domingo, 5 de marzo de 2017

ANTONIO PÉREZ ESCLARÍN, “POR SUS FRUTOS LOS CONOCERÉIS”

¿DEPAUPERAR  A PROPÓSITO?

El evangelista Mateo pone en boca de Jesús esas palabras que expresan con claridad que las acciones deben evaluarse por los resultados. 

Resulta increíble cómo en tan poco tiempo las políticas erróneas y la tozudez en mantenerlas han convertido al país más próspero de América en el país más miserable. Después de casi 20 años de una supuesta revolución que iba a gestar una sociedad próspera e igualitaria, y acabaría con los vicios del pasado, Venezuela ostenta tres récords vergonzosos que demuestran el terrible fracaso de dicha revolución: 

Somos el país con mayor inflación en el mundo, inflación que aniquila los repetidos aumentos de sueldos y ha disuelto los ahorros y los beneficios sociales. 

Somos el país más violento donde la delincuencia campea soberana y nos ha robado las calles, los parques, las playas, las escuelas, los hospitales y hasta las iglesias, lo que evidencia la gravísima descomposición social y el imperio de la inmoralidad y de la impunidad.  

En el año pasado más de 28.000 venezolanos fueron asesinados,  cifra muy superior a la de países que están  en guerra o que han sufridos grandes terremotos o tragedias naturales.  

La inseguridad, el hambre y la falta de oportunidades ha forzado a millones de venezolanos a abandonar el país para  probar suerte en otros lugares porque aquí no ven futuro. 

El tercer récord de la ignominia es el de la corrupción que ha robado miles de millones de dólares y ha ocasionado una nueva boliburguesía que exhibe sin vergüenza sus riquezas. 

A mí me resulta de un cinismo hiriente escuchar los fervientes llamados de amor al pueblo de personas que viven por completo de espaldas a su realidad y que disfrutan de todos los beneficios que les permite el acceso al  poder. Ellos ignoran por completo el sufrimiento de las colas o el dolor de no tener qué darles de comer a los hijos, ni sufren por la escasez de medicinas o repuestos… Su ropa, zapatos y bolsos, sus relojes, el avión y vehículos   en que viajan con todo un séquito de guardaespaldas, guardianes,  anillos de seguridad, acompañantes; la posibilidad de ir cuando quieran a cualquier rincón del mundo y hospedarse en los lugares más exclusivos pues para ellos sí hay abundantes dólares baratos,… demuestran la mentira de sus declaraciones de amor al pueblo  y evidencian que no les importan sus sufrimientos, sino seguir disfrutando del poder y de sus beneficios.


Pero tal vez el mayor fracaso de esta revolución es en la economía y en la productividad ignorando  que la soberanía de un país se sustenta en su soberanía alimentaria.  

¿Dónde quedaron los fundos zamoranos, los gallineros verticales, los huertos hidropónicos, la ruta de la empanada, las cooperativas productivas, el trueque? 

¿Qué pasó con las areperas socialistas,  los bicentenarios, los pedevales y mercales? 

¿Cuáles son los resultados de las empresas expropiadas o estatizadas?  

¿En verdad creen que la agricultura urbana,  los huertos escolares o los materos con siembras de pimentón o tomates en los edificios,  van a resolver los problemas de la escasez y el hambre? 

Parecen ignorar que el paso del rentismo a la productividad supone  sobre todo un cambio cultural que debe privilegiar y cultivar valores como el esfuerzo, la responsabilidad, el trabajo, la honestidad,  la puntualidad, el riesgo, la eficiencia, y la capacitación.  

A mi modo de ver, en la raíz de muchos de los  problemas que sufrimos está el que han puesto al frente a personas que  carecen de los conocimientos y la experticia  necesarias para impulsar la productividad. 

¿Por qué no ponen al frente de los motores, que pareciera que no terminan de arrancar,  a personas que han sido exitosas en impulsar la productividad  y saben de eso? 

Antonio Perez Esclarin
pesclarin@gmail.com
@pesclarin
Zulia - Venezuela

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