A
lo largo de más de una década y media, el chavismo ha conformado una perversa
estrategia, una suerte de máquina de odiar destinada a enfrentar a los
venezolanos. O sea, el engranaje, donde el individuo pasa a ser tuerca o
tornillo. Donde se decide por los demás, se divide a la población y se usurpa a
la nación. Donde progresivamente se niega el diálogo, la tolerancia y la
democracia. Es la deshumanización de la sociedad, llenándola de rencor y
resentimientos. Lejos de unir, es una perversa estrategia para concentrar y
conservar el poder político, basada en un esfuerzo constante que apunta
profundamente, a dividir y disociar a los venezolanos.
Nicolás
Maduro, en su gestión de gobierno se sirve de esa perversidad para persistir en
la construcción de una épica tan grotesca como fraudulenta, para abrazada a
ella, tratar de justificar el desastre generado, disfrazar la verdad y
disimular con peculiar arrogancia que desde el capricho, la improvisación y la
incompetencia ha hecho añicos la economía nacional, está dejando a nuestro país
en pésimo Estado, con reservas internacionales que siguen cayendo, con una
altísima tasa de inflación inaceptable, con desabastecimiento y escasez de
productos, donde la seguridad personal no existe y la gente reclama; con alto déficit fiscal y una presión fiscal
destructiva; un sector interno y externo deficitario que ha perdido mercados
tradicionales, con un agro asfixiado y destruido, sin acceso a los mercados de
capitales y con tipos de cambios múltiples que ha desarticulado la economía y
afectado gravemente el salario y sueldo de los trabajadores. Todo esto se
evidencia, como cabía de esperar en lamentables niveles de pobreza.
En
su imparable afán por concentrar todo el poder en sus manos, su gestión muy
seriamente ha lastimado a los poderes públicos y a la democracia. La Asamblea
Nacional, es apenas un sello de goma que sirve y actúa a la manera de sumiso
legitimador de los caprichos presidenciales. La justicia por su parte, está
sometida a sus designios y a los intereses de su partido político para
perseguir o castigar a los opositores y lograr la impunidad, quitándole la
independencia al Poder Judicial, desnaturalizando su verdadero papel de lo que
debe hacer según el derecho o la razón. De dar a cada uno lo que le pertenece o
le corresponde.
Es
momento entonces de pensar y de no ahorrar esfuerzos para comenzar a desarmar
la perturbadora maquina de odiar. Pero, para que eso sea una realidad posible,
es necesario e imprescindible acudir el 6 de diciembre al centro de votación y
seleccionar la tarjeta de la Unidad Democrática para elegir a los diputados a
la Asamblea Nacional y, frente al peligro de que se repitan intentos de
maniobras fraudulentas en los comicios es vital estar atentos ante la más
mínima irregularidad. Habrá que estar presente para que cada uno vele por la
transparencia del acto electoral. Muy especialmente, a todos aquellos
ciudadanos a quienes se les ha confiado la delicada tarea de autoridad de mesa.
Sería
saludable que en estas elecciones, junto a los medios de comunicación masivos y
a las redes sociales, se agregara el funcionamiento de plataformas desde donde
cualquier persona pueda monitorear- en tiempo real - el acto comicial y
efectuar denuncias sobre eventuales irregularidades que detecte. Estar atentos
es una manera de cuidar el voto para que el 6D los venezolanos avancemos para
rescatar la democracia y los derechos del pueblo.
Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto
Miranda - Venezuela
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