POR EL RESPETO A LA CONSTITUCIÓN
Los
venezolanos somos los únicos ciudadanos en el planeta tierra que luchamos
contra el gobierno por desear un sistema democrático. Es absurdo pero es así,
nos han arrebatado la democracia gracias a la actuación de un régimen forajido,
que es acusado de corrupto, de narcotraficante, de hambreado y violador de los
derechos humanos que no quiere aceptar el juego democrático: elecciones.
La carta
constitucional de los venezolanos establece que los ciudadanos tienen el
legítimo derecho de convocar un referendo revocatorio si no están de acuerdo
con la conducción de los asuntos del Estado, y eso en nuestras propias narices
fue conculcado por una cúpula o pequeña élite que se han adueñado de la
hacienda pública nacional y del destino de 30 millones de habitantes cuales
esclavos de la época medieval. Eso es insólito.
Pero es que
además, la referida Constitución también nos da el derecho a la manifestación
pacífica para demostrar nuestro descontento, pues bien eso en Venezuela es un
delito. El derecho a la protesta está tipificado como un delito militar, y
violentando el debido proceso te agarran, te encarcelan y te confinan como un
reo de la peor calaña, simplemente por disentir de unas políticas e ideología
que a nivel mundial ya han sido superadas por otras naciones, basta recordar la
disolución de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín. Las dos
fatalidades más oscuras que pesaban sobre la humanidad, antes de finalizar el
siglo XX. Finalmente vino la libertad y los hombres de esas naciones recobraron
su derecho a la elegir su destino.
En
Venezuela eso no sucede. Primero nos mienten con la enfermedad del Presidente.
Nos engañan y mediante una truculenta jugada se queda en veremos, el conteo de
votos para saber si en verdad el gobierno electo era legítimo y ya lo demás, es
historia reciente.
Es
alarmante para todos los seres civilizados del globo terráqueo el informe de
Amnistía Internacional (AI) donde se denuncia la proliferación de detenciones
arbitrarias en Venezuela para “acallar a la disidencia política”. El informe
“Silencio a la fuerza” que la ONG Amnistía Internacional difundió en México, es
desgarrador.
Se recogen
varios casos que muestran “las tendencias graves de violaciones de derechos
humanos en cuestiones de las detenciones arbitrarias por motivos políticos”,
según lo ha explicado a la prensa internacional la directora para las Américas
de Amnistía, Erika Guevara-Rosas.
Mil 289
personas han sido detenidas, de acuerdo con datos de la Fiscalía venezolana.
“Sabemos que siguen en situación de detención al menos 800, no sabemos en qué
condiciones” por el secretismo de la información, porque se les atribuyen
delitos del fuero militar, señala Guevara-Rosas. Y lo más lamentable en las
últimas semanas, más de 30 personas han perdido sus vidas en estas
manifestaciones, en diversos lugares del país.
Funcionarios
de la Policía Nacional Bolivariana y la llamada Guardia Nacional bolivariana,
acompañados de grupos paramilitares oficialistas de “mercenarios terroristas”
identificados como colectivos reprimen con bombas lacrimógenas, perdigones y
disparos de armas, a todos los venezolanos que en forma pacífica salen a
protestar su descontento por falta de alimentos, medicinas, inseguridad,
corrupción, y pare de contar la cantidad de males que nos atañen. El gobierno
no acepta salidas pacíficas: elecciones, liberación de presos políticos, canal
humanitario para alimentos y medicinas y se aferran en forma dictatorial al
poder, valiéndose de las armas en poder de las Fuerzas Armadas Nacionales.
La Mesa de
la Unidad Democrática convocó el pasado 26 de abril, a una marcha para intentar
llegar por séptima vez a la Defensoría del Pueblo para exigir
el restablecimiento del orden constitucional y la destitución de los
magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), y la respuesta del llamado
Defensor del Pueblo, fue apoyar la represión policial que cobró una nueva
víctima, un joven de 20 años, hijo único, estudiante de Economía en la
Universidad Metropolitana, Juan Carlos Pernalete, cuyo único sueño era tener un
país en paz y en democracia, y un efectivo policial le disparó una bomba
lacrimógena a su pecho, que henchido de rabia clamaba respeto y pedía
pacíficamente la libertad para su nación. Es una vida que se pierde, es un
futuro que nos quieren quitar, pero lo que no saben quiénes así actúan es que
ahora los jóvenes reclamaran con mayor derecho una Venezuela libre, lo de
Pernalete y las demás víctimas del gobierno ha sido un aldabonazo por la libertad de nuestro pueblo.
Ya oteamos un nuevo amanecer. El futuro sí nos pertenece.
jJesús Enrique Matheus Linares
jmateusli@gmail.com
@UranioMomoy
Caracas - Venezuela
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