jueves, 29 de noviembre de 2018

ROMÁN IBARRA, CADENA PERPETUA


Al haberse declarado culpable de recibir sobornos por mil millones de dólares, y siendo el soborno un delito que compromete, no sólo al sobornado, sino también a quien soborna, no hay dudas de que estamos en presencia de un par de delincuentes de alta gama; Alejandro Andrade y Raúl Gorrín.

El primero acaba de ser sentenciado en una Corte del Sur de la Florida al cumplimiento de una pena de diez años, bajo un esquema de colaboración con la justicia norteamericana para denunciar a otros cómplices y autores de más casos de corrupción en nuestro país, a cambio de recibir una sentencia menos fuerte, o larga en términos de duración.

En cuanto al segundo, se sabe que vive en Venezuela, que es prófugo de la justicia norteamericana, pero contra quien el Fiscal impuesto por la ANC, no ha movido un dedo hasta el presente, esto es, no se conoce ninguna averiguación en su contra, a sabiendas de que es dueño de un canal de televisión, así como de bancos y empresas de seguro.
Vale la pena advertir que los sujetos de marras han tenido vinculación con la más grande corrupción conocida en el mundo, gracias a que una estructura corporativa criminal dirigida por Chávez-Maduro, lo ha permitido.

Es decir, el gobierno de los últimos 20 años en nuestro país, a nombre del tramposo socialismo del siglo XXI, estructuró toda una banda para asaltar las arcas de la República, como en efecto ha ocurrido; y extenuadas éstas, dar manos libres para la participación en cualquier tipo de negocios, entre los cuales se cuentan: tráfico de armas; contrabando de gasolina; extracción de oro y otros minerales; protección a la guerrilla colombiana en nuestro territorio; financiamiento del terrorismo, y hasta narcotráfico, todo en perfecto conocimiento y con la connivencia de la cúpula militar, también comprometida hasta los huesos en la corrupción y la entrega de nuestro país para ser colonizado por la dictadura cubana.

Pero volviendo a la sentencia contra Andrade, uno puede comprender que el sistema estadounidense permita reducir las penas de manera considerable a quienes colaboren con una investigación de mayor envergadura que pueda dar alcance a los demás miembros de la trama corrupta. No obstante, nos permitimos diferir de la sentencia en cuestión, por cuanto en primer lugar el delincuente convicto y confeso Andrade, ya había engañado a las autoridades norteamericanas al no decir toda la verdad, lo cual, lo hace reo de perjurio.

De otro lado, el juez de la Corte ha debido tomar en cuenta que junto a la comisión de este delito, se cometieron  otros como la violación de los derechos humanos de los venezolanos, hoy impedidos de acceder a hospitales de calidad; a comida suficiente; a servicios de transporte público, entre otros servicios, en virtud de que delincuentes vinculados al gobierno, se combinaron para estafar los recursos que tenían que ser utilizados en el bienestar y desarrollo de nuestros ciudadanos.

Los jueces en su misión de buscar la verdad, deben concluir que este tipo de delitos tienen conexión directa con la inviabilidad de la vida de los ciudadanos venezolanos, por lo cual, esta pena de 10 años, con la posibilidad de reducirla a la mitad, o a un tercio, termina siendo doblemente mala porque ofende la dignidad humana, y deja impune la violación de derechos humanos fundamentales.

Basta con ver las cifras de muertos entre niños, mujeres, ancianos, y demás ciudadanos por la imposibilidad de acceder a alimentos, medicinas, hospitales, educación, empleo, entre otros derechos consagrados en la Constitución.

Entendemos, pero no compartimos la sentencia. Merecen cadena perpetua en EEUU!

Román Ibarra
@romanibarra

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