domingo, 5 de marzo de 2017

SUSANA MORFFE, "VENEZUELA Y SU GUERRA DE HAMBRE"

ENTRE CIELO Y TIERRA

Por ahora no se vislumbra una salida del grotesco y apátrida régimen, convertido hoy en un amasijo de hierro, debido a que su existencia se controla con una inversión de armas que se quedaran oxidadas en el tiempo corto por no tener una causa real para ser utilizadas.

Cuando Hitler invadió a Polonia su ejército fue fácilmente derrotado, según narra la historia, porque el líder estuvo bien apertrechado para dar inicio a  la Segunda Guerra Mundial. Murieron 20% de la población polaca judía. Es un dato que llama la atención.

En Venezuela, pese al almacenamiento de armas, muchas de ellas con origen de chatarras y solo sirven para exhibir poder, pero no uso efectivo, aunque efectiva fue la negociación en dólares pagada por Venezuela a Rusia, lo cierto es que el “armamentismo criollo”  se estima que no pasaría de Guiria si se llega a producir un estallido.

¿Cuántas guerras o ataques fueron anunciadas por el difunto comandante? Ahora Venezuela está en peligro, pero no por un ataque foráneo, sino por un ataque interno, así como aquel del 27 y 28 de febrero de la década pasada. Aquí en nuestro patio se ha desatado una guerra por tantos anuncios lanzados al aire por los mismos seguidores del comandante y los bichitos que hicieron crecer a la luz de grupos urbanos, nombre decente para no herir susceptibilidades por lo que escribo.

La guerra nos ataca por todos los puntos geográficos del país. Estamos acorralados, la población muere, quizás con más porcentaje que en Polonia. Susto, pánico, terror se apodera de la población porque la guerra es silenciosa, las chatarras no suenan como misiles o balas automáticas. Señores y señoras, la guerra ataca al estómago de cada venezolano, nos están matando por hambre y apunta a tu mesa.

Años atrás se hablaba de “balas frías” y esas mismas son las que ocasionan el genocidio de estos aciagos tiempos frenéticos por demás. Debido al oxido que emana de las chatarras acuarteladas en un almacén protegido por soldados de plomo, se han sacado a las calles de nuestro país, bombas que aniquilan a cualquier ser humano que atraviese la raya amarilla en un ensordecedor ruido a su paso: Clap! Clap! Clap!

Ni Trump con sus geniales ideas pudo haber advertido que en Venezuela, hace rato, comenzó la tercera guerra mundial, con solo dejar que la pasta, la arepa  y derivados alimenticios, dejaran de correr por las calles, en una suerte de guerra que no daña el ecosistema, sino los estómagos de sus ciudadanos.

Golpes  certeros, sin meter los pies debajo de una mesa.

Ante tanta mortandad de seres humanos, los hospitales, ambulatorios y las clínicas, no se dan abasto porque no hay medicinas para curar a tanta gente, debido a esta guerra alimenticia que aún no sabemos cuándo acabará. Estamos frente a un exterminio de la raza afrodecendiente, cultivada por el régimen y desnaturalizada desde las vísceras revolucionarias.

No hay elección posible en Venezuela, escoger entre una bala de cañón o una “bala fría”,  así se debate la vida y muerte de su gente.


Susana Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
Nueva Esparta - Venezuela

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