¿FIN DE UN CICLO?
La MUD ha anunciado su reestructuración como resultado de la crisis que
la atrapó desde el año pasado. Uno de los elementos fundamentales es la salida
de su secretario ejecutivo, Chúo Torrealba, sin que formalmente se sepa por qué
sale de ese cargo: ¿qué no hizo bien? ¿Qué ha debido hacer y no hizo? ¿Fue por
el “diálogo”? ¿Y los que lo acompañaron? ¿Por qué es mejor una secretaría
colectiva que una individual?
Ahora hay tres nuevos secretarios y el coordinador general. Iban a ser
figuras más o menos administrativas y los voceros serían, en forma rotativa,
los jefes de los partidos. Lo cierto es que no se ha cumplido ni una cosa ni
otra. Los nuevos secretarios aparecen con frecuencia en los medios porque son
figuras públicas; y los voceros partidistas hablan en nombre de sus partidos,
pero no de la MUD reloaded.
Además se ha consagrado un reglamento absurdo por antidemocrático: unos
partidos son más iguales que otros, con mayor número de votos que otros, a los
que se estima minoría. En vez de hacer buena la idea de “un ciudadano, un voto”
y “un partido, un voto”, la cosa pasa a ser lo mismo de antes: tres o cuatro
partidos deciden y los demás son… minoría, con el sustento de algunas
encuestas. Por cierto, sin tomar en cuenta que la democracia es el sistema en
el que se impide la tiranía de la mayoría mediante el respeto hasta de la más
ínfima de las minorías.
En fin, la MUD parece haber finalizado su ciclo, con éxitos y derrotas,
como le ocurrió a la Coordinadora Democrática.
El problema de fondo es el de los objetivos. Hay un sector que considera
útil cohabitar con Maduro y su régimen, que utiliza la mampara del “diálogo” y
afirma: O dialogamos o nos matamos. Saben que el régimen solucionó esa
disyuntiva hace rato, pues el gobierno “dialoga” y mata al mismo tiempo.
Existen otros que están en una posición opuesta y son los que querrían que el
régimen terminara ya; a su vez subdivididos en dos: los que no lo ven posible o
aprecian que el esfuerzo para lograrlo es muy empinado, se decantan por unas
elecciones de gobernadores, con la esperanza –sin fundamento conocido– de que
van a tener lugar pronto. Y los otros, que piensan que hay que unir todas las
fuerzas para la salida inmediata del régimen, en el entendido de que si no se procura
este objetivo, las elecciones regionales en las que ganaría la oposición y
hasta el cambio de régimen en 2019 se irían por la alcantarilla.
Estas contradicciones, lejos de ser una tragedia, más bien crean el
ambiente para que surja una verdadera unidad para ponerle fin al régimen.
Carlos Blanco G.
@carlosblancog
www.tiempodepalabra.com
El Nacional
Caracas - Venezuela
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