Alguien,
alguna vez, inventó las campañas electorales negativas. Latino América se
especializa en ellas, lo que no implica que no se usen en otras partes del
mundo. Pero todas ensucian la política y empobrecen la democracia. A veces dan
resultado, a veces no.
Se
terminaba el proceso militar. Las elecciones, después de 7 largos años, se
dirimían casi exclusivamente entre el PJ y la UCR. Por el PJ la fórmula estaba
representada por Ítalo Luder con Deolindo Bittel, y la UCR por Raúl Alfonsín
con Víctor Martínez. El candidato PJ a gobernador por la provincia de Buenos
Aires, era Herminio Iglesias.
Nadie
dudaba del triunfo del PJ. Herminio había asegurado a los medios que “habría PJ
por los próximos 1.000 años” y la gente tendía a creerlo. Para el cierre de
campaña el PJ eligió la 9 de Julio donde se calculó una concurrencia
(espontánea) de 800.000 a 1 millón de personas. Fue el 28/10/1983. Era casi de noche.
Herminio
Iglesias tuvo la desgraciada idea, que él debe haber creído brillante, de
quemar un ataúd de cartón pintado con los colores radicales y con las siglas de
la UCR. El país venía de perder una guerra demencial (Malvinas) y la
agresividad era un hecho que los argentinos querían dejar atrás, esperaban un tiempo
de paz y de concordia. La quema del cajón fue un cachetazo a la sociedad.
Por
supuesto que la quema no debe de haber sido la única causa del resultado
electoral. Pero en una Argentina muy peronizada, fue indudable que ayudó y
mucho. Para sorpresa del país que no lo esperaba, Alfonsín / Martínez sacó un
51,75% y la fórmula del PJ, Luder / Bittel, se redujo al 40,16%. El resto es
historia.
Casos
recientes y menos recordables. Se acusó a Enrique Olivera de tener cuentas suizas no declaradas, días
antes de la elección legislativa de 2005. Suiza recién pudo revertir la infamia
después de que Olivera hubiese perdido la elección. La campaña resultó.
Se
intentó acusar a Francisco De Narváez de tener lazos con el narcotráfico antes
de la elección legislativa del 2009, éste lo supo a tiempo y consiguió
desbaratar la maniobra y ganar la elección.
Siempre hubo campañas sucias, por regla general de parte de los que
temen perder la elección, aunque no siempre.
Hace cinco días, horrorizados, leímos en “tweeter”, en la cuenta de Daniel Gollán (seguramente no sabe quién es el personaje, es el oscuro y hasta ahora desconocido ministro de SALUD de la nación), un “tweet” que decía: “Si gana Macri se van a cerrar los centros oncológicos”. Ante el escándalo producido por el mensaje, mentirosos, el individuo dijo que le habían “hackeado” la cuenta.
Había
10 mensajes similares a este, en su cuenta. Casi imposible que haya sido
“hackeado”. Ahora bien, se supone que el individuo es médico. Se supone que
conoce la gravedad del cáncer. Se supone que sabe que siempre hay una
posibilidad de muerte a través de esa enfermedad. Es una enfermedad que
aterroriza.
No
siempre es mortal, la mayoría tienen cura, pero son tratamientos largos,
dolorosos, para el paciente y para la familia que tiene que contener al
enfermo. Se supone que el individuo, que es médico, conoce que la sola mención
de la palabra “oncología”, aterroriza a las personas. No sólo es bajo, sucio,
inmundo, ¡es cruel!
Este gobierno ha demostrado a lo largo de 12 años, que no tiene límites, en particular en estos últimos 4 años. Van por todo. Y no sólo lo dice Cristina, lo hace posible. Pero hasta el desmadre de una campaña sucia, debe tener como límite la salud.
En
particular si se recuerda, y el PJ lo recuerda con frecuencia escandalizada, y
con razón, que algún imbécil escribió en una pared de la entonces residencia
presidencial, Austria y Libertador (donde hoy está la Biblioteca Nacional),
“Viva el cáncer”, con referencia a la dolencia que padecía, y de la que murió,
Evita. Imperdonable.
Pero
fue un imbécil anónimo. Ahora, alguien del partido político que sufrió esa
afrenta, un médico, con nombre y apellido, el ministro de SALUD de la nación,
no sólo repite el horror con la intención de meterle miedo a la sociedad, comete
un pecado en contra de la profesión que eligió y degrada el juramento
hipocrático.
Una
vergüenza nacional. No renunció a su puesto. La dignidad no sabe/ no contesta.
Es obvio que Daniel Gollán es un digno ministro de Cristina Fernández.
¿Resultará
la propaganda estatal negativa? ¿La población se sentirá influenciada por ella?
¿O con sentido común votará por propuestas concretos y posibles, por lo
construido en 8 años, por la grandeza de no contestar con otra campaña
negativa, por el Cambio a estos desdichados y terribles años K?
Habrá que esperar tan sólo 15 días para saberlo. Han conseguido que en estos 15 días el miedo a lo que pudieran hacer, se convierta en insomnio. Pero el 22 va a llegar, y si los ciudadanos asumen su rol de ciudadanos, el ansiado cambio borrará el miedo y dará paso a la esperanza de un país mejor.
Malu
Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
Argentina
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