UN PERFIL DESEABLE
Me
dispongo a darle apoyo a mi candidato para las próximas elecciones
presidenciales. No conozco la lista de candidatos todavía, ni la fecha prevista
para el evento, pero he decidido cómo lo voy a seleccionar.
Esta
selección representa la existencia de una relación: La relación entre el
ciudadano y la persona que lo va a representar. Toda relación, para que sea
sana y perdurable, conlleva responsabilidades de las partes. En este caso, mi
responsabilidad consiste en tener claro lo que quiero que el candidato haga por
mí—oír al Pueblo y proteger la libertad del individuo y el respeto a los
derechos humanos— y averiguar cuál de los candidatos propuestos tiene las
mejores condiciones personales para cumplirlo.
La
responsabilidad de los candidatos consiste en proporcionar la información que
permita hacerse un juicio sobre lo que se puede esperar de él (o ella). La
información que yo necesito incluye su nombre, su edad, su educación formal, su
experiencia general y la que esté asociada al cargo al que aspira, la manera
cómo se ha ganado el sustento, su estado de salud, saber si ha publicado algún
trabajo y la razón por la cual piensa que su estadía en el cargo de Presidente
puede ser favorable para la población del país. Un documento de 3000 palabras
es suficiente. Leeré, con cuidado, el documento de cada candidato que tenga a
bien escribirlo y hacerlo público.
En
el campo de la psicología política se ha determinado que buena parte de los políticos
pertenece a seis tipos de personalidades: Narcisista, obsesivo-compulsivo,
maquiavélico, autoritario, paranoico y totalitario (1). Los tipos más comunes
son el narcisista y el
obsesivo-compulsivo.
La
mayoría de los políticos tiene algo de narcisismo; ya que éstos se sienten
merecedores del poder para influir o decidir sobre la vida de los demás. Los
narcisistas se reconocen por la búsqueda de admiración y de grandeza, demandan
lealtad, son explotadores, mentirosos muy convincentes y buenos líderes.
Los
políticos obsesivos-compulsivos son muy trabajadores, concienzudos y éticos.
Brillan por sus logros y capacidades, pero no por sus personalidades. Son
excelentes para el diseño de políticas y defensores del estatus. No suelen ser
buenos líderes.
Los
totalitarios son muy raros en la política que envuelva elecciones, se asocian
más bien a regímenes de fuerza y arbitrariedad. Se caracterizan por el culto a
la personalidad y por la creencia en la infalibilidad del líder.
El
primer paso en mi selección es ver, para cada candidato, si publica la
información que requiero. El segundo es verificar si está completa y, el
tercero, es examinar el contenido de sus expresiones públicas previas y
aquellas que hace a lo largo de su campaña electoral.
No
tengo interés en saber su afiliación política o su experiencia partidista, la
ideología a la que dice estar asociado (a), los resultados de las encuestas que
se organizan para determinar popularidad, el dinero que gasta en su campaña,
cuantas personas asisten a sus concentraciones públicas, las personas y
organizaciones que dicen apoyarle, si está alineado con el gobierno o con la
oposición. Lo que me interesa saber es si tiene una trayectoria estable y un
buen comportamiento.
Lo
que definirá mi preferencia y decidirá mi apoyo no es lo que prometa. Ya se
sabe que muchos políticos han adoptado la técnica de prometer lo que ellos
creen que les conseguirá los votos que los lleve a la victoria, sin siquiera
saber el costo y la duración del programa o proyecto de lo que prometen o la
procedencia de los dineros, ni el personal para su ejecución.
Lo
que me interesa es averiguar es si tiene la intención de recabar los deseos
y las necesidades de la población y
utilizarlos como su mandato o guía de acción. Esto incluye la convicción que el
Pueblo es el Soberano, que hay que oírlo y que no hay otro interés más genuino
para un gobierno, que el de propiciar y proteger la libertad del individuo y el
respeto de los derechos humanos. Naturalmente, el haber actuado en esa
dirección es una credencial de peso.
Me
cuidaré de no apoyar a candidatos que pretendan decirle a la ciudadanía que es
lo que le conviene o representar los deseos del Pueblo o que se asocien a una
ideología a la que presentan como adecuada para atender a todas las necesidades
y a todos los deseos de la población. Cada problema requiere de una solución
fundamentada en el conocimiento de la naturaleza del problema, no una solución
que encaje en una ideología en particular.
Entre
candidatos con credenciales similares, me inclinaré por aquel que exprese o
haya expresado apoyar a los gobiernos descentralizados, para la solución de
problemas locales, ya que éstos suelen ser, para muchos asuntos, mejores que el
gobierno central; porque están más cerca de la población, son más sensibles a
ella y pueden recibir información y tomar decisiones con mayor rapidez (2).
Finalmente,
deseo compartir una idea expresada por el Dr. McKinley Johnson (3), que está
entre lo serio y lo jocoso, pero que puede venir al caso: “Puede usted imaginar
a un funcionario recién electo tomar el siguiente juramento antes de recibir el
cargo: ¿Jura usted solemnemente que, si usted no ha llegado aquí para
ayudarnos, por lo menos no nos va a hacer daño?”
Sería
instructivo saber los criterios que utilizan otros votantes para escoger el
candidato (a) para Presidente del país, o para otros cargos. Para comparar
apuntes.
(1) https://www.campaignsandelections.com/campaign-insider/the-6-political-personality-types
(2) Somin, Ilya, 2013, Democracy and
political ignorance: Why smaller government is smarter: Stanford University
Press, 280 p. (existe un documento resumido de 20 p.)
(3) Johnson, McKinley, 2006, Natural
leadership development: Lake Mary, Florida, Creation House, 70 p.
Jean Pasquali
38jcaj@gmail.com
@38jcaj
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario