Una firme negativa
fue la respuesta que esta vez trajeron los funcionarios desde Beijing al reiterado petitorio del gobierno de
Nicolás Maduro para que China otorgue nuevas facilidades a los créditos
venezolanos que ya muestran significativos retrasos.
Venezuela mantiene
con China empréstitos mil milmillonarios
que revisten diversas formas y que, en buena medida, son pagaderos con
petróleo de su subsuelo. Es apenas natural que dadas las circunstancias
actuales tanto de Venezuela como de los mercados petroleros, los chinos tengan el
sueño perturbado.
Es que un principio
universalmente observado es que hay una responsabilidad compartida en toda
negociación de empréstito entre quien otorga una facilidad crediticia y quien
la recibe. El desencuentro que ahora se está produciendo entre los dos socios
financieros, quienes comparten política y económicamente bastante más que
dineros garantizados y pagaderos con petróleo, no era algo difícil de
imaginar. Ni la descolgada de los
precios del oro negro es un hecho sobrevenido para quienes están atentos a la
evolución de las nuevas tecnologías y del ajedrez de la producción petrolera
mundial, ni las características del manejo de las finanzas y del
sobreendeudamiento venezolanos eran
tampoco un secreto para los observadores chinos.
Solo que su milenaria
sabiduría esta vez no les alcanzó para sopesar que la economía de ningún país
en la tierra es capaz de soportar sobre sus hombros, un dispendioso y aberrante
manejo de su dinámica económica interna, conjuntamente con el saqueo más
descarado y protuberante de su riqueza.
Lo que resulta incomprensible es que en los alto niveles de los
gobiernos de Hu JIntao y de Xi
Jinping no se hayan detenido un momento
a cavilar, en la medida en que se le ofrecían más y más facilidades financieras
a la Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que lo que era natural
anticipar era una debacle económica de
colosales proporciones que alcanzaría la capacidad de pago de sus obligaciones
externas. No lo pensaron cuando destinaron a proyectos venezolanos montos superiores
a 50.000 millones de dólares.
La perversión
progresiva de las variables macroeconómicas, signo inequívoco del indetenible
deterioro de las finanzas venezolanas no son cosa de ayer y viene siendo
anunciada desde hace al menos una década por los observadores de los fenómenos
de la región. Cabe decir, además, que si alguien ha tenido una tribuna de
observación preferida sobre el desenvolvimiento de la administración venezolana
son sus socios del Imperio del Medio.
Ahora lo que desvela
a los asiáticos no es solo que las cuentas venezolanas no dan para honrar los
vencimientos que vienen a término este año -6000 millones de dólares-, sino que
la inestabilidad política que se ha hecho presa del gobierno pudiera hacer
tambalear los compromisos globales contraídos con China. Nadie aun lo ha
señalado , pero nuestros acreedores deberían estarse inquietando seriamente
también sobre la legalidad que revisten cada uno de los compromisos contraídos
con la nación venezolana en razón de las formalidades a que estos estuvieron
obligados en el momento de su contratación y no cumplieron.
Ahora con el Congreso
Nacional en manos opositoras una lupa muy severa habrá de ser aplicada al
examen de todos los compromisos financieros que fueron adquiridos de manera
alegre y que hoy en dia, en momentos de vacas flacas, pesan insoportablemente
sobre el flujo de caja de la pobre nación que la Revolución nos ha dejado.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
El Nacional
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario