Cuando analizamos la
situación socio-económica que afecta a la familia Venezolana. Nos encontramos
que son los más críticos desde que se empezaron a llevar los índices económicos
a partir de la creación del departamento
de estadísticas en el Ministerio de Fomento en 1920 y posterior creación del
Banco Central en 1937.
Preocupa el acelerado
empobrecimiento de las clases de menos ingresos que son la E y D que conforman
más de tres cuartas partes de la
población. Estimamos sus ingresos familiares mensuales totales por debajo del
costo de la canasta alimentaria. Haciéndolos altamente dependiente de tener que
adquirir sus alimentos o buena parte de ellos en Mercal, PDVAL, Bicentenario.
Lo cual les complica su capacidad de alimentarse adecuadamente al tener que
depender y no poder obtener estos alimentos subsidiados, ya que la evidente
baja en la capacidad de suministro de estos productos en las redes públicas
distribuidora de alimentos a afectado la capacidad de consumo de estos sectores
de menos ingresos de la población, ya que si no obtienen sus alimentos o la
mayor parte de ellos en las redes públicas distribuidoras de alimentos, se les
limita y se hace casi imposible obtenerlos en las cantidades adecuadas en otros
centros de distribución donde su precio es superior varias veces. La caída
preocupante en la cantidad de toneladas de alimentos de las redes públicas está
muy por debajo de los años anteriores ante la evidente y dramática reducción en
el volumen importado, así como la
continua baja en la producción nacional.
Estimamos los niveles
de pobreza de la clase E, que son la
mitad de los venezolanos, en un 70 por ciento de su total. Es la más afectada
por la inflación al ser la que menores ingresos reciben al mes. El no poder obtener
las cantidades necesarias de alimentos de las redes públicas le complica aún
más su capacidad de alimentarse, su consumo de carne es de menos de un kilo por
persona al mes y de leche de unos 3 litros; estando por debajo de los niveles
mínimos nutricionales acorde con la organización mundial de la salud. Sus
ingresos mensuales, los cuales estimamos en promedio en dos salarios mínimos o
menos, son gastados casi en su totalidad en la compra de alimentos, estando
mayormente afectados sino adquieren estos productos en las redes públicas a
precios subsidiados.
En la clase D que son
más de la cuarta parte de los venezolanos, la mitad (50%) de estas familias son
pobres, al estar sus ingresos mensuales
en promedio en tres salarios mínimos; gastando en alimentos más del 70
por ciento de estos ingresos. Su consumo promedio de carne es de un kilo al
mes.
Estimamos que la
pobreza en este sector de la población ha aumentado en más del 40 por ciento en
el último año.
Nuestras estimaciones
nos dan que combinando la compra de alimentos de la mitad del consumo en las
redes públicas y el resto en los demás abastecedores. Un promedio por encima de
los 40.000 bolívares al mes para las necesidades mínimas de una familia de 5
personas.
En un año los niveles
de pobreza han aumentado a más del 50 por ciento. Lo cual nos indica la
complejidad que afectan a esta mayoría de venezolanos.
En la medida que el
suministro de alimentos de las redes públicas disminuye, se le complica la
capacidad adquisitiva de esas familias.
A todo esto, se hace
evidente la reducción de las importaciones y la producción nacional. Sobre todo
en las tierras y empresas públicas donde a pesar de los grandes recursos
otorgados y utilizados no se logran niveles adecuados de producción. La
interrogante está en que la capacidad instalada para producir alimentos del
complejo público no alcanza a cubrir el consumo nacional. Lamentablemente su
aporte es menor a un 20%; siendo esta la principal razón del desabastecimiento.
Esto le complica aún más la situación a las familias de menores ingresos, al
tener que adquirir una mayor parte de su consumo a precios de mercado.
Observando un aumento preocupante en las limitaciones para alimentarse
adecuadamente.
Hoy las familias de
menores ingresos han visto desmejorar su situación socio-económica a niveles
históricos críticos; lo cual, demuestra los efectos inflacionarios (por la
política monetaria expansiva del Banco Central) sobre sus ingresos. El aumento
constante de precio reduce día a día su capacidad adquisitiva. Esto, unido al
creciente desabastecimiento nos indica un complejo panorama para los venezolanos de menores ingresos quienes
constituyen más de las tres cuartas parte de la población.
En los más de 100
años de producción petrolera del país, nunca los venezolanos hemos estado
sometidos a tan compleja situación para adquirir nuestros alimentos. Estos
niveles de desabastecimiento no existieron ni aun durante la segunda guerra
mundial, donde el país por ser productor de petróleo sufrió el bloqueo de sus
costas.
Esto unido a un
constante y angustiante aumento del costo de vida, así como a la reducción de
la producción nacional de alimentos y capacidad importadora por la falta de
dólares. Nos coloca dentro de los pocos países del mundo con tan dramáticos
índices socio-económicos.
Vicente Brito
vicent.brito@gmail.com
@vicentejbrito
Presidente
Red por la defensa al
Trabajo, la Propiedad y la Constitución
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