que escapaban eran
una fuente inagotable de información.
¿Qué hará Donald Trump a partir del 20 de enero? Probablemente –nunca se
sabe con este contradictorio personaje—, no intentará restituir el privilegio
de los “pies secos” cubanos, porque sería incongruente con su rechazo a los
inmigrantes ilegales, pero tal vez restaure el programa de acogida a los
médicos, basado en el reconocimiento implícito de que Cuba es un estado
enemigo, algo que George W. Bush y los presidentes que lo precedieron en el
cargo, republicanos y demócratas, tenían muy claro.
Para los asesores de Trump, los generales y los civiles, es obvio que la
Cuba de Raúl Castro es un adversario tenaz dedicado a perjudicar los intereses
de Estados Unidos y como a tal lo van a tratar.
Saben que el aparato cubano de inteligencia y propaganda es el principal
sostén de la Venezuela chavista y de los países del Socialismo del Siglo XXI.
Tampoco ignoran que los hábiles operadores de la Dirección General de
Inteligencia (DGI) cubana les han franqueado las puertas de América Latina a
Irán y a los terroristas islámicos, y no olvidan los recientes envíos
clandestinos de pertrechos de guerra a Norcorea o a los narcoguerrilleros de
las FARC y el ELN descubiertos en un puerto colombiano.
¿Le queda alguna concesión por hacer a Barack Obama? Por lo menos una.
Cuba le ha pedido encarecidamente que la víspera de abandonar la presidencia
libere a la espía estadounidense Ana Belén Montes, cuyas delaciones le costaron
la vida a algunos agentes norteamericanos. Obama se lo está pensando.
Carlos Alberto Montaner
montaner.ca@gmail.com
@CarlosAMontaner
Vicepresidente de la Internacional Liberal
Estados Unidos
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