Aunque luce
insólito por el desparpajo, se reseña que la casa militar se acercó al Tribunal
Supremo de Justicia para exigir que la Presidenta del Tribunal desalojara el
despacho. Vemos al Presidente de la República -mediante diferentes palabras de
ganar cómo sea la contienda electoral- considerar, de ser necesaria, “masacrar”
a los oponentes sin consideración alguna al ventajismo manifiesto. La
Presidenta del CNE convoca a firmar un acuerdo de respeto a los resultados y anticipa el interés de “grupos desestabilizadores
del proceso” con ausencia plena de pruebas o evidencias.
El Defensor del
Pueblo afirma cual “arbitro” que las declaraciones del ex fiscal Nieves no son
probatorias del juicio al dirigente Leopoldo López. Los Estados de excepción
fronterizos se prorrogan y amplían, limitando movilización y campañas
electorales, sin evidencias de aumentar la seguridad o el abastecimiento y
menos aún controlar el contrabando. Y para evitar dudas, proclama que de ser
necesario se defenderá la revolución por encima de los resultados electorales
mediante el mando militar-cívico.
Al no haber ninguna
separación de poderes, evidentemente estamos ante un régimen dictatorial, ya
que no hay contrapesos a las diferencias ni límites institucionales, por ende
están concentrados todos los beneficios del poder. ¿A qué se debe tanto
desparpajo?
Y si existieran
dudas sobre la concentración del entorno del poder y en especial, del judicial,
nos llega la entrevista al ex presidente Ricardo Lagos sobre el silencio de
Latinoamérica con respecto a Venezuela, en donde resalta que en la región todos
sabemos quién es demócrata y quién no lo es, pero priva el temor o el interés
de no ser acusados de inmiscuirse en el país vecino. Sin embargo, al
solicitarle su opinión con respecto a las denuncias del ex fiscal Franklin
Nieves, considera que “no tiene elementos para pensar que haya sido así la
realidad, pero es lo más probable... considerando su propia experiencia como
preso de Pinochet. “Después del atentado, pensaban que yo era el autor intelectual,
y el fiscal que me interrogó mantuvo la prohibición de salida del país a lo
cual me indigné: Ud. es abogado igual que yo y sabe que nada de lo que ha dicho
justifica eso. El fiscal me enseñó un lápiz y me respondió: esto es todo lo que
tengo ante la fuerza que me está presionando, cada vez que interrumpo el juicio
es porque me llaman de La Moneda para que lo deje preso”. (El Pais.es 3-11-15)
A buen entendedor, pocas palabras.
El régimen no
oculta su firme disposición a mantenerse en el poder. También gran parte de la
población tiene aspiraciones y deseos de cambio, en algunos casos el que sea,
pero cambio. Todo ello dentro de un ambiente de desconfianza y de incertidumbre
que nos lleva a reconocer que la supervivencia favorece el síndrome de la “escalera”;
esto es ubicarme donde mejor pueda sin lealtades, lo que repercute en un
profundo caos. Ello lejos de paralizar, debería ser acicate para comprender que
nada está escrito de antemano, ni el triunfo avasallador del descontento o de
los deseos de cambio, ni el poder omnímodo de la manipulación y control de las
circunstancias.
Para muestra basta
comprobar cómo la inmensa hegemonía comunicacional no ha logrado imponer una
sumisión absoluta. Nos esperan turbulencias y bajezas, ya que difícilmente los regímenes
autoritarios comparten el poder, pero tampoco son suicidas.
Votar es
indispensable para abrirse hacia una realidad democrática que incluya mayorías
y minorías, que implique unidad con diversidad, y esto solo es posible si
dejamos el maniqueísmo de blanco o negro, y aceptamos abrirnos hacia un diálogo
firme que asuma las exigencias de un proceso largo de transición que proponga
soluciones y asuma las consecuencias de las nuevas realidades. Las alarmas hay
que oírlas no ignorarlas.
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
Miranda - Venezuela
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