Este régimen y el ilegítimo que lo dirige han
quedado al desnudo. Ni una hoja de parra, o mejor, de chaparro que más abundan
aquí, puede servirles para tapar el impudor y la inmundicia que ya tienen
expuestas, no solo a los ojos de los
venezolanos sino a la vista del mundo.
Esta semana ocurrieron hechos y trascendieron
situaciones que evidencian y demuestran –como si hiciera falta– con irrefutable
transparencia, el cinismo, la hipocresía, el descaro, la falsedad, la impudicia
del régimen y sus principales protagonistas.
La decisión del Tribunal Electoral brasileño
de no formar parte de la misión de “acompañamiento” de Unasur en las elecciones
legislativas confirmó lo que todos sabemos: que el CNE y el ilegítimo lo que
quieren son marionetas que vengan a apadrinar un simulacro de veeduría
internacional para proclamar legítimos los resultados adulterados que intentará
fraguar el 6 de diciembre. Brasil se niega a prestarse para una pantomima de
observación electoral como la que pretende montar el CNE.
El reportaje de The Wall Street Journal sobre
la corrupción de la dirigencia de Pdvsa confirma lo que todos sabíamos: que la
empresa petrolera estatal, además de haber sido desviada de su papel
fundamental que la había hecho merecedora de figurar como una empresa modelo a
escala mundial, fue convertida en un estercolero, en una auténtica letrina, en
una fuente de corrupción y de lavado de dinero procedente del narcotráfico, que
permitió a su alta dirigencia amasar fortunas inimaginables. Pdvsa siempre fue
administrada con criterio de empresa privada eficiente. Este régimen la utiliza
como caja chica para cubrir gastos sociales, para comprar alimentos, para
construir viviendas, para cubrir el déficit fiscal y pare de contar, pero sobre
todo para apilar peculios mal habidos y nunca vistos no solo aquí sino en el
mundo. Todo esto lo sospechábamos, o mejor dicho los sabíamos, pero la
revelación del TWSJ de que el anterior zar petrolero venezolano está siendo
investigado por su participación en el lavado de dinero proveniente del
narcotráfico es un mazazo en el mero morrillo del régimen.
La campaña del ilegítimo y su combo contra
Lorenzo Mendoza, utilizando la grabación de una conversación privada obtenida
fraudulentamente, pone de manifiesto una vez más los métodos dolosos de que se
vale el régimen para desacreditar e implicar a ciudadanos honestos y exitosos
en delitos que no han cometido. Las imputaciones contra Mendoza y Hausmann
revelan el resentimiento y la envidia del ilegítimo frente a todo lo que
signifique excelencia, eficiencia, celebridad alcanzada mediante la superación
de la mediocridad rampante del régimen.
Las revelaciones de la joven alumna de la
Unefa, presa con su hermano desde hace casi dos meses por el “gravísimo delito”
de haber abucheado a la esposa del segundo jefe de esta nave naufragante que es
Venezuela, quien durante el juicio que le siguen denunció las condiciones
infrahumanas de su detención y señaló que la obligan a comer espaguetis con
gusanos y otras inmundicias, revelan los métodos de tortura que aplica el
régimen a sus víctimas. Pero me pregunto ¿la Unefa no es la Universidad Experimental de las
Fuerzas Armadas y sus alumnos no son, de hecho, efectivos militares? ¿Es ese
uno de los métodos de castigo que utiliza la FAN para castigar a los soldados?
Hay otros hechos y situaciones reveladoras del
nivel de roña y asquerosidad que prevalece en los altos niveles del régimen y
las fullerías, engañifas, farsas, tramoyas de que se vale para atemorizar a la
población, incitar el odio y disponer del país a su libre antojo.
Los venezolanos sabíamos que en este país no
existe el Estado de Derecho. Sabíamos, porque lo vimos en el juicio seguido a
Iván Simonovis y los demás comisarios y policías acusados de conspirar contra
la seguridad del Estado. Sabíamos que el régimen es capaz de fraguar cualquier
mentira para involucrar a personas inocentes en delitos que solo existen en la
mente perversa de quienes mal-gobiernan el país.
La deserción del fiscal que tenía la
representación del Estado en la farsa de juicio al que durante casi dos años ha
estado sometido Leopoldo López es la pieza que faltaba. La revelación del
fiscal de que durante todo el juicio fue obligado a presentar prueba falsas y a
contribuir a que se le impidiera a Leopoldo el ejercicio de su derecho a la
defensa y al debido proceso es la muestra más evidente del grado de
interferencia del régimen en las causas judiciales, del nivel de sometimiento y
chantaje en que se encuentran sometidos, quizás con contadas honrosas
excepciones que se mantienen en bajo perfil, los integrantes del Poder Judicial.
Con el bozal de arepa de la amenaza de destitución que pende sobre la cabeza de
la mayoría de los jueces el régimen ha sido capaz de manejar a su antojo los
juicios, imponer condenas y/o limitaciones a la libertad individual y encausar
inocentes atribuyéndoles delitos que no han cometido o que solo existen en la
imaginación de ilegítimo y sus compinches.
En el caso de Leopoldo, como siempre ocurre,
el régimen no se dará por aludido. Las denuncias del fiscal Franklin Nieves no
le harán mella y mantendrá recluido a Leopoldo. Este régimen se considera
omnímodo, omnipotente, y pateará las normas de derecho que deben regir
situaciones como esta. De esa manera evidenciará una vez más su naturaleza
arbitraria y tiránica y exhibirá todavía más su desnudez. A nadie en el mundo
le queda ya dudas acerca de la naturaleza arbitraria y despótica del ilegítimo
y su combo.
Ojalá que frente a tal arbitrariedad los
países “hermanos” del continente finalmente reaccionen y se decidan a asumir un
papel combativo en defensa del Estado de Derecho y la justicia en Venezuela. En
cualquier país del mundo las revelaciones del fiscal bastarían para dar por
anulado el juicio y poner inmediatamente en libertad al acusado.
¡Señores jefes de Estado y de gobierno de América, es urgente activar la Carta Democrática Interamericana o serán ustedes cómplices de la más grande injusticia cometida contra un ciudadano inocente!
Adolfo Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
Caracas
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