Las escenas adelantadas en la precampaña
electoral a la Asamblea Nacional, avizora guerra sin cuartel en la campaña a
iniciarse el trece de noviembre próximo. Los candidatos se aprestan a
desarrollar la última fase electoral con el ímpetu de los gladiadores.
Los aspirantes que se sienten perdedores
comienzan a mostrar las uñas cortadas por los dientes, e intentan cualquier
banalidad para procurar manipular la opinión de los ciudadanos en contra de su
adversario.
El oficialismo amenaza a lo mero macho con ganar como sea, o de no entregar el poder legislativo si llegan a perder, e incluso hablan de la conformación de juntas militares, olvidando que desde hace dieciséis años gobiernan algunos de ellos, con altísimas reprobaciones en sus gestiones administrativas, y quienes diariamente desplazan a los civiles en las posiciones relevantes para la toma de decisiones.
Intervienen conversaciones telefónicas y las
hacen ver como conspiraciones. El delito es decir que la situación en Venezuela
es crítica, y que los ciudadanos sufren el alto costo de la vida impuesto sin
clemencia por el régimen, con la inflación cercana al 500%, y la corrupción e
inseguridad desbordada.
El
salario mínimo lo incrementan a un poco más de los nueve mil bolívares
mensuales, y la canasta básica se dispara a casi los sesenta mil bolívares.
Desconocen los contratos colectivos de los trabajadores y reducen a decretos
inconsultos los beneficios económicos, negando otros.
La acción populista de la llamada “guerra
económica” les ha servido para atropellar empresarios en cualquier nivel,
haciendo uso desmedido de los organismos del estado para generarles pérdidas, y
obligarlos a cerrar sus locales. La escasez y las colas se incrementan
diariamente.
La oposición oficialista olvido su rol y se dedican a sembrar cizaña contra otros disidentes, por el simple hecho de atreverse a dar a conocer sus propuestas y negarse a seguir las torpezas de la élite. Se vive de gritos y apariencias. El reclamo social carece de interlocutores creíbles.
El desafuero de la élite opositora es de tal
magnitud, que luego de despreciar candidaturas naturales como la del médico
veterinario Edgar Contreras en el circuito 3, Táchira, ahora le ofrecen la
posibilidad de apoyarlo, pero lo obligan a renunciar a las tarjetas que lo
postularon. Algo así como “queremos que ese circuito se pierda”. Que
desvergüenza.
La estrategia del régimen de crear exclusión
y abstención se “entiende” por la pérdida de apoyo ciudadano. Lo que llama a la
reflexión es la actitud del ala de oposición oficialista, quienes apuestan por
la desmotivación y el descredito. Es raquítico el servicio a favor del sistema
de libertades y la pluralidad política. Le hacen el juego al PSUV, y pretenden
endosarlo a otros.
El seis de diciembre es la oportunidad para
reivindicar la democracia. La sociedad quiere cambio y eso sólo es posible con
dirigentes comprometidos con los ciudadanos y la descentralización para la toma
de decisiones. Venezuela tiene con que, depende de su gente.
Bienvenido el debate. Dale con la punta
del pie al chantaje. Distingue a los
creadores de la guerra sucia, y castígalos con el voto el 6D.
Josue Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@JARTUROMS1
Tachira - Venezuela
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