Horas antes de
iniciarse la Semana Santa, recibí las últimas encuestas de Datanalisis y Keller
& Asociados; pocos días atrás me habían remitido la de Datincorp. Robando
horas al sueño las leí detenidamente tras lo cual decidí compartirlas con
líderes opositores cercanos.
Mientras la gran
mayoría de los venezolanos descansaban -obligatorio oficialmente por lo demás-
me reuní con diputados nacionales y regionales, concejales, dirigentes
partidistas, para no solo presentarles los reportes de las tres encuestadoras
que disponía sino también para revisar con ellos los complejos escenarios que
tenemos por delante.
Los estudios
precitados ratifican lo que se siente en la calle: 90,9 % de los venezolanos
evalúan negativamente la situación del país incluido los que se identifican
como oficialistas que en un 74,8 % piensan igual; 90,4 % opina que es grave el
desabastecimiento; el 78,9 % afirma que se ha visto afectado por la escasez de
medicamentos y el 60,5 % señala que no hace 3 comidas al día.
De las colas, que hoy
son la marca-país, se obtiene un dato que avergüenza: los venezolanos de a pie
pasan un promedio de 5 horas y media esperando por comprar lo poco que se vende
en los establecimientos oficiales.
El 63,6 % de los
entrevistados quiere que Maduro se vaya en el 2016 e interrogados sobre los
resultados posibles en un revocatorio el 63,4 % de los que votarían lo harían
afirmativamente.
Sea Enmienda, sea
Referéndum Revocatorio, no hay ninguna duda que si hoy se realizase una
consulta popular la derrota del oficialismo sería aplastante.
Un ejercicio
matemático, soportado en los estudios precitados, permiten pronosticar que
cualquiera de las dos alternativas para la salida de la presidencia, de Nicolás
Maduro, cosecharía a la fecha más de 10
millones de votos, para ser exactos 10.157.570 votos.
En el 2013 Maduro fue
electo con 7.505.338 votos; en el 2015 los candidatos de la MUD, a la Asamblea
Nacional, sumaron 7.726.066 votos, suficientes estos para revocar al actual
Presidente o aprobar con amplísima mayoría la Enmienda por el recorte del
período presidencial. La profundización de la crisis económica-social y la
convicción que ella es producto de la incapacidad del primer mandatario
nacional de torcer el rumbo, desechar el modelo fracasado, consensuar y
adelantar las políticas y acciones requeridas para atender con urgencia el
desabastecimiento de alimentos y medicinas, la inseguridad, el aumento
desbocado de los precios, las carencias en los servicios públicos, la falta de
empleos y oportunidades, sumado a la pérdida del miedo de empleados públicos,
pensionados y beneficiarios de las misiones –que sufren tanto como el que más
la situación que ahora se padece- explica el salto cuantitativo en la opinión
por el cambio positivo.
En uno de los
encuentros realizados, un dirigente asistente proclamó a voz en cuello: “10
millones pa´l buche; esto es un tiro al suelo” lo que provocó que una de
nuestras diputadas lo atajara recordando que cuando se inició el proceso
revocatorio contra Chávez todos daban por descontada su derrota pero que
terminó ganando la consulta, agrego yo con el 59,1 % de la votación a su
favor.
El viernes pasado, en
el aeropuerto de Maiquetía, topé con un diputado oficialista quien luego de
saludarme, curioseó acerca de mi opinión de lo que pudiera pasar en las
próximas semanas. Tras expresarle lo que aprecio me dijo sonriendo: “no cuenten
los pollos antes de nacer que ahora es que hay juego”.
El pueblo venezolano
está urgido que cambie el actual estado de cosas, demanda un gobierno que se ocupe de sus
muchas necesidades, sueña con un futuro mejor y que esto se logre en paz y democracia. Pero como “los otros no son
mochos” en el tiempo que viene, más que nunca, se requiere unidad, trabajo,
organización y motivación para hacer realidad las esperanzas de un mañana
distinto.
Luis
Eduardo Martínez Hidalgo
vicerrector.ugma.unitec@gmail.com
@Luisemartinezh
Monagas
- Venezuela
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