Aunque aquí
en Venezuela no debería haber razones para el racismo, porque desde que Colón
llegó a estas tierras, los conquistadores se mezclaron con los indígenas, y más
tarde con los esclavos negros que el muy racista padre De las Casas trajo de
África, hay racismo.
En
Venezuela el ascenso social ha sido netamente económico. No hay razón para el
clasismo. Sin embargo, hay clasismo. El odio fue convertido por Hugo Chávez en
el régimen de gobierno y le dio resultados. Hay familias divididas por
diferencias en sus apreciaciones y gustos políticos, algo jamás visto en
Venezuela. “Yo soy bolivariano”, dicen para diferenciarse. El hombre que luchó
por la hermandad debe estar revolcándose en su tumba.
La
Venezuela de hoy es la antítesis de lo que fue ayer. Un país de gente alegre se
convirtió, por obra y gracia de Hugo Chávez, en un pueblo resentido. La gente
más parejera del mundo ahora es racista, clasista y varios “istas” más, todos
indeseables para una sociedad. Han aflorado las miserias humanas y las más
bajas pasiones de uno y otro lado.
La última
manifestación de este racismo –solapado, hipócrita, imbécil– se desató con la
muerte de Aristóbulo Istúriz. Fotos de gorilas, de chimpancés, invitando al
velorio. Otros posts con alusiones racistas absolutamente inaceptables.
Conocí a
Aristóbulo en Globovisión, cuando tenía el programa con Carlos Blanco, Blanco y
negro, a principios de la primera década del milenio. Era un individuo sencillo
y simpático. Le comenté que había sido alumna de su hermano Aníbal, mi profesor
de Educación Física, en cuarto y quinto año de bachillerato. Hablamos de
educación e intercambiamos teléfonos. Nunca lo llamé, y él tampoco me llamó a
mí.
Muy poco
tiempo después comenzó su actuación en distintas instituciones del Estado. Se
convirtió en un chavista acérrimo. Racista y clasista, sus complejos salieron a
flote.
Pero toda
esa obra destructiva de Aristóbulo no se debió a que era negro. Se debió a que
era acomplejado, resentido, inepto, bruto… póngale usted el adjetivo. Pero no
por negro. Hay blancos brutísimos, ladronísimos, resentidísimos, ineptísimos…
Mestizos e indios también. Esto nada tiene que ver con el color de la piel.
Aristóbulo
deja como trágico legado el desmantelamiento del sistema educativo. ¿Por qué no
le reclaman eso, en lugar de decirle “negro”?
La creación
de instituciones paralelas al Ministerio de Educación –y con más presupuesto
que este– (aquellas patéticas “misiones”) para repartir diplomas a diestra y
siniestra, sin impartir conocimientos, tuvo su impronta. ¿Por qué no sacan eso a relucir?
Los cientos
de miles de bachilleres que no saben ni sumar, ni escribir, ni siquiera leer,
también son producto de su gerencia “educativa”. El proceso de ideologización
anacrónico, obsoleto e imposible de llevar a la práctica, también. ¿Alguien ha
hablado de eso?
También se
dice que metió mano pareja en el erario público, pero como no tengo pruebas,
espero a que de eso se encargue la justicia cuando retorne la democracia.
Pero el
racismo sí tiene mucho que ver con la reconstrucción del país… No podemos
darnos el lujo de convertirnos en algo que nunca fuimos. Todos esos “ismos”
socavan las bases de la sociedad.
No nos
convirtamos en lo que criticamos…
Carolina Jaimes Branger
carolinajaimesbranger@gmail.com
@cjaimesb
@ElUniversal
Venezuela
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