HABLA LA CONCIENCIA
No somos cubanos ni nicaragüenses, tampoco nos arrodillamos frente a
dictadores. Si lo que pretenden -a
través de la incondicionalidad de las
rectoras del Consejo Electoral- es
imponer la práctica del partido único, que es como decir "despachar y quedarse con el
vuelto", que se vayan bajando de esa nube.
La provocación del gobierno pareciera no tener límite, pero el ambiente
excesivamente caldeado se torna cada día más peligroso; la mecha está a punto de hacer explotar el
barril de pólvora: un pueblo sin control pudiera estallar
en su indignación. Todos los
pasos del régimen van encaminados hacia la violencia; el concepto que tienen sobre los avances de
la revolución es mediante el predominio político, el abuso de la fuerza pública
y el control de los poderes.
La explicación es sencilla si nos apoyamos en la experiencia de las
dictaduras cubana y nicaragüense; el método eleccionario está controlado bajo
un solo fin: votar pero no elegir; de
allí los años del castrismo gobernando a Cuba y el poder absoluto de Daniel
Ortega sobre Nicaragua. Los recientes resultados de su cuarta victoria tuvieron
una significación muy especial, además de alzarse con la presidencia también impuso a su mujer
en la vicepresidencia. La diferencia que
pudiera compararse entre Venezuela y esos dos países es que, aún robándonos la
presidencia de manera descarada, obtuvimos
mayor número de votos que el oficialismo, pero si existiera alguna duda sobre lo que aquí
afirmamos, regresemos a la elección de la actual Asamblea Nacional donde el
gobierno recibió una tremenda paliza.
Los asesores políticos del régimen están enredados, tendrán que revisar su equivocada estrategia,
salvo que el propósito sea darle los últimos machetazos a la democracia, por
cuanto obligar a "rajatabla"
la relegitimación de los partidos políticos en el tiempo y las
condiciones que impusieron, es imposible física y matemáticamente. Cuando decimos enredados es porque un
gobierno que se mantiene en pie mediante procedimientos arbitrarios y
rehuyéndole a todo proceso que signifique contarse, no está en capacidad de
imponer ninguna medida que no sea por la fuerza.
Razonemos: quien lleva el timón del barco es precisamente el más inepto
para conducirlo; más del 80 % de
rechazo de la población así lo indica.
Lo que nos queda a los venezolanos es coincidir en el mismo propósito:
la calle sin vuelta atrás.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo - Venezuela
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