Propicia es la Semana Mayor para
reencontrarnos con nosotros mismos revelando
la capacidad de responsabilidades
que nos son obligantes, en vista de que estamos
sumergidos en la misma angustia colectiva que nos arropa por igual. No hay quien no viva esa inquietud por influencia familiar o experiencia propia,
quien no palpe la realidad de un despertar cada mañana con el peso de las
calamidades que tocan a la puerta de cada hogar. La Semana Santa nos trae días
de calma interior, días de fe que nos hacen sentir tan cerca de ese Dios que
aprendimos a venerar desde muy corta edad gracias a esa formación y enseñanza que recibimos de nuestros padres y maestros, la
cual nos
ha acompañado por cada paso que
nos toca recorrer en los diferentes
caminos.
Por muy alto que elevemos
la mirada, jamás encontraremos la respuesta que solo existe en la tierra: la
llevamos en nuestra propia conciencia.
El país está convulsionado y dividido en dos maneras que se contradicen
en el comportamiento del ser
humano. Perdimos el norte de la fe, Dios
no pareciera existir o son menos quienes lo buscan en sus horas
intranquilas. Poco nos importa la
Patria convaleciente de tantos sobresaltos, provenientes de esa siembra de
odios que cada día se tornan más angustiosos.
Todo el año hablamos de política y aunque sea por esta fecha -de tanto
color religioso- quisiéramos desprendernos de esa tentación para pedir por los
que buscan refrescarse el espíritu distanciados de sus hogares, con el ruego de
que regresen sanos y salvos;
también para elevar -en nuestro
recorrido por los siete templos- una
plegaria por los que ya no están con
nosotros pero siguen siendo parte de ese recuerdo alojado en lo más profundo
del corazón.
Como todo en la vida
tiene un final, nos tocará desglosar el calendario para reencontrarnos de
nuevo con los días bulliciosos. Pasará la Semana Santa, pero nuestra fe se
mantendrá intacta. Y porque sabemos que
Dios está en todas partes y sus oídos escuchan y sus ojos lo miran
todo, elevamos nuestras plegarias para pedirle que nos salve de la intolerancia
de quienes hoy nos gobiernan: que nos libre de esta terrible pesadilla.
Luis
Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo -
Venezuela
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