Resulta inconcebible, o incongruente por lo menos, que el
mismo Presidente que ordenó la semana pasada el operativo militar aéreo en el que fue liquidado el ministro de
Finanzas del Estado Islámico y otros
altos jerarcas de ISIS, horas apenas
luego de los macabros actos sangrientos de Bruselas, dando así una fenomenal muestra de
consistencia con los principios de justicia internacional y lucha
antiterrorista, sea el mismo que se
sentó en la mesa y estrechó sonriente y solemnemente la mano de uno de los
peores criminales del planeta, Raúl Castro.
Cuesta entender que luego de haberse convertido Barack
Obama en el adalid de la batalla contra
los destrozos mundiales causados por el radicalismo terrorista y en el gran defensor de los derechos humanos
planetarios, se haya erguido por encima de 50 años de tropelías y de barbarie
en Cuba, para compartir un confite con quien tiene el cinismo de declarar
frente al Presidente de la nación más poderosa entre todas que en su país no
hay prisioneros políticos.
¿Puede ese ser el mismo mandatario que hace unos días
declaraba en público la preocupación que
le causaba el destrozo de Venezuela y las razones por las que su gobierno había
renovado su declaración de peligrosidad de nuestro país dado el accionar del
gobierno revolucionario en contra de los sagrados derechos de los individuos, su
permisividad con la corrupción y su connivencia con el tráfico de drogas?
¿Será ese el mismo mandatario que celebra alegremente el
pacto anti-paz que se fragua entre el presidente de Colombia Juan Manuel
Santos y los narco-guerrilleros de las
FARC a espaldas de los electores colombianos y con la venia de los
sátrapas cubanos, un acuerdo que
instaura el precedente de perdón unilateral de delitos sin pagar condena alguna
ni reparación a la víctimas?. ¿Un acuerdo aberrante que sentará en Congreso de
Colombia a violadores, criminales, y narcoterroristas, sin pasar por un proceso
electoral?
Está bien que Barack Obama le haya dedicado un buen rato
a aprender a bailar tango para mostrar en Buenos Aires una solidaridad activa a
los argentinos que han expresado su
deseo de cambiar de rumbo. Bravo por la milonga!. Sin embargo, sus asesores en
asuntos internacionales podrían haber
incluido en el libreto unas palabritas terminantes, en la antesala de su salida
del poder, para ser tajante en La Habana frente a los excesos y los crímenes
que protagonizan aun sus “dignos” interlocutores.
Habría hecho falta un gesto contundente en favor de
quienes seguimos invirtiendo mucho de nuestras vidas en la defensa de las libertades
y de la justicia en el Continente.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
El Nacional
Miranda - Venezuela
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