«El control
totalitario de una nación es una bien conocida atrocidad de antípodas del
Juicio, un anhelo de sus también desquiciados adeptos y la tragedia de una
nación devaluada que tiene su bienestar y libertad naturales temporalmente en
situación de secuestro»
Todos los «Golpes de
Estado» tienen características en extremo repugnantes. Empero, el que
experimentamos en Venezuela luce más «repulsivo» porque se ha urdido para (ad
infinitum) mantenerse «en proceso»: lo cual le añade inquina, devastación y
peligrosidad en perjuicio de ciudadanos desesperados por hallar salidas
distintas a la «confrontación armada» de unos contra otros para no convertir la
república en una gigantesca «fosa común» llena de cadáveres (obviamente de
civiles sin preparación militar) Los
fanáticos de las guerras destacan por sus «ademanes» de superioridad e
infalibilidad entre perversos ciudadanos «adeptos de dictaduras», y opositores
que buscan la restauración del «Estado de Justicia y Derecho». Sin embargo, al
mando de repúblicas fustigadas esos sujetos son incapaces de enfrentarse y se
limitan a dar órdenes. Gustan activar el «Plan Masacres a la Perrería»
oprimida. Aun cuando los más fachudos jerarcas declaren que «dan sus vidas» por
mantener tales regímenes, nadie los verá en combate jamás. En la «Era de las
Redes de Disociados», los sediciosos mirarán desde bunkers (y hasta fuera de
sus países) cómo los vecinos y quienes fueron amigos se desuellan: para
expulsarlos del poder o mantenerlos, según proclives sean a las atrocidades de
un sistema de gobierno o su legítima liberación de un oprobioso sistema.
A partir de 1999, en
Venezuela comenzó a gestarse la Primera Fase de un «Golpe de Estado» que los
«hegemónicos» enmascaraban virtud a un enrarecido (dudoso, interesado,
cuestionable) «apoyo popular» y la repartición «timadora» de miles de millones
de próceres impresos imperiales norteamericanos al populacho parasitario: ello
conforme a estrategias propias del «Comunismo/Socialismo Clásico».
Gradualmente, la casta totalitaria fue apropiándose de los «poderes públicos»
mientras exterminaba los medios de comunicación independientes e imparciales.
En su Segunda Fase, arremetió contra la «Empresa Privada Nacional» para
controlar el hambre de las personas.
Pero, sintiéndose
estafado, vejado y picado como bestia de lidia en ceremonial dantesco de plaza
de toros, el pueblo les retiró el apoyo electoral. Ante lo cual, el enquistado
e ilegitimado gobierno optó por quitarle el antifaz a su estilo dictatorial de
gobierno y desestimó las atribuciones constitucionales de una Asamblea Nacional
electa a favor de libertarios (mujeres y hombres representantes que buscan
restituir el «Estado de Justicia y Derecho»)
En su Tercera Fase (y
sin ambages) la que fue una maquillada dictadura declara su «Golpe de Estado
Ejecutivo, Judicial y Militar». El régimen pretende proseguir, tozudo y sin el
consentimiento de la mayoría de los ciudadanos, mediante decisiones manipuladas
e írritas de un Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) prostituido, su brazo
mercenario armado integrado por generales corrompidos de la Fuerza Armada (FA,
re-nombro, porque no es bolivariana) y el fraudulento Presidente de la
República. Pero, los venezolanos lograremos enjuiciarlos y confinarlos en
penitenciarías, porque es ahí donde merecen pasar el resto de sus días. No está
en los venezolanos concederles «medidas sustitutivas de impunidad».
Alberto
Jimenez Ure
jimenezure@hotmail.com
@jurescritor
Merida -
Venezuela
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