Caracas ya no es más el perfecto aliado de Beijing en el Continente.
No data de ayer el distanciamiento que está teniendo lugar entre los dos
países y las razones son múltiples.
Un interesante artículo del Financial Times da cuenta de cómo América
Latina sigue siendo un importante destino para las inversiones chinas, pero las
preferencias del gigante están migrando de unos países hacia otros.
La nueva estrategia de relacionamiento externo de la gran nación
asiática tiene como telón de fondo la caída de los precios del crudo. Este
hecho la ha llevado a decidir que sus inversiones en los países altamente
dependientes de sus ingresos petroleros deberán ser menores y más cautelosas
que en el pasado. Los países petroleros
contarán con menos recursos para acompañar a las inversiones externas que
incursionen en sus territorios. La dinámica económica nacional y la
planificación del futuro se tornarán vulnerables y estarán más sometidos a las
turbulencias de los mercados.
La racionalidad económica aconseja, pues, no arriesgarse con el
otorgamiento de créditos a países cuya capacidad de pago ya está disminuida y
donde los incumplimientos serán lo corriente.
La realidad es que
los principales países de nuestro vecindario que han ejercido atracción sobre
las inversiones de China son aquellos que han gozado de la doble condición de
ser petroleros y de, al mismo tiempo, mantener con Beijing un mayor grado de
sintonía ideológica. Los decibeles más altos se han encontrado en Venezuela,
gran proveedor de crudo del gigante de Asia y, además, un país que exhibe una
inequívoca y apasionada concordancia con los postulados comunistas que aun hoy
imperan en las huestes del PC chino.
Ecuador y Brasil son
otros dos buenos socios del pasado que hoy están bajo la lupa china, por la
pérdida del poder económico que es consecuencia de la debilidad de los precios
petroleros.
Sin embargo, Brasil,
por su talla y presencia en los escenarios económicos mundiales, será quien
tome el puesto vacío que está dejando Venezuela en la atención y preferencia
china.
El caso venezolano
tiene a los chinos con insomnio. Su descalabro económico es de enormes
proporciones y luce irrescatable sin un cambio de timón. Las inversiones de largo
plazo que han sido acometidas con fondos conjuntos, como el ferrocarril de alta
velocidad, están paralizadas por la incapacidad gubernamental de acompañar el
pari-passu financiero de sus socios y por su ineficiencia en el manejo de
proyectos.
Si a ello le
agregamos los temas de corrupción rampante en los negociados del Estado
venezolano que pudieran salpicar a funcionarios de la contraparte china,
encontraremos una explicación adicional al distanciamiento que se estaría
gestando en la ecuación chino –venezolana y que terminará favoreciendo a
terceros.
En los cuatro últimos
años China ha desembolsado a la región
90.000 millones de dólares, una suma
bastante más abultada que la destinada por el Banco Mundial y el BID a
los mismos fines. No hay razón para
pensar que América Latina dejará de ser un importante enclave de alianzas,
pero, por los vientos que soplan, se orientarán más a lo comercial que a la
inversión de riesgo y al aporte de fondos de financiamiento.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda – Venezuela
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