El título de estas líneas puede lucir extraño o al menos
caprichoso sin embargo aspiramos a que al
llegar al final de las mismas
podamos convenir en que sí hay alguna
relación entre el tránsito en nuestra golpeada capital y la cada vez mas
nutrida diáspora venezolana que ya a estas alturas cobra proporciones social y
económicamente significativas.
En efecto, a lo largo mas o menos el último año , quienes
vivimos en el este o sureste de Caracas hemos venido advirtiendo una ya notoria
disminución del tránsito automotor en la vialidad del sector lo cual revela que hay menos gente
que se desplaza por calles, bulevares y avenidas, incluyendo las horas “ pico”.
Sin recurrir a mayores elucubraciones demográficas podemos concluir que lo que
pasa es que bastante gente se ha ido. No es que creamos en las cifras que el
año pasado dio el Consejo Nacional Electoral para poder escamotear un diputado
al circuito mas antichavista del país (Baruta) según las cuales el mismo habría
experimentado una sensible disminución en el número de sus habitantes, pero a
simple vista se percibe que algo hay y
por eso uno se pone a pensar en las causas que puedan producir ese fenómeno.
No se precisa ser muy avispado ni pecar
de “clasista” para percatarse que desde hace al menos diez años muchísimos jóvenes y hasta familias enteras
han emigrado en busca de mejores oportunidades,
mas seguridad personal y futuro mas auspicioso. De ello dan cuenta las
cifras – muy variables pero siempre altas- de conciudadanos que se han mudado
para los Estados Unidos, Union Europea, etc. la mayoría de los cuales poseen
títulos profesionales, especializaciones u oficios de alta demanda. Tampoco es
“clasista” – sino totalmente realista- afirmar que una apreciable proporción de
quienes tienen esos atributos han de ser los que habitan o habitaron las zonas
de mejor nivel económico de la capital que suele coincidir con el educacional
que –quiérase o no- en Caracas se ubica en el Este y Sureste. Suponemos que
algo similar ocurrirá en las otras grandes ciudades venezolanas.
Este columnista , que sigue en el “imperio” en gira de visita a tres hijos y seis nietos, ha
podido en estos días vivir de cerca –desde la otra punta- la realidad que
acabamos de apuntar.
En efecto, eventos familiares (cumpleanos, primeras
comuniones, parillas, etc.) nos han puesto en contacto con multitud (no
eufemísticamente sino de verdad: multitud) de jóvenes familias del mas alto
nivel de preparación en las que uno o ambos cónyuges ocupan cargos de mediana,
alta o altísima responsabilidad en corporaciones nacionales o multinacionales
de variados tamaños y diferentes rubros. Todos ellos añoran a su patria pero
también todos aprecian la perspectiva de seguridad y futuro que han encontrado.
Ante la interrogante que formulamos acerca de si alguno regresaría a Venezuela
la respuesta unánime fue un rotundo no o apenas un tímido sí sujeto a la previa
concreción de cambios que , obviamente, no se darán en Venezuela a corto o
mediano plazo ni aun cuando hubiese sustitución de modelo o de dirigentes. Cada
uno de esos muchachos tiene uno o dos vehículos que en lugar de circular por
las calles de Caracas lo hacen por las de Miami, Houston, Madrid, Galicia y
para Ud. de contar.
La anterior constatación , dramática, nos deja con la interrogante de quienes serán los profesionales, gerentes, artesanos etc. que pudieran dirigir una futura Venezuela en recuperación? En la tan denostada IV República se implementó el plan de becas Gran Mariscal de Ayacucho que benefició a miles de profesionales sin distinción de estamento social ni económico (también con su dosis vernácula de amiguismo) con el único compromiso de regresar a la patria y prestar servicios en ella por un cierto número de años. Muchos no regresaron, otros se volvieron a ir pero la mayoría fueron los que gerenciaron la época de oro de nuestro país “cuando éramos ricos y felices y no lo sabíamos”.
Será –como dicen algunos- que el objetivo del “socialismo
del siglo XXI” era, como en Cuba, eyectar a las elites y conservar la
mediocridad para mantener el control político y social ? En verdad será una política de Estado aquello
de promocionar lo de “al que no le guste
que se vaya”?
En todo caso, esté Ud. o no de acuerdo con el análisis
aquí esbozado, lo que es indiscutible es que uno o dos millones de venezolanos
se fueron. En Miami –donde a mas de un cuarto de millón de compatriotas los
castigaron mudando el Consulado a Nueva Orleans distante mil kilómetros- existe un periódico y un canal de televisión (abierta y por
cable) con el nombre de “El Venezolano”, muchos restaurantes , areperas y hasta
el alcalde de uno de los municipios del área (Doral) es venezolano de
origen. En el avión Air Force One con el
que Obama hizo su histórico viaje a Cuba viajó un compatriota nuestro requerido
por el Jefe de Estado norteamericano para que lo asesore en materia de las
inversiones que se van a requerir en la nueva etapa de relaciones entre los dos
países.
Así pues, esperamos que usted lector a lo mejor también
pueda ahora reconocer que existe una relación entre la disminución del tránsito
caraqueño y la descapitalización humana que causa la existencia de una diáspora
cada vez mas numerosa. Solo falta que Venezuela –igual que América Central-
pase a sustituir el ingreso de los dólares petroleros por las remesas
familiares como principal fuente de ingreso de divisas.
Adolfo P. Salgueiro
apsalgueiro1@gmail.com
@apsalgueiro1
Internacionalista
Miranda - Venezuela
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