Una vez más la naturaleza del régimen se ha
puesto de manifiesto. Me refiero al intento de intervención a las universidades
autónomas por parte del gobierno nacional.
Amigo lector, me voy a tomar la libertad de
intentar describir, con las herramientas que brinda la ciencia política, la
propensión autoritaria que expresa este intento de lesionar, aún más, la
condición autonómica de nuestras universidades. Me parece pertinente esta
reflexión. Creo que describir esta condición es básico para implementar las
respuestas apropiadas ante esta nueva coyuntura.
En la Venezuela actual, la dimensión de lo
político (ámbito de los antagonismos, siempre presente en toda sociedad)
pudiera ser descrita en forma breve de la manera siguiente. Primero, estamos en
presencia de un gobierno que sufre un intenso rechazo; su conducta se
caracteriza por una alta dosis de soberbia y superioridad que le impide
intentar medidas correctivas ante la grave situación que vive el país.
Finalmente, muestra una voluntad de
hacer lo que sea necesario para mantenerse en el ejercicio del poder.
Me parece apropiado subrayar que para el
oficialismo, la dimensión de la política se encuentra ausente en su visión de
la Venezuela actual. ¿Qué queremos decir con esta afirmación? ¿Se canceló esta
dimensión en el país? Y, si tenemos razón, ¿cómo quedan las venideras
elecciones parlamentarias?
Bien, intentemos dar respuestas a estas
interrogantes. Los clásicos de la ciencia política definen el ámbito de la
política como el conjunto de prácticas e instituciones que tienen como objetivo
administrar y organizar la coexistencia ciudadana en el contexto de la
conflictividad que emana de la esfera de lo político. En otras palabras, la
política, en contextos democráticos, domestica la conflictividad que deriva de
la esfera de lo político. Ahora bien, cuando el oficialismo caracteriza a su
adversario como enemigo, está abandonando la dimensión política y entra en un
peligroso “juego de guerra”.
Regresemos a la cuestión universitaria. La Asamblea Nacional aprobó un proyecto de acuerdo en rechazo a la paralización de las actividades académicas de las universidades autónomas. Según el documento, las universidades venezolanas han recibido, solo en 2015, más de 84 mil millones de bolívares (el gobierno compró un lote de doce aviones Sukhoi por un valor aproximado de mil millones de dólares). En base a esto, la AN sugirió “el nombramiento de una comisión de juristas, con la finalidad de acudir ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) para demandar a los cuentadantes de las universidades, por perjuicio al Estado venezolano”. Igualmente, solicitan una “auditoría a las universidades que se encuentran paralizadas y que se analice el uso de los recursos del Estado utilizados para la cancelación de sueldos y salarios a personas que no han trabajado”.
Bien, no voy a entrar en el analice del
decreto. A estas alturas los gremios y autoridades universitarias habrán
elaborado la respuesta apropiada a esta intromisión grosera y autoritaria. Esta
disposición, insisto, pone de manifiesto
la voluntad del gobierno de abandonar el ejercicio de la política. Vale decir,
el reconocimiento del adversario y la disposición de conversar y negociar las
diferencias. En fin, expresa el talante
autoritario que pareciera que se va acentuar en un futuro próximo.
Vamos a darle una vuelta a la tuerca. Creo
que esta atmosfera de crisis pude transformarse en oportunidad. ¿En qué
sentido? Bien, seria acertado reflexionar sobre este modelo de universidad que
luce agotado y que requiere reformas de naturaleza académica y administrativa,
La institución que hoy, correctamente defendemos, ya rindió sus frutos
históricos y de servicio a la sociedad. El país es distinto. La naturaleza del
desastre que se va a heredar le impone a la corporación universitaria un enorme
reto. Para estar a la altura del mismo se requiere iniciar reformas sustantivas
en los órdenes mencionados. Insisto, en la necesidad de convocar un parlamento
universitario. Confieso que comulgo con la idea de federalizar estos
encuentros. Son distintos los entornos y las características que definen el
perfil de cada institución.
Retómenos la idea inicial de este escrito.
Las elecciones del 6D tienen un carácter plebiscitario. Es vital alcanzar una
mayoría contundente. Paso inicial para “obligar” al oficialismo a desplazarse
por los caminos de la política. Solo así podríamos ahorrarle al país una
tragedia política y social.
La dirección de bando democrático debe estar atenta a este ejercicio de autoritarismo. Es hora de abandonar las consideraciones tácticas y defender con fuerza a una institución que ha sido históricamente baluarte de la libertad y la democracia.
Nelson Acosta Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
Carabobo - Venezuela
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