martes, 24 de noviembre de 2015

AMÉRICO GOLLO CHÁVEZ, HASTA LOS MUERTOS LLEGA LA REVOLUCION

Cuando el dolor pesa uno se queda sin una sola palabra, ni maldecir se puede, la gravedad del dolor nos enmudece.  Cuando murió mamá el universo se me hizo pequeño para esconderme, allí quedé navegando en el tiempo sin horas ni caminos. Con mi papá convine irme lejos para no ver partir su sonrisa de sueños ni la voz de su cuatro en mi menor bien temperado. Y así fue. Un varón, dicen que dijo, no puede vivir sin piernas porque no puede darle vueltas al mundo  a caballo. Así dicen que dijo. Pidió, eso sí, como su postrera decisión que lo llevaran a su pueblo, Cuicas, donde sembró su amor, su saber, su equidad, su justicia, su ejemplo, su amistad con los niños, consultor de jóvenes y viejos y sus poemas sueltos  de eros llenos.  Y así se hizo.  Mi papa vive en la memoria del pueblo y en su tumba con mamá están sus huesos. Venerables.

         Cuando murió mi hijo, Gustavo, mi amigo de aventuras tras lo bello y lo bueno, reflexiones, compañero,  no pude saber nada y aun  nada se,  la razón huye,  se aposenta el dolor amargo, tieso, Dios deja de existir y, si es, carece de justicia; me salvó la solidaridad, la comprensión, la bondad  de Merly, su grandeza de alma, su amor  y el amor de mis hijos que de razón y ternura, comprensión,  me brindaron su luz para el camino.   Que sea la casa de Gustavo la casa de mi abuela, mamá Carmen, así dispuso Merly.  A decir verdad la Abuela  a su nombre era idéntica, que reúne el canto, el poema con el jardín, el vergel en armonía perfecta. Así fue y así es como Gustavo fue a acompañar a la Abuela, a bridarle su música de mil aristas llena en el  camposanto Jardines La Chinita, nuestra virgen y  virgen como ella, pues ser virgen no es  quien tocada jamás   por varón fue  sino el ser donde jamás pudo entrar la impureza, sea ella cualquiera de sus formas siniestras. 
         Ayer, quiero decir hoy, quizá mañana, mi hija Isabel y su gran compañero, Helim,  con sus hijos,  más que sobrinos de Gustavo, espirituales hijos,  encontraron la casa de la Abuela profanada. La habitación de su huésped permanente, mi hijo,  Gustavo, saqueada.   El horror, al saberlo, conmovió en tal grado la familia que no hubo palabra alguna para describirlo,  como flores llovieron las lágrimas para regalarlas al hermano  ausente, al alma y corazón asido.  Sin poder escribir, nada decir, no atinaba a pensar si así se puede, que mi hijo  Gustavo mi infinito amigo, salió a buscar sonidos para al regreso llevarlos hecho música y guardarlos para la Navidad que se avecina. Nada mas bello en esos sitios, pensé si así  pudiera hacer, que un villancico y la Noche de Paz en canto de su trombón de vara, el violín mágico del viento, así decía que era su trombón, donde solo el alma sabe con exactitud donde guarda la belleza el sonido.
 La verdad vino, la realidad se impuso.  La profanación estuvo sustentada por la maldad, la avaricia.  El desprecio a lo humano.  Se lo llevaron todo,  las lápidas de bronce bien forjadas y su retrato que guardaba  preservado en un nicho  también de bronce hecho. Que  desde mi retrato pueda ver a quien hasta mi llegue para compartir la alegría de su visita.  La realidad se impuso y  en la cima sonriendo  de su necrofilia pude ver  al alcalde  Omar  Prieto, en su pecho colgaba un medallón  con la figura del Comandante  Eterno.
Ese cementerio, fue expropiado para de ese modo superar las fallas, deficiencias, y males de sus dueños  de la antigua era, previa al socialismo,  obra maestra del señor alcalde de  San Francisco, un economista, dice la profusa propaganda graduado en LUZ, donde dejó huella por sus valores académicos, por su idoneidad, por su capacidad y otras habilidades y destrezas que le hicieron y méritos dieron para sobrevenido chavista, revolucionario y patriota,  alcanzase la alcaldía de ese municipio.  Exprópiese dijo, como emulando al Supremo Comandante Eterno y de ese modo el campo de las herejes manos pasase a las pías de la revolución y bajo la piedad y el humanismo revolucionario pudiesen los muertos vivir bajo las normas, disipaciones, aportes del humanismo cristiano, socialista, chavista, santero y lograr hacer verdad en los cementerios, en cada camposanto que la mayor conquista y su valor eterno está en haber logrado que en esos espacios cada quien logre la mayor felicidad posible,  citan Bolívar sentado a la siniestra del dios padre, comandante eterno, supremo líder.
        Hoy me enteré que mediante esta proeza, esta hazaña, de asaltar, expropiar las tumbas, el economista alcalde  tiene plena conciencia de que de ese modo podrá derrotar la guerra económica,  extirpar radicalmente, revolucionariamente,  la inseguridad, acabar con el desabastecimiento y garantizar espacios  para las siembras de hortalizas, cítricos, melones, patillas y la construcción de viviendas confortables  a lo muertos  que vendrán y de ese modo tengan la eternidad sin riesgos de hambre, sed, de soledad.
         Cuando el dolor pesa uno se queda sin una sola palabra, ni maldecir se puede, la gravedad del dolor nos enmudece.  Cuando murió mamá el universo se me hizo pequeño para esconderme, allí quedé navegando en el tiempo sin horas ni caminos. Con mi papá convine irme lejos para no ver partir su sonrisa de sueños ni la voz de su cuatro en mi menor bien temperado.  Y así fue.  Un varón, dicen que dijo, no puede vivir sin piernas porque no puede darle vueltas al mundo  a caballo. Así dicen que dijo. Pidió, eso sí, como su postrera decisión que lo llevaran a su pueblo, Cuicas, donde sembró su amor, su saber, su equidad, su justicia, su ejemplo, su amistad con los niños, consultor de jóvenes y viejos y sus poemas sueltos  de eros llenos.  Y así se hizo.  Mi papa vive en la memoria del pueblo y en su tumba con mama están sus huesos.
         Cuando murió mi hijo, Gustavo, mi amigo de aventuras tras lo bello y lo bueno, reflexiones, compañero,  no pude saber nada y aun  nada se,  la razón huye,  se aposenta el dolor amargo, tieso, Dios deja de existir y, si es,  carece de justicia,   me salvó la solidaridad, la comprensión, la bondad  de Merly, su grandeza de alma, su amor  y el amor de mis hijos que de razón y ternura, comprensión,  me brindaron su luz para el camino.  
         Señor Alcalde, cuando se todo esto me da lástima usted… seguro estoy, señor, que cuando pase esto usted no podrá andar solo como yo y muy menos, Señor, como anduvo Gustavo libre y colmado de amor.
         Me da lastima señor, porque nadie querrá profanar su tumba, nadie, ni el mas vil mercader querrá saber de usted, nadie porque usted antes del fin su propia vida profanó y destruyó el valor.
Americo Dario Gollo Chávez
americod@gmail.com
@americogollo
Zulia - Venezuela

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