lunes, 7 de marzo de 2016

LUIS D. ÁLVAREZ V. EL DESMORONAMIENTO DE UN LÍDER, CASO BRASIL

Después de haberlo intentado tres veces, lo consiguió. Pese a los temores que despertaba en sus adversarios obtuvo la Presidencia y llevó adelante un gobierno lleno de políticas sociales que se constituyeron como ejemplo para parte de la región. Sin embargo, el 4 de marzo la imagen de Luiz Inácio Lula da Silva tuvo un viraje cuando fue detenido en un aeropuerto para ser conminado a rendir declaración sobre una serie de hechos de corrupción que parecen involucrarlo directamente y su domicilio fue registrado por las autoridades.

La corrupción mina de esta manera la popularidad de una figura que logró mejorar sustancialmente la calidad de vida de al menos treinta millones de personas que estaban en la pobreza, culminando, a juicio de su aliada la presidenta Dilma Rousseff, un proceso que inició el presidente Fernando Henrique Cardoso, y que lo llevó a ser considerado uno de los líderes más emblemáticos del mundo.
De todas maneras, el legado de Lula no parece ser tan risueño como la propaganda quiere hacerlo notar. En primer lugar, el líder del país más poderoso de la región debió mostrar mucha más contundencia ante los flagrantes casos de violación de derechos humanos y el menoscabo de las libertades en Venezuela, Bolivia y Ecuador. En cambio, optó por una gran cooperación económica que lo llevó a guardar silencio en aras de garantizar para empresas de su país el pago de deudas y la adjudicación de contratos. Además, en el Mundial de 2014 pudo evidenciarse un rostro de Brasil en el que la pobreza y la desesperanza contrastaban con el modelo de crecimiento que ha llevado al país a ser sede de justas deportivas y a impulsar una reforma de la Organización de Naciones Unidas en la que obtenga un posicionamiento regional.
Independientemente la decisión que se tome sobre su posible vinculación y participación en redes de corrupción, lo que pasó en Brasil es un indicio de que existe autonomía de poderes y aunque gobierna la misma organización política que llevó a Lula al poder, el expresidente, gente de su entorno e incluso personeros de la actual administración gubernamental, son investigados, se les siguen procedimientos e incluso condena cuando han incurrido en delitos.

Tal vez ya Lula no sea el ejemplo predilecto para la política. Pase lo que pase, su imagen se ha dañado y su persona estará ligada a los malos manejos y a la indiferencia en los asuntos de otros países. Sin embargo, su caso sirve de ejemplo para que en aquellos Estados en los que reina la impunidad, los gobernantes actúan como les provoca y los hechos de corrupción son alarmantes, entiendan que la justicia llega y que cuando impere la plena autonomía de los poderes, serán investigados y pagarán sus funestas actuaciones.

Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
Internacionalista
Caracas - Venezuela

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