Colombia un país con gran importancia geoestratégica en América del Sur llama la atención del mundo en estos momentos por cuanto lo que pueda ocurrir allí tendrá consecuencias sobre el resto del continente. En Colombia el enorme impacto de la crisis del covid-19 desarregla las cuentas públicas del gobierno de Iván Duque, quien para conseguir más recursos y poder, que le permita adelantar programas sociales u obras públicas se ve en la necesidad de solicitar ante el Congreso, una ley de reforma tributaria.
Esta
situación somete a una dura prueba la estabilidad y equilibrio del Estado nacional para
mantenerse como árbitro institucional de los destinos de los colombianos, normados por la constitución debido a
que Colombia es un país caracterizado por una historia
violenta, ejercida de manera sistemática
por una oligarquía contra los intereses
populares. Históricamente bastante
diferente a lo ocurrido en México donde
la gran revolución de 1910 creo un gobierno impulsor de
la reforma agraria que convierte a los
campesinos en dueños de la tierra,
mientras por el contrario, en
Colombia se mantiene un gobierno contrarrevolucionario al servicio de los
intereses latifundistas.
El gobierno
con sede en Bogotá dominado desde donde
“los cachacos”, de las ciudades andinas, se apropian de los benéficos del
Estado, estimulando la colonización de las diferentes regiones
distantes por el desplazamiento de la población campesina pero cuando éstas se
tornan productivas aparecen las bandas
de los hacendados a robarles sus propiedades. En estas condiciones el café se
convierte en la base de la economía nacional
y el modo de producción latifundista puede sortear los grandes impactos
de la crisis del sistema capitalista en 1929. En esa oportunidad aparece Brasil para aminorar la crisis en Colombia,
mientras en éste se operaba la Revolución
en 1930 y el nuevo gobierno presidido por Getulio Vargas emprende la reorganización
de la economía nacional empleando los recursos del café para emprender el
desarrollo industrial lo cual, le permite a Colombia sólo establecer cambios supere estructurales con
el regreso del partido liberales al
poder, que con habilidad aprovecha la
exportación del café brasileño sin tener que modificar su estructura
latifundista.
En esa
oportunidad termina el período de la hegemonía conservadora surgida de la
derrota liberal de la devastadora guerra
de los mil días, durante el gobierno del conservador José Manuel Marroquín entre 1899 y 1902. El Partido Liberal se
encuentra al frente del gobierno hasta las elecciones de 1946 cuando se
presenta en esa contienda divido entre las candidatura de Gabriel Turbay y
Jorge Eliecer Gaitán lo que permitió el triunfo del conservador Manuel Ospina Pérez. Entre estos personajes
políticos la figura de Gaitán encarna un nuevo cambio que no se concreta por su
asesinato.
En esa
oportunidad resurgía un nuevo ciclo de confrontación interpartidista representada
entre los conservadores inclinados hacia un estado supeditado a la iglesia y los liberales a otro laico
cuestión que se va complicando con la
aparición de la guerra fría y el despunte de la personalidad carismática de
Gaitán quien se consideraba el seguro vencedor de las elecciones a la
presidencia de la república de 1950 y quien decía que, “yo no soy un hombre soy
un pueblo”. Toda la expectativa de cambio nacional acumulado experimenta un
golpe certero el 9 de abril de 1948, cuando Gaitán es asesinado y el pueblo
enfurecido decide vengarlo en “el bogotazo”.
El hecho coincide con la Conferencia Panamericana para la creación de la
OEA con la presencia de importantes personalidades
como el Secretario de Estado norteamericano George Marshall y el presidente de
Brasil, Eurico Gaspar Dutra, quienes entre otros levantaron el fantasma de la
agresión del comunismo internacional como el responsable del evento
desestabilizador sin mencionar la miseria creada por la explotación. Lo
ocurrido en esta oportunidad crea un nuevo rumbo histórico del país signado por
una nueva manifestación de violencia representado por los movimiento
insurreccionales de la FARC creada por el campesino y guerrillero Manuel
Marulanda Vélez (Tiro fijo) que se va
ampliando en la medida que aparecen otros proyectos revolucionarios como el ELN
en 1964 de mano de Fabio Vásquez Castaño
y el M-19 después del robo de la espada de Bolívar en 1974 hasta 1980 cuando, los 25 millones de
colombianos entran mediados por un nuevo contexto creado en las
relaciones hemisféricas con los Estados Unidos y sorprendidos por el fenómeno del narcotráfico y el
surgimiento de los paramilitares, entre los cuales, en el primer caso toma gran
notoriedad el caso del narcotraficante, terrorista y político Pablo Escobar,
máximo líder del cartel de Medellín dado
de baja tras una espectacular persecución nacional, apoyada por la DEA norteamericana el 2 de
diciembre de 1993.
Previamente
en 1991 la cúpula política atemorizada
procede a sancionar una nueva Constitución
para proteger la moralidad de la República, favorecer la ampliación del pluralismo político y la
creación de nuevos movimientos políticos. Sin embargo, los ingresos de la droga hicieron de Colombia, uno de los
pocos países latinoamericanos que pudieron sortear el grave impacto creado por
la deuda externa a los estados nacionales de la región. En cuanto a los
paramilitares, surgidos del entorno de los hacendados para protegerse de las
acciones de las guerrillas, deshumanizó el conflicto bélico entrando en niveles
de crueldad. Ante este espectro que
amenazaba la soberanía nacional la clase política termina entrando en
connivencia con los Estados Unidos en la formación de una alianza firmada en
1999 como el Plan Colombia durante el gobierno de Andrés Pastrana.
Durante este estremecedor período que se extiende a lo largo de las últimas décadas de la evolución de Colombia prolongándose a los inicios del nuevo siglo, el bipartidismo dominante cuando toma forma una nueva reformulación del perfil de la formación del país. La aplicación de Plan Colombia estrecha la alianza de las elites colombianas
Con los Estados Unidos y el país se convierte en un enclave de la implantación de neoliberalismo con el propósito de crear una sociedad capitalista. Consecuentemente, aparecen nuevas instituciones políticas para capitalizar el cambio tomando el Pardo Liberal como plataforma y de ellas se destaca el Partido Social de Unidad Nacional, popularizado como el Partido de la U haciendo referencia a Álvaro Uribe Velez, un personaje que nace en la ciudad de Medellín en 1952, hijo del terrateniente y ganadero Alberto Uribe Sierra, quien en 1983 fue asesinado por la FARC, un hecho que lo mueve a entrar en la política por la alcaldía de su ciudad natal y en el curso de su actuación se presentaron hechos graves contra los derechos humanos, en posible connivencia con el cartel de drogas de Medellín, cuestión que muestra el lado siniestro del personaje y después logra escañar a niveles más elevados de la administración pública hasta alcanzar la presidencia de la república en dos oportunidades entre el 2002 y el 2010 cuando aplica una política de Seguridad Nacional.
Dicha política es encarnada en Uribe en el hombre más fuerte de Colombia que a diferencia de Gaitán que le señalaba al pueblo su dirección futura, como las banderas que indican la dirección del viento, Uribe es la compuesta que le cierra el progreso al pueblo. En estas condiciones se aplica la concentración de todo el poder de exterminio del Estado contra las FARC y en el siguiente gobierno del Centro Democrático, Juan Manuel Santos hace valer su voluntad política y se logra un acuerdo de paz con las FARC, en La Habana, en el 2016 buscando impedir que haya más víctimas y concentrar los esfuerzos en construir una paz estable y duradera después de medio siglo de conflicto.
Sin embargo, este paréntesis esperanzador experimenta un retroceso al regresar Uribe al centro de la política y designa como presidente a Iván Duque quien procede a dinamitar los acuerdos para reestablecer el Estado Fuerte proveedor de la seguridad a cambio de limitaciones de la libertad y en especial desconocer la aplicación de una reforma agraria para mejorar las condiciones de vida de las clases populares.
La estabilidad del régimen se
encuentra amenazada en la actualidad por un paro nacional que pone al país de
51 millones de habitantes en vilo su
democracia y crea la expectativa
acerca de lo que vendrá después del hundimiento de Uribe con la violencia popular.
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