Yace sin aliento en
un catre desvencijado, acostada boca arriba y con líneas de su decrepitud
marcadas en la faz, en un territorio de gestos mancillados por malas decisiones
facultativas. Uno de los últimos dictámenes era el padecimiento de una guerra
no sé si de caricaturescas bacterias o de virus, supuestamente germinados desde
un oculto laboratorio imperialista o en el recoveco más maligno de los arruinados
empresarios de este país.
La Economía
nacional se va hundiendo en el
inconmensurable abismo de los desaciertos. Va perdiendo el pulso, no emite
vocablo y palidece en la confusión de cómo con una rebosante salud y tan
prometedoras capacidades pudiera en tan poco tiempo, arribar al ocaso donde
entre evasivas e inapropiados artilugios, tratan de inventar fórmulas mágicas
de fantasías engañosas, embotelladas en discursos hilarantes, para convencerla
que se encuentra en óptimo estado.
Se desvanece la
Economía en su propio foso de incongruencias, con el rumbo torcido y la piel
ajada por lo incierto. Continúa en la Unidad de Cuidados Intensivos con la
palidez de quien tiene el presagio de la muerte como un osado acompañante. El
hospital ha nombrado a un grupo de médicos para decretar las nuevas medidas,
pero nada puede resolver el sembrar en botellas urbanas su productividad o
quitarles a otros pacientes algún fármaco de diferentes diagnósticos.
Sus cuentas blancas
están oscuras. Los niveles de hemoglobina muestran una mala alimentación, cuyo
desangramiento monetario la deja como un bulto de osamentas tirado en esa cama
manchada por la traición patria. El petróleo sigue descendiendo en cifras
dantescas, impidiendo su movilidad, aunque ya desde antes queda descartada una
posible recuperación.
Se emiten
diagnósticos y sin reservas arguyen de forma destemplada que el año 2015 será
extrañado, ante los malos augurios de tan mortecino paciente. El doctor Ochoa
entra con pasos ceremoniosos a la aciaga sala, mientras la enferma parece
extinguirse entre estertores. Mira su reloj con indulgencia y sentencia que “la
inflación podría llegar este año a ubicarse entre 700 y 900 por ciento”.
La Economía se
encuentra de pronóstico reservado, porque las reservas internacionales se
parecen al poemario “Heraldos Negros” de César Vallejo. Se observa descender
una lágrima por su tumultuoso rostro, mientras sigue entumecida con la
inflación más elevada del planeta, por encima de Sudán y Ucrania.
Cómo recuperarla para
sacarla de su estado agonizante. En los últimos 15 años recibió más de 980 mil
millones de dólares y hoy los anaqueles se encuentran vacíos, mientras los
muelles de los puertos del país permanecen casi paralizados. El año pasado la
canasta alimentaria aumentó más de 443 por ciento, con un burlesco salario
mínimo que no alcanza ni para comprarle caramelos a los niños.
Sus miembros se
hallan adormecidos, sus carnes contraídas y los ojos marchitos, perdiendo la
vida por las invasivas toxinas de la corrupción. Los burócratas del socialismo
no entienden que los subterfugios políticos dejan de convencer, pues son
perentorias las decisiones para lograr sacar a la Economía de su estado de
ruindad y postración.
La temperatura de
Venezuela se aclimata con la fiebre de una dudosa expectativa. No hay dinero
para comprar los silencios, ni sueros ingeniosos del Gobierno para recuperar a
un paciente sentenciado.
José Luis Zambrano
Padauy
jzambranopadauy@yahoo.com
zambranopadauy@hotmail.com
@Joseluis5571
Zulia - Venezuela
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