Cuando el dolor pesa uno se queda sin
una sola palabra, ni maldecir se puede, la gravedad del dolor nos
enmudece. Cuando murió mamá el universo
se me hizo pequeño para esconderme, allí quedé navegando en el tiempo sin horas
ni caminos. Con mi papá convine irme lejos para no ver partir su sonrisa de
sueños ni la voz de su cuatro en mi menor bien temperado. Y así fue. Un varón,
dicen que dijo, no puede vivir sin piernas porque no puede darle vueltas al
mundo a caballo. Así dicen que dijo.
Pidió, eso sí, como su postrera decisión que lo llevaran a su pueblo, Cuicas,
donde sembró su amor, su saber, su equidad, su justicia, su ejemplo, su amistad
con los niños, consultor de jóvenes y viejos y sus poemas sueltos de eros llenos. Y así se hizo. Mi papa vive en la memoria del pueblo y en su
tumba con mamá están sus huesos. Venerables.
Cuando murió mi hijo, Gustavo, mi amigo
de aventuras tras lo bello y lo bueno, reflexiones, compañero, no pude saber nada y aun nada se,
la razón huye, se aposenta el
dolor amargo, tieso, Dios deja de existir y, si es, carece de justicia; me
salvó la solidaridad, la comprensión, la bondad
de Merly, su grandeza de alma, su amor
y el amor de mis hijos que de razón y ternura, comprensión, me brindaron su luz para el camino. Que sea la casa de Gustavo la casa de mi
abuela, mamá Carmen, así dispuso Merly.
A decir verdad la Abuela a su
nombre era idéntica, que reúne el canto, el poema con el jardín, el vergel en
armonía perfecta. Así fue y así es como Gustavo fue a acompañar a la Abuela, a
bridarle su música de mil aristas llena en el
camposanto Jardines La Chinita, nuestra virgen y virgen como ella, pues ser virgen no es quien tocada jamás por varón fue sino el ser donde jamás pudo entrar la
impureza, sea ella cualquiera de sus formas siniestras.
Ayer, quiero decir hoy, quizá mañana,
mi hija Isabel y su gran compañero, Helim,
con sus hijos, más que sobrinos
de Gustavo, espirituales hijos,
encontraron la casa de la Abuela profanada. La habitación de su huésped
permanente, mi hijo, Gustavo,
saqueada. El horror, al saberlo,
conmovió en tal grado la familia que no hubo palabra alguna para
describirlo, como flores llovieron las
lágrimas para regalarlas al hermano
ausente, al alma y corazón asido.
Sin poder escribir, nada decir, no atinaba a pensar si así se puede, que
mi hijo Gustavo mi infinito amigo, salió
a buscar sonidos para al regreso llevarlos hecho música y guardarlos para la
Navidad que se avecina. Nada mas bello en esos sitios, pensé si así pudiera hacer, que un villancico y la Noche
de Paz en canto de su trombón de vara, el violín mágico del viento, así decía
que era su trombón, donde solo el alma sabe con exactitud donde guarda la
belleza el sonido.
La verdad vino, la realidad se impuso. La profanación estuvo sustentada por la
maldad, la avaricia. El desprecio a lo
humano. Se lo llevaron todo, las lápidas de bronce bien forjadas y su
retrato que guardaba preservado en un
nicho también de bronce hecho. Que desde mi retrato pueda ver a quien hasta mi llegue
para compartir la alegría de su visita.
La realidad se impuso y en la
cima sonriendo de su necrofilia pude ver al alcalde
Omar Prieto, en su pecho colgaba
un medallón con la figura del Comandante Eterno.
Ese cementerio, fue
expropiado para de ese modo superar las fallas, deficiencias, y males de sus
dueños de la antigua era, previa al
socialismo, obra maestra del señor
alcalde de San Francisco, un economista,
dice la profusa propaganda graduado en LUZ, donde dejó huella por sus valores
académicos, por su idoneidad, por su capacidad y otras habilidades y destrezas
que le hicieron y méritos dieron para sobrevenido chavista, revolucionario y
patriota, alcanzase la alcaldía de ese
municipio. Exprópiese dijo, como
emulando al Supremo Comandante Eterno y de ese modo el campo de las herejes
manos pasase a las pías de la revolución y bajo la piedad y el humanismo
revolucionario pudiesen los muertos vivir bajo las normas, disipaciones,
aportes del humanismo cristiano, socialista, chavista, santero y lograr hacer
verdad en los cementerios, en cada camposanto que la mayor conquista y su valor
eterno está en haber logrado que en esos espacios cada quien logre la mayor
felicidad posible, citan Bolívar sentado
a la siniestra del dios padre, comandante eterno, supremo líder.
Hoy me enteré que mediante esta proeza,
esta hazaña, de asaltar, expropiar las tumbas, el economista alcalde tiene plena conciencia de que de ese modo
podrá derrotar la guerra económica,
extirpar radicalmente, revolucionariamente, la inseguridad, acabar con el
desabastecimiento y garantizar espacios
para las siembras de hortalizas, cítricos, melones, patillas y la
construcción de viviendas confortables a
lo muertos que vendrán y de ese modo
tengan la eternidad sin riesgos de hambre, sed, de soledad.
Cuando el dolor pesa uno se queda sin
una sola palabra, ni maldecir se puede, la gravedad del dolor nos
enmudece. Cuando murió mamá el universo
se me hizo pequeño para esconderme, allí quedé navegando en el tiempo sin horas
ni caminos. Con mi papá convine irme lejos para no ver partir su sonrisa de
sueños ni la voz de su cuatro en mi menor bien temperado. Y así fue.
Un varón, dicen que dijo, no puede vivir sin piernas porque no puede
darle vueltas al mundo a caballo. Así dicen
que dijo. Pidió, eso sí, como su postrera decisión que lo llevaran a su pueblo,
Cuicas, donde sembró su amor, su saber, su equidad, su justicia, su ejemplo, su
amistad con los niños, consultor de jóvenes y viejos y sus poemas sueltos de eros llenos. Y así se hizo. Mi papa vive en la memoria del pueblo y en su
tumba con mama están sus huesos.
Cuando murió mi hijo, Gustavo, mi amigo
de aventuras tras lo bello y lo bueno, reflexiones, compañero, no pude saber nada y aun nada se,
la razón huye, se aposenta el
dolor amargo, tieso, Dios deja de existir y, si es, carece de justicia, me salvó la solidaridad, la comprensión, la
bondad de Merly, su grandeza de alma, su
amor y el amor de mis hijos que de razón
y ternura, comprensión, me brindaron su
luz para el camino.
Señor
Alcalde, cuando se todo esto me da lástima usted… seguro estoy, señor, que
cuando pase esto usted no podrá andar solo como yo y muy menos, Señor, como
anduvo Gustavo libre y colmado de amor.
Me da lastima señor, porque nadie
querrá profanar su tumba, nadie, ni el mas vil mercader querrá saber de usted,
nadie porque usted antes del fin su propia vida profanó y destruyó el valor.
Americo Dario Gollo Chávez
americod@gmail.com
@americogollo
Zulia - Venezuela
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