La frase del vice-canciller Sigmar Gabriel, presidente a
nivel federal del Partido Socialdemócrata alemán, provocó aplausos entre grupos
xenofóbos y a la vez un fuerte rechazo entre los sectores más democráticos del
país. La frase dice: “Por ellos (los refugiados) hace Merkel todo, pero por
nosotros no hace nada”.
La respuesta de Merkel no se hizo esperar. En una
entrevista realizada por la periodista Anne Will (29.02.2016) en el canal ARD
dijo: “Yo pienso que la SPD y el vicepresidente Gabriel se hacen muy pequeños”,
agregando que la coalición de gobierno, a la cual pertenece la SPD, ha hecho
mucho por los niños, padres, jubilados y enfermos del país. Hechos que, por lo
demás, son empíricamente verificables.
Las declaraciones de Sigmar Gabriel son en cierto modo
una metáfora. O si se prefiere: una foto instantánea del estado de la política
en Alemania y Europa. Al contemplar esa virtual fotografía es posible observar
que en ella aparecen un par de hilos cruzados.
¿No era la SPD un partido socialista? ¿No es Merkel representante del partido conservador? La foto virtual muestra, efectivamente, en que medida las categorías de izquierda y derecha ya no son aplicables a la política europea. De acuerdo a esas categorías, Merkel, por su sensibilidad social y humanista, se encontraría situada a la izquierda de los socialistas y Gabriel casi al lado de Marine Le Pen.
¿Ha dejado Sigmar Gabriel de ser un socialdemócrata? Evidentemente,
no. Lo que ha sucedido es algo distinto: la socialdemocracia ya ha dejado de
ser lo que fue. En ese punto Gabriel no está solo. Los presidentes (ex)
socialdemócratas checos y eslovacos se encuentran lanzados en una política
xenofóba apoyando al conservador ultra cristiano Víctor Orbán de Hungría. En
España los socialistas conducidos por Pedro Sánchez han estado a pocos pasos de
unirse con Podemos, un partido que diciéndose de izquierda, concita el apoyo de
los nacional-escisionistas más reaccionarios del país.
Del partido social que una vez fue la SPD no queda casi
nada. Como otros en Europa ha pasado a convertirse en una simple organización
“caza votos”. Sus líderes, si es que los tiene, no intentan atraer con
argumentos a la ciudadanía. Más bien ocurre al revés. De acuerdo a las
encuestas los políticos configuran a sus argumentos. La demoscopía es la gran
líder de la política europea. Y si la población gira hacia posiciones
ultrareaccionarias, no vacilan los partidos, incluso los de izquierda, en
emitir opiniones ultrareaccionarias.
Estamos asistiendo, evidentemente, a un momento
caracterizado por la degradación de la política. La de hoy es una política
pequeña, hecha para personas como Gabriel, según las palabras de Angela Merkel.
Cada tiempo escoge a sus políticos. El antiguo partido
del gran Willy Brandt ha pasado a ser el partido del pequeño Sigmar Gabriel.
Malos signos asoman sobre Europa.
Afortunadamente no todos los valores abandonados por el
oportunismo político han sido dilapidados. El mismo día en que Gabriel emitió
sus malvadas declaraciones, las tres principales orquestas de Berlín
(Staatskapelle, Filarmónica y la Konzerthaus dirigidas por el argentino israelí Daniel Baremboin, el británico
Simon Rattle y el húngaro Ivan Fischer respectivamente) decidieron ofrecer un
concierto gratuito para refugiados y cooperantes. Serán interpretadas obras de
Wolfgang Amadeus Mozart, Serguei Prokofiev y Ludwig van Beethoven.
Si la política empequeñece, la cultura puede, durante un
lapso, ocupar ese lugar vacío. Eso no sucedió en los albores del fascismo
durante el siglo pasado. Angela Merkel, con su fina sensibilidad política,
entendió el mensaje de los músicos e inmediatamente brindó su respaldo a la
iniciativa que repartió 2200 entradas gratuitas para el evento con el lema
“Bienvenidos a nuestra sociedad”.
No se sabe aún si
Sigmar Gabriel asistirá al concierto.
Fernando Mires
@FernandoMiresOl
Alemania
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