Todas las encuestadoras, incluidas las que andan por las
vecindades del gobierno, les dan una cómoda ventaja a los candidatos de la
alternativa democrática en las elecciones parlamentarias del 6-D. Las
proyecciones indican que podría obtenerse una clara mayoría de diputados. Este
triunfo modificaría el cuadro político, crearía una nueva correlación de
fuerzas e implicaría un reacomodo de las relaciones entre el Gobierno y la
sociedad. Se habrá acabado el largo ciclo en el que el chavismo decía poseer la
mayoría de los votos para imponer su hegemonía con evidentes signos
dictatoriales.
Frente a
las tendencias que muestran los sondeos de opinión, cada vez más importantes
para medir las preferencias de los electores en los sistemas democráticos,
¿cuál ha sido la respuesta del régimen? Su actitud se ha movido entre la
promoción de acuerdos bufos con el aval del CNE para “respetar” los resultados
de la consulta hasta la amenaza y el chantaje descarados en los que indica que
habrá violencia si llegase a triunfar la oposición y que el chavismo es
“terrible” cuando toma la calle. Entre esos dos extremos, los últimos
movimientos se han inclinado hacia el polo representado por la intimidación.
Recientemente la coacción se ha expresado sin cortapisas. Nicolás Maduro ha
dicho que convertirá en una intifada el potencial triunfo de la oposición y que
él se transformará en un yihadista encargado de decapitar a los dirigentes que
pretendan hacer valer la victoria. Al diablo con las formalidades democráticas
y el principio del respeto a la voluntad popular y la alternancia establecidos
en la Constitución. Lo que se impone es la defensa irrestricta y eterna de los
privilegios que otorga el poder.
Maduro
no debe de estar pensando en valerse de los militares para desatar la violencia
con la cual amenaza. Aunque hay oficiales de los altos mandos enriquecidos de
forma obscena durante estos quinquenios signados por la corrupción, o se han
plegado a la ideología chavista por el acentuado proceso de ideologízación, la
mayoría de los militares se han mantenido al margen de la descomposición y de
la política partidista. Los oficiales conocen lo que ocurre en el planeta y
están conscientes de que los crímenes contra los derechos humanos son
considerados de lesa humanidad y no prescriben. El reciente triunfo del liberal
Mauricio Macri en Argentina, donde el kirchnerismo parecía vitalicio, sin que esa victoria fuese considerada un trauma o una
traición a los valores democráticos, seguramente les servirá de referencia a
los militares criollos acerca de cómo comportarse ante el muy probable éxito de
la oposición. El mayor peligro, por lo
tanto, no reside en que los cuadros castrenses se alíen con el régimen para
desconocer o boicotear la victoria de la oposición. Sería un golpe de Estado.
El mayor
riesgo reside en que las Fuerzas Armadas se inhiban de actuar frente al terror
que podrían desatar los grupos paramilitares conformados por los colectivos y
los motorizados financiados por el régimen. Si se manifestase esta actitud, los
militares pasarían a convertirse en cómplices de esos grupos irregulares.
Serían tan responsables de la violencia como si fuesen ellos quienes la
propiciaran. Este comportamiento no pasaría desapercibido para la comunidad
internacional. La consulta del 6-D será una de las más vigiladas en la historia
del país, aunque el CNE se halla opuesto a aceptar los observadores
internacionales y Mercosur haya propuesto un acuerdo grotesco para levantar una
cortina de humo para ocultar los abusos del gobierno rojo.
La carta de
Luis Almagro a Tibisay Lucena, las denuncias de los expresidentes y exjefes de
Gobierno de Hispanoamérica, el informe de los diputados de la Unión Europea y
muchas otras denuncias formuladas contra los abusos de poder que se cometen en
Venezuela, les han puesto la cuesta muy empinada a Maduro y al grupo que lo
rodea. La MUD de forma continua e inteligente ha ido cercando al Gobierno. Este
ha contribuido con la gravedad de los errores que comete. Al régimen no le
resultará sencillo ignorar la voluntad popular.
Por el bien
del país, y también de los militares, lo mejor que puede ocurrir es que el
régimen acate la decisión de la gente. Así es la democracia.
Trino
Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
Miranda
- Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario