EL VENEZOLANO ES DEMÓCRATA
Reconozco haber sentido
algún alivio al leer un interesante libro de Luis Pedro España y entender que
he sido víctima inocente de algunos paisanos cuando me refería a asuntos que
dan vida al ideario de lo que es ser venezolano.
Por ejemplo, el canto
típico llanero no me gusta por su repetido tono y lo incomprensible de sus
vericuetos copleros e igual me pasa con la mayoría de los dulces tradicionales
usualmente empalagosos. Cuando alguna vez me he atrevido a decirlo la respuesta
varía entre “A este pendejo no le gusta el arpa” o la usual “Ay mijo, no sabes
de lo que te estás perdiendo”.
A veces me sentía como
cumplidor a medias de las costumbres y lo peor es que usaba también esos mismos
criterios evaluadores contra los otros y, por ello, el día que conocí a un
caraqueño al que no le gustaban las arepas me pareció un infiltrado altamente
sospechoso.
Pero el Señor España
aclara que eso no es correcto y que la “cosificación” nada tiene que ver con la
esencia del asunto y se puede ser venezolano sin haber ordeñado una vaca, sin
bailar joropo y sin saber cuentos de La Sayona. Dice que si hubiera un museo
con las supuestas cosas relacionadas con el ser venezolano habría entonces que,
al turpial, al araguaney y al casabe, agregarles ahora un Samsung Galaxy y un
Smartphone con su Whatsapp lleno de corazones y caritas.
Según nos aclara, al
venezolano de hoy lo distinguen tres temas , primero un deseo de progreso
“entendiendo por ello el acceso a bienes y objetos que, además de satisfacer
necesidades, nos den placer y nos permitan mostrar estatus y alguna distinción
frente a los demás”, Segundo, el derecho a pataleo como forma popular de
referirse a la libertad de expresión y, el tercero, un sentido democrático como
mecanismo de sucesión, de rechazo al abuso, de igualdad, de gusto a la ausencia
de conflicto y con una casi aceptación reverencial del voto para resolver.
Si aceptamos como válido
este modelo de venezolano es fácil entender por qué el “arrecherómetro” de los
ciudadanos está al máximo de la escala pues el régimen está descuartizando
estos tres factores al mismo tiempo.
Los dos primeros quizás
se relacionan con el gentilhombre colonial y
la importancia que se le daba a ser distinguido y tener voz escuchada y
respondona. El tercer factor, el demócrata, es de más reciente confección, La
adoración al voto es acompañada por el gusto a la ausencia de conflicto, o sea,
al arreglar las vainas por las buenas.
Quizás esta es la
respuesta a las muchas angustiosas preguntas sobre el demostrado inmenso
aguante del venezolano quien es capaz de soportar las peores condiciones
esperando una solución que no requiera pelear. Los que se arrancan el pelo
preguntándose cómo es que frente a las barbaridades que hace el régimen no pasa
nada, ya saben la razón.
¿Cómo sacar a un régimen
tiránico y cruel con este ejército de buena gente adoradores del voto?, ese el
fin de esta larga película. Lo que si parece claro es que nadie que no sea
demócrata podrá con los venezolanos.
Eugenio Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
Zulia - Venezuela
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