La meditación natural
durante los días santos nos llevó a considerar una vez más las deplorables
condiciones bajo las cuales vive gran parte del pueblo venezolano,
especialmente los pobres quienes sufren diariamente inaguantables faltas de
alimentos y medicamentos, aparte de otras calamidades, y eso nos obliga a los
venezolanos, a reiterar, con espíritu cristiano y solidario, la exigencia
absoluta de que se les preste la atención y ayuda a la cual tienen derecho como
seres humanos y como ciudadanos venezolanos. Si bien se sabe que el gobierno es
irresponsable, ciego, sordo y mudo ante su gravísima responsabilidad, y que
esta situación y la exigencia correspondiente ya son antiguas y repetidas con
una retórica gastada, se acusa que ya ha transcurrido demasiado tiempo de
sufrimiento sin solución, y hasta con dolorosas pérdidas de vidas, lo cual
determina que para mucha gente se haya agotado la posibilidad de esperar,
siquiera durante algunos meses y por
procesos de resultados inciertos.
Se acepta que la
esperanza no se pierde, más bien se comunica porque es la fuente de la fuerza
para la perseverancia, pero también se sabe que mucha gente, con mayor y menor
grado de racionalidad, piensa y siente que el colapso y el caos están muy
cercanos y no dejan plazo de espera, razón por la cual es imperioso que se
inicie de inmediato la aplicación de los cambios gubernamentales que se
requieren, fundamentalmente en materia de política económica, para que exista
producción nacional de esos productos necesarios, y/o de que se puedan
importar, y para lograr que el gobierno no niegue la ayuda humanitaria en
materia de alimentos y medicamentos a los venezolanos que pueden morir de
malnutrición y otras enfermedades, lo cual no obsta para que se realicen los
esfuerzos requeridos, y con mayor tiempo de realización, para completar la
transformación y recuperación plena de Venezuela.
Con base en esta
realidad, se plantea que nuestra población tiene la obligación de exigir y
lograr que el gobierno cambie sus equivocaciones en materia de modelo,
funcionarios y políticas, y, entre otras cosas, con el respeto a la
Constitución, entre otros a los artículos 333 y 350; a las leyes de la
República, al trabajo de las empresas y de los trabajadores, y con la correcta
y pulcra administración de las divisas y otros recursos del país, contribuya,
con el consenso y concurso de todos los sectores de la sociedad venezolana, a la recuperación
vital de tantos compatriotas.
También se sabe que a
pesar de que este cambio gubernamental, que significa sacrificios y cesiones de
todos los sectores, es la solución más rápida, justa y correcta de la tragedia
venezolana, y la única que posibilita la salida pacífica, se conoce también la
contumaz negativa oficial a la rectificación, sin que le importe el costo
mortal para Venezuela.
Por tal razón se hace
referencia a la obligación de los ciudadanos, y no solo de los partidos
políticos, de exigir y lograr las transformaciones planteadas, lo cual exige
que la colectividad tenga la fuerza y la capacidad requeridas para lograr los
cambios gubernamentales, lo que quiere decir que tiene que haber reacción y
organización para participar, como es el deber, en la conquista del objetivo
esencial, con el mayor espíritu unitario, y bajo la conducción del mejor
liderazgo desprovisto totalmente de intereses particulares, partidistas o
personales, combinando la presencia pacífica y constitucional en la calle,
corajuda y definitiva, con miedo pero con responsabilidad, con el trabajo
político de la Asamblea Nacional, el cual no se debe frenar por el
desconocimiento por parte del desgobierno.
Aquí se registra la
suma a la exigencia de organización y participación que se nos hace a los
ciudadanos, en cooperación con el liderazgo democrático y colectivo que debe
conducir esta lucha tan noble y sin límite, como ya lo ha mostrado la humanidad
en otros momentos y lugares de la historia universal.
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv
Falcon - Venezuela
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