“El fundamento de la democracia es la fe en la
capacidad de la naturaleza e inteligencia humanas.” John Dewey
Afortunadamente,
dentro del proceso de pérdida generalizada de valores inducida y estimulada
desde la cúpula del poder, los venezolanos en su gran mayoría, conservan
intactos sus principios y valores. A pesar del hambre como consecuencia de la
escasez y el desabastecimiento, producto éstos a su vez de las distorsiones económicas que acaban y
desestimulan a los centros de producción. Por encima del desempleo que
dificulta la vida en el presente, y la corrupción extendida como cáncer que ha
hecho metástasis en el cuerpo social que obscurece el porvenir, muchos
venezolanos seguimos incólumes y confiados en que estamos cerca de contemplar
el luminoso amanecer de un nuevo día que anuncia la libertad.
Me
cuento entre los optimistas que creemos que la recuperación económica del país
podremos lograrla relativamente rápida; para eso no solamente hay propuestas de
políticas económicas de carácter integral, sino que hay grupos calificados de
profesionales y académicos trabajando en un plan de recuperación de la industria
petrolera, el sector agropecuario y la industria transformadora para producir
más, distribuir mejor, generar empleos dignos y remunerar adecuadamente al
capital.
Lo
que requerirá mayor esfuerzo es la recuperación moral del país. A pesar de lo
dicho al inicio, no hay duda que se ha hecho un daño inmenso al espíritu de
sectores vulnerables de la población; el proceso de degradación no sólo ha
permeado en el mundo político sino también en determinadas capas sociales y
familias venezolanas.
La
dirigencia política tiene que someterse a un proceso de renovación. No me
refiero a la sustitución de unos por otros. Todo el liderazgo debe aprender de
las águilas: comenzar un largo y sufrido proceso de renovación o su muerte
política será inevitable. Solo después de ese penoso período de renovación
podrá continuar su vuelo victorioso. Libres del peso del pasado, de costumbres,
tradiciones, y recuerdos; superados los errores e ingratitudes del presente,
con renovada esperanza para luchar junto a los otros por un mundo mejor.
La
población requiere ser educada para la libertad y la democracia. Formar
ciudadanos demócratas. Despertar la inquietud por el destino personal apegado a
los valores individuales, sin desconocer las exigencias armonizadoras con los
valores sociales, entre los cuales, los valores democráticos son esenciales.
Entender lo que ya sentenció Alvin Toffler: “los analfabetas del siglo XXI no
serán los que no puedan leer y escribir, sino quienes no puedan aprender,
desaprender y volver a aprender”. No pensemos que ya nos las sabemos todas. La
democracia debe sustentarse día a día en la libertad plena de la persona
humana.
En
ese sentido también nos hace ser optimistas que existen instituciones
axiológicas por naturaleza que tiene planes para el rescate de la moral
republicana: las iglesias, los centros educativos a distintos niveles y
modalidades, las academias, los medios de comunicación, varias ONGs y
muchísimos voluntarios. La educación es el camino.
Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia - Venezuela
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