Una
interesante entrevista de Luis Gómez a Pablo Iglesias en El País permitió
intuir los cobros de Podemos. No me refiero a lo que pudieron cobrar estos
progresistas de regímenes como el venezolano o el iraní, asunto sin duda
interesante pero que no es objeto hoy de mi atención. Me refiero al dinero que
pretenden cobrar a la fuerza los de Podemos a los ciudadanos.
El
asunto está lejos de ser un mero ejercicio teórico: los lenguaraces de Podemos
ahora pueden quitarle a usted el dinero, señora, sí que pueden. Por tanto,
analizar dichos cobros tiene que ver directamente con derechos y recortes, es
decir, con nuestros derechos que Podemos puede violar y con nuestras carteras,
que puede recortar.
Habla
el líder:
"Querer
a tu país es querer a su gente y respetarla y respetar los servicios sociales y
que tenga derecho a decidir sobre cualquier cosa".
He
aquí una muestra del totalitarismo de Podemos: nunca distingue entre Estado y
sociedad. Así, amar al país es amar al Estado, es decir, puro fascismo,
disfrazado de "respetar los servicios sociales", pero como los
servicios "sociales" son en realidad políticos, lo que Pablo Iglesias
plantea es idolatrar la coacción política y legislativa. Por ejemplo:
"Defendemos
el sistema de salud, el educativo, un sistema que defienda los derechos
sociales, defendemos las cosas buenas del sistema en el que vivimos, fruto del
trabajo de mucha gente".
Nuevo
camelo: repite la adoración por la coerción, pero la disfraza como si fuera el
resultado de masivos empeños populares: "Fruto del trabajo de mucha
gente", como si el Estado fuera una opción del pueblo y no una imposición
de sus gobernantes, por cierto, de todas las ideologías posibles.
Tras
la divinización de la coacción se pasa a la demonización de su disminución:
"El delincuente es el que privatiza la sanidad". Aquí hay dos
mentiras. Una es la idea de que privatizar, es decir, reducir la fuerza del
Estado y ampliar el campo de las decisiones libres de los ciudadanos, es para Pablo
Iglesias nada menos que un delito. Y la otra es transmitir que la privatización
de la sanidad es algo que efectivamente se ha producido o que algún partido
político con opciones de gobierno propugna, lo que es clamorosamente falso.
Pero
volvamos a la primera declaración, porque el líder proclama que el amor a la
patria es que que la gente "tenga derecho a decidir sobre cualquier
cosa". ¡Cualquier cosa, oiga! No solamente los de Podemos nos prometen el
"fin de los recortes" y el establecimiento de "planes de rescate
ciudadano", sino que además nos juran que decidiremos todo.
Obviamente,
es mentira, porque es imposible que podamos decidir libremente y a la vez que
tengamos un Estado tan enorme como el que anhela Podemos. Es imposible ser
libre y siervo a la vez. Y desde luego, señora, usted nunca va a tener bajo
Podemos el derecho a decidir no pagar impuestos: ni siquiera va a poder decidir
pagar menos, salvo que emigre. Podemos cobrarle, señora, esa es la intención.
Para
engañarla, el truco de Podemos (y otros…) es asegurar que esto no va con usted
sino con los ricos y los poderosos:
"Nuestro
programa es muy razonable, no sé por qué no se puede perseguir a grandes
corporaciones que actúan aquí pero evitan pagar aquí. Usted no puede operar en
mi país si no tributa en mi país. Zara: cada prenda que se compra por internet
tributa en Irlanda".
Observe,
señora, que Zara no es un grupo de criminales sino una empresa que cumple las
leyes, entre las cuales está la de procurar minimizar la factura fiscal
mediante la competencia legal entre Estados. Pero, además, no caiga en la
trampa de pensar que "perseguir" (ojo al verbo) a las empresas es
algo que sólo daña a Amancio Ortega, y no a usted.
Todo
lo que quieren hacer los de Podemos (y otros…) la daña a usted, señora, a sus
bienes, derechos y libertades. Ellos jamás reconocen que sus medidas tienen
impactos negativos más allá de una minoría de indeseables opulentos. Aquí una
muestra: Pablo Iglesias está encantado con una medida que adoptó el gobierno
populista de Ecuador: "Prohibieron las comisiones de los cajeros
automáticos, que me parece una medida perfectamente aplicable". Aquí la
trampa es que Iglesias (y otros…) sugiere que si se prohíben esas comisiones el
pueblo gana y los odiosos banqueros pierden. No es así: lo que sucede es que
cobrarán comisiones de otra manera.
Y
sobre todo, señora, preste usted mucha atención a cuando estos sujetos tan
peligrosos utilizan la bonita palabra derechos. Comprobará que nunca hablan de
defender sus derechos de usted, señora. Sólo hablan de "derechos
sociales", es decir, políticos, es decir, de ellos.
Carlos
Rodriguez Braun
@rodriguezbraun
Interesante y autentico Articulo, demostrando las falsas promesas DE SOCIALISTAS Y COMUNISTAS.
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