lunes, 13 de marzo de 2017

ALBERTO MANSUETI, 14 SIMPLES REGLAS PARA UNA BUENA OPOSICIÓN, DESDE BOLIVIA

INSPIRADA EN EL LIBERALISMO CLASICO

Se habla siempre de buen o mal gobierno; pero nunca de buena o mala oposición. Un mal gobierno no es tan terrible si es buena la oposición, porque le pone “contención” al mal gobierno, y porque la oposición de hoy será oficialismo mañana, si consigue crecer hasta alcanzar fuerza, peso y tamaño. Y según sea la oposición, será después el gobierno.

¿Y cómo será la buena oposición, inspirada en el liberalismo clásico? Mire Ud.:

(1) Se opone al sistema más que al gobierno. Muestra los fallos del sistema social-mercantilista, y los daños que causa a la población, y a diferentes sectores. En palabras sencillas, expone los perjuicios directos y colaterales que se provocan a los mismos que se dicen “proteger”. Denuncia el efectismo de las medidas “populistas”, y sus pésimos resultados a futuro.

(2) Es política; no politiquera. Aborda los problemas de fondo, sustantivos, no el “fraude electoral”, los “casos de corrupción”, o la descalificación personal tipo “Fulano es un ignorante”. Nunca pone los escándalos anecdóticos o defectos personales en el centro del debate. Tampoco judicializa la política, una pésima tendencia “posmodernista”, empujada por los medios.

(3) Es afirmativa, no meramente negativa. Presenta siempre la mejor opción alternativa, y contrasta lo malo con lo regular, lo mejor, y lo óptimo. Describe las ventajas del sistema de Gobiernos limitados, mercados libres y propiedad privada, y asume su papel de “gobierno de repuesto”, lista para el relevo, cuando democráticamente se decida, en su momento.

(4) Se opone a la oposición estatista, que es parte del sistema. Se deslinda, contrastando las Cinco Reformas con los parches y pañitos calientes que debaten oficialismo y oposición anti-liberal. Polariza la discusión entre sistema y anti-sistema, mostrando la única solución real: el cambio de sistema, y no de personas. Evita meterse en los pleitos de poca monta, o en los agravios y casos individuales que los medios presentan de modo sensiblero y sensacionalista, y que sirven al sistema para eludir y esconder los asuntos de real y grave trascendencia, esos que ameritan un tratamiento general y de más alto vuelo, que los periodistas ignorantes por supuesto también evaden.

(5) No hace mero obstruccionismo sino que pone “contención”. No se opone a todo lo que el Gobierno diga o haga por el sólo hecho de oponerse, sino para tratar de impedir los daños, en cada caso, brindando informaciones y explicaciones. Es veraz y docente: dice la verdad, y de modo didáctico, desnudando uno a uno los mitos y miedos que el sistema pone en mentes y corazones. Sus operadores y voceros dan a conocer las soluciones, y las respuestas a las preguntas que hace el público, y no a las que hacen los profesores, como ha sido siempre uno de los fallos y vacíos de los “liberales de salón”.

(6) Educa para educar. Sus “Escuelas de Cuadros” funcionan, como las de los partidos marxistas de antaño. Sin educación política no hay “convencimiento”; y por tanto, no hay crecimiento. La formación es prioritaria, y la información relacionada. Lo primero para aprender es desaprender. Se combate la anti-política, la partidofobia, y la aversión a la democracia, junto con la dependencia de los adictivos “planes sociales” del populismo.

(7) No se enfoca en las exigencias sino en las necesidades. La gente exige “educación gratis por el Estado” porque así ha sido adoctrinada, sobre todo la clase media; pero lo que realmente necesita es “educación” nada más, aunque de calidad, y la enseñanza privada siempre es mejor que la estatal. Durante la transición, los pobres podrán comprarla con bonos…

(8) Se adelanta. No se limita al mero juego defensivo con puras críticas a las iniciativas oficiales; también juega adelante con propuestas en positivo; por eso avanza p. ej. con la reforma educativa, tratando de “marcar la agenda” del debate público con su propia oferta en el mercado político.

(9) Su oferta es integral. Por eso no separa ninguna de las Cinco Reformas: porque cualquiera de ellas aplicada aisladamente, es inviable; y explicada aisladamente, es objetable y difícilmente defendible.

(10) Tiene su “gabinete sombra”. Este método a los británicos les sirve. Voceros calificados por materias hacen seguimiento, desafiando al mal gobierno y a la mala oposición, medida por medida, ley por ley, política por política, aunque en el marco de un proyecto de cambio integral.

(11) Es gobierno a nivel local, y oposición a nivel nacional. Si gana posiciones en gobiernos locales, sigue como oposición liberal a nivel nacional. Debate muy duro sobre leyes malas, y repartos de funciones, competencias e incompetencias, recursos y responsabilidades. Es difícil, pero nadie dijo que el camino sería fácil.

(12) Hace uso racional, inteligente y eficiente de todos los recursos políticos. Sus líderes, cuadros y activistas, ganan posiciones en la prensa, empresas, entidades educativas, asociaciones profesionales y demás instancias de la vida civil; como hacen las izquierdas con sus “movimientos sociales”. No se limita a marchas de calle, ni todo lo espera de las redes sociales, como si por arte de magia pudiesen lograr, y al instante, lo que sólo con tiempo de duro trabajo político pueden conseguir los partidos bien estructurados, con acciones políticas articuladas estratégicamente.

(13) Es solvente. Sin dinero tampoco hay crecimiento. Los estatistas, tanto oficialistas y opositores, tienen sus recursos financieros: nuestros impuestos. Pero los liberales sólo contamos con la verdad para persuadir; por eso es clave el entrenamiento en los argumentos y contra-argumentos, en los mensajes y contra-mensajes, para ganar adherentes, y con ellos, donaciones. La clase media está mucho más ideologizada que el resto del pueblo, y por eso es más difícil de penetrar, pero sus aportes en dinero son imprescindibles para “bajar” nuestro mensaje, y hacer líderes en segmentos populares, lo cual es más fácil que en la clase media “ilustrada”.

(14) Insiste en que el capitalismo es para los pobres. Los universitarios siempre dicen que “el pueblo llano no va a entender liberalismo ni capitalismo”. Eso es una gran arrogancia: son los profesionales, adoctrinados en las aulas por sus profesores marxistas, quienes no entienden, nos ponen objeciones y dificultades, y tienden a rechazarnos. Pero no la buena gente honesta de trabajo duro y de esfuerzo propio para salir de la pobreza, de sentido común y anhelo de independencia, de progreso y de valores familiares, siempre, claro está, que el “capitalismo para todos” se le explique bien, por agentes bien entrenados.

En América latina tenemos dos “polos” o bloques político-electorales: de un lado el socialismo “puro y duro”, el del Foro de Sao Paulo, dirigido desde La Habana; y del otro lado, la alianza de la izquierda blanda con la derecha mala. Y por la “ley del péndulo”, ambos polos se turnan y rotan en los roles de oficialismo y oposición. Por eso estamos estancados.


En el Antiguo Testamento hay valiosas lecciones sobre partidos políticos, y la dinámica gobierno-oposición. P. ej. David lideró la buena oposición al Rey Saúl, antes de gobernar él mismo como Rey; en cambio Abimelec y Absalón, hicieron mala oposición al juez Gedeón y al Rey David respectivamente, y después hicieron pésimos gobiernos, además de ilegítimos. 

¡Pero en las Escuelas de Ciencia Política no se estudia la Biblia!

Alberto Mansueti
albertomansueti@aol.com
@MansuetiAlberto
@alberman02
Bolivia

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