El
título no alude al autobús del terror, al que llaman Drácula, ni es un cuento
de horror, tampoco es para hacer referencia a los problemas visibles como el de
los vampiros que andan en vehículos oficiales desangrando las riquezas
nacionales, el infierno que representan las colas como consecuencia de la
escasez y el desabastecimiento, el desastre de la salud pública, o el caos de
los servicios públicos, hay otros asuntos muy complejos y graves de la realidad
que no suelen apreciarse.
Se
han instalado en el país algunos modus vivendi propios de sociedades en decadencia.
De un lado coexiste una especie de cultura de la muerte vinculada a la
violencia y al crimen expresado en diversas mafias interconectadas, muchas de
las cuales son promovidas y coordinadas por el Estado, tal como lo
especificamos en el artículo titulado “Cuando el Estado es Criminal”. Y de otro
lado la presencia muy extendida de enclaves anticulturales y desquiciados,
mediante los cuales el pueblo sobrevive
a costillas de sus semejantes.
Un
ejemplo de ello, es el submundo que gira alrededor de las colas, aunque nadie
las considera sabrosas como lo dice Jacqueline Faría, muchos se aprovechan de
su existencia. Y aunque son un drama que la gente soporta en contra de su
voluntad, es preocupante que un hecho tan degradante, que viola la libertad del
individuo y los derechos humanos, ya se aprecie como algo natural o normal, e
incluso hay quienes las consideran un castigo por los errores cometidos por
otros. La cola se convirtió en un sistema plagado de comportamiento anti
ciudadano, es la anarquía organizada para sobrevivir; miles de personas se
instalan allí para mercadear infinidad de productos; todo lo que allí opera
trae efectos colaterales negativos para el trabajo formal y el poder
adquisitivo de la población. Nos quedamos cortos si sólo reducimos su análisis
a la falta de producción nacional o a la existencia de los bachaqueros.
La
señora Faría que asume la indignidad como algo sabroso, hay que decirle que lo
único que se disfruta de las colas es que todo el mundo habla mal del gobierno.
Aparte de que ya tienen fama mundial, por ser observadas como algo inaudito,
nadie se explica cómo en un país donde se han manejado en 17 años los mayores
recursos de su historia, que su población esté pasando por estas penurias,
mientras la cúpula gobernante festeja y se emborracha de poder.
Drácula es este régimen, que habiendo dividido al pueblo y habiéndolo sometido a la barbarie de la confrontación política; hoy las peleas entre la gente son por la comida, por tomar el transporte público, aparte de las tropelías que cometen los trabajadores del volante contra los usuarios; la gente muere por falta de atención médica, de medicinas e insumos en los hospitales; la desidia del servicio eléctrico y demás servicios públicos, generan un estrés enfermizo. Pero lo bueno es que ya las mayorías están hablando de la necesidad de cambiar el rumbo del país, y si una cola ha de ser sabrosa de verdad, pues será la del 6 de diciembre, fecha en la que comenzará a verse la luz en el túnel.
Golfredo
Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
Zulia
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