domingo, 8 de noviembre de 2015

MALÚ KIKUCHI, DEL ATAÚD DE HERMINIO, AL CÁNCER DE GOLLÁN, DESDE ARGENTINA

Alguien, alguna vez, inventó las campañas electorales negativas. Latino América se especializa en ellas, lo que no implica que no se usen en otras partes del mundo. Pero todas ensucian la política y empobrecen la democracia. A veces dan resultado, a veces no.

Se terminaba el proceso militar. Las elecciones, después de 7 largos años, se dirimían casi exclusivamente entre el PJ y la UCR. Por el PJ la fórmula estaba representada por Ítalo Luder con Deolindo Bittel, y la UCR por Raúl Alfonsín con Víctor Martínez. El candidato PJ a gobernador por la provincia de Buenos Aires, era Herminio Iglesias.

Nadie dudaba del triunfo del PJ. Herminio había asegurado a los medios que “habría PJ por los próximos 1.000 años” y la gente tendía a creerlo. Para el cierre de campaña el PJ eligió la 9 de Julio donde se calculó una concurrencia (espontánea) de 800.000 a 1 millón de personas. Fue el  28/10/1983. Era casi de noche.

Herminio Iglesias tuvo la desgraciada idea, que él debe haber creído brillante, de quemar un ataúd de cartón pintado con los colores radicales y con las siglas de la UCR. El país venía de perder una guerra demencial (Malvinas) y la agresividad era un hecho que los argentinos querían dejar atrás, esperaban un tiempo de paz y de concordia. La quema del cajón fue un cachetazo a la sociedad.

Por supuesto que la quema no debe de haber sido la única causa del resultado electoral. Pero en una Argentina muy peronizada, fue indudable que ayudó y mucho. Para sorpresa del país que no lo esperaba, Alfonsín / Martínez sacó un 51,75% y la fórmula del PJ, Luder / Bittel, se redujo al 40,16%. El resto es historia.

Casos recientes y menos recordables. Se acusó a Enrique Olivera  de tener cuentas suizas no declaradas, días antes de la elección legislativa de 2005. Suiza recién pudo revertir la infamia después de que Olivera hubiese perdido la elección. La campaña resultó.

Se intentó acusar a Francisco De Narváez de tener lazos con el narcotráfico antes de la elección legislativa del 2009, éste lo supo a tiempo y consiguió desbaratar la maniobra y ganar la elección.  Siempre hubo campañas sucias, por regla general de parte de los que temen perder la elección, aunque no siempre.

Hace cinco días, horrorizados, leímos en “tweeter”, en la cuenta de Daniel Gollán (seguramente no sabe quién es el personaje, es el oscuro y hasta ahora desconocido ministro de SALUD de la nación), un “tweet” que decía: “Si gana Macri se van a cerrar los centros oncológicos”. Ante el escándalo producido por el mensaje, mentirosos, el individuo dijo que le habían “hackeado” la cuenta.

Había 10 mensajes similares a este, en su cuenta. Casi imposible que haya sido “hackeado”. Ahora bien, se supone que el individuo es médico. Se supone que conoce la gravedad del cáncer. Se supone que sabe que siempre hay una posibilidad de muerte a través de esa enfermedad. Es una enfermedad que aterroriza.

No siempre es mortal, la mayoría tienen cura, pero son tratamientos largos, dolorosos, para el paciente y para la familia que tiene que contener al enfermo. Se supone que el individuo, que es médico, conoce que la sola mención de la palabra “oncología”, aterroriza a las personas. No sólo es bajo, sucio, inmundo, ¡es cruel!

Este gobierno ha demostrado a lo largo de 12 años, que no tiene límites, en particular en estos últimos 4 años. Van por todo. Y no sólo lo dice Cristina, lo hace posible. Pero hasta el desmadre de una campaña sucia, debe tener como límite la salud.

En particular si se recuerda, y el PJ lo recuerda con frecuencia escandalizada, y con razón, que algún imbécil escribió en una pared de la entonces residencia presidencial, Austria y Libertador (donde hoy está la Biblioteca Nacional), “Viva el cáncer”, con referencia a la dolencia que padecía, y de la que murió, Evita. Imperdonable.

Pero fue un imbécil anónimo. Ahora, alguien del partido político que sufrió esa afrenta, un médico, con nombre y apellido, el ministro de SALUD de la nación, no sólo repite el horror con la intención de meterle miedo a la sociedad, comete un pecado en contra de la profesión que eligió y degrada el juramento hipocrático.

Una vergüenza nacional. No renunció a su puesto. La dignidad no sabe/ no contesta. Es obvio que Daniel Gollán es un digno ministro de Cristina Fernández.

¿Resultará la propaganda estatal negativa? ¿La población se sentirá influenciada por ella? ¿O con sentido común votará por propuestas concretos y posibles, por lo construido en 8 años, por la grandeza de no contestar con otra campaña negativa, por el Cambio a estos desdichados y terribles años K?

Habrá que esperar tan sólo 15 días para saberlo. Han conseguido que en estos 15 días el miedo a lo que pudieran hacer, se convierta en insomnio. Pero el 22 va a llegar, y si los ciudadanos asumen su rol de ciudadanos, el ansiado cambio borrará el miedo y dará paso a la esperanza de un país mejor.

Malu Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi

Argentina

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