AL
COMPÁS DE LA CIENCIA
Es
sábado 22 de abril, Día Mundial de la Tierra. Día escogido por los científicos
norteamericanos para su Marcha por la Ciencia. Día seleccionado por nuestra
oposición para la Marcha del Silencio.
Fue
una jornada dedicada por los venezolanos a homenajear en respetuoso silencio a
los compañeros asesinados en trágicas jornadas de violencia estatal a lo largo
de varios años, signadas por el uso de armas letales contra manifestantes
pacíficos que reclaman el regreso a la libertad, a la democracia, a la
constitucionalidad, a una vida en paz y progreso. Al contrario de las
anteriores marchas realizadas en estas dos últimas semanas, esta del silencio
no sufrió los ataques despiadados del régimen y pudo cruzar el “límite” del
municipio Libertador sin mayores tropiezos, tal vez porque su destino, la
Conferencia Episcopal, si bien un factor importante en la sociedad venezolana,
no tiene para el régimen la carga simbólica de poder que todavía representan
las maltrechas instituciones a las que hemos querido llegar en manifestaciones
previas (CNE, TSJ, Defensoría). Al momento en que escribo (25/04/17) se ha
anunciado otra marcha hacia alguna de esas 3 instituciones. Ojalá se haya
podido llegar sin obstáculos. (Nota del miércoles 26/04/17: la misma furia
represora, otro joven de 20 años asesinado con una bomba lacrimógena lanzada a
su pecho).
Ese
mismo 22 de abril, tan significativo para la defensa del ambiente, los
científicos norteamericanos protestaron contra los dramáticos recortes
presupuestarios del presidente Trump al sector y contra la censura que pretende
imponer a la difusión de datos científicos que enfrentan su particular
percepción del mundo. La marcha fue replicada en más de 500 ciudades de todo el
mundo, consolidando la idea de que la ciencia, la tecnología y la innovación
(CTI) en el mundo moderno son interdisciplinarias y transnacionales. Las
marchas también llamaron la atención hacia la poca valoración política de la
CTI como motor indispensable de progreso en el siglo XXI en temas de salud, energía,
ambiente, tecnología y más. Y sirvieron para destacar de nuevo que la CTI exige
un ambiente de libertades para su apropiado devenir, donde quiera que se
realice.
En
fin, dos marchas, una misma brega por un mundo mejor, en libertad y democracia.
Ambas, valores representativos de derechos humanos y civiles exigidos por la
sociedad y sujetos al escrutinio y presión de instituciones supranacionales.
Tales principios son igualmente entrañables a los científicos y a todos quienes
trabajan el mundo de las ideas. Porque sin libertad para pensar y democracia
para expresar las ideas, no hay progreso social posible.
En
las Marchas por la Ciencia vimos pancartas que nos llaman a luchar contra la
ignorancia porque “es el elemento más tóxico”, para lo cual se requiere de “una
política de estado en educación, ciencia y tecnología”, mensajes que pueden
perfectamente ser usados en nuestras manifestaciones porque ellos apuntan a un
mejor país, con educación de calidad para todos y progreso sostenido,
aspiración expresada hoy en las voces de protesta contra el atraso decimonónico
a que nos ha llevado el régimen en todos los órdenes, en casi veinte años de
destrucción institucional.
El
pasado sábado 22 de abril, un querido colega exiliado me escribió: “Con cabeza fría
marché aquí por la ciencia en esta ciudad lejana que me ha cobijado, aunque con
mi corazón ardiente allá, marché en las calles de mi país”. Quiero pensar que
no fue el único en hacerlo entre las decenas de miles de profesionales que
ahora derraman su saber en comarcas extrañas, emigrados por falta de valoración
meritoria en el terruño luego del embate irracional contra el conocimiento,
propiciado por un grupete de funcionarios incultos, ágrafos, arrogantes del
poder y ajenos a cualquier barniz intelectual.
Los
tiempos cambiarán, más pronto que tarde, estoy segura. Llegará el momento en
que dejaremos este desierto para reencontrarnos como país en un proyecto que
apunte al progreso basado en el valor del trabajo y no en la limosna, con un
programa de consenso que pueda ser aceptado por todos. Antes se ha hecho ¿por
qué no ahora? Allí deberán estar la CTI y sus protagonistas como elementos de
importancia. Será responsabilidad nuestra impulsar esa ruta de bienestar que
bien nos merecemos.
Gioconda San Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
Miranda – Venezuela
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