El 6/12
votaré por la Asamblea Nacional que clama la gran mayoría del pueblo. Como integrante
de la soberanía popular expresaré mi profunda convicción democrática. Votaré
por una Asamblea Nacional que esté en consonancia con los intereses de
Venezuela y no con las pretensiones dictatoriales de un sistema colapsado, que
vive sus momentos de estertores.
Votaré por
un parlamento que sea realmente representativo. Porque es en la Asamblea
Nacional donde aún subsiste la democracia representativa, porque es allí donde la
convivencia de la encomienda electoral, a través de los diputados, se hace
presente con la diversidad política, regional y social. Porque es en la Asamblea
Nacional donde el pueblo quiere escuchar a sus diputados en un intercambio con
altura de opiniones, de debates de los reales problemas que aquejan al país,
con posibilidad de una conciliación abierta. Es decir, votaré no sólo por una
Asamblea Nacional representativa, sino también auténticamente deliberante.
Yo aspiro a
que haya una mayoría calificada mínima de 111 diputados que, según el Artículo
197 constitucional, cumplan sus labores a dedicación exclusiva, en beneficio del
pueblo, mantengan una vinculación permanente con sus electores, atiendan sus
sugerencias y les ofrezcan información continua de su gestión. Yo aspiro a que
haya esa mayoría calificada de diputados que, tal como lo indica el mismo articulado,
rindan cuenta anual de su trabajo a sus representados. Yo aspiro a que haya esa
mayoría calificada de diputados que, según el Artículo 201 ejusdem, no estén
sujetos a los mandatos e instrucciones del Ejecutivo, sino a su convicción
democrática, en la cual el interés supremo sea el bienestar de todos los
habitantes de la República.
Yo votaré
por una Asamblea Nacional que delimite y defina los marcos legales y presupuestarios
de actuación del Gobierno. Votaré por una Asamblea Nacional donde la ley,
expresión jurídica formal de su proceder, sea para regular el orden público, la
seguridad efectiva, la salud integral, el abastecimiento alimentario amplio de
la población, la facilidad para reactivar
la construcción y la infraestructura pública, la educación de calidad, en la
que la Ley de Presupuesto Nacional contenga su mayor proporción para las
escuelas, planteles y universidades, con remuneraciones para su personal acorde
a su noble y elevada misión, tal como lo estatuye el Artículo 104 constitucional.
Votaré por una Asamblea Nacional que sancione leyes para estimular la reactivación
de la producción de bienes y servicios que satisfagan las necesidades del colectivo,
en las que se apoye y se promueva la
iniciativa de la empresa privada, donde
se garantice el libre comercio, la libre industria, el incentivo de puestos de
trabajo. Votaré por una Asamblea Nacional para que se dicten leyes que impulsen
de nuevo la industria petrolera, cuyas rentas sean destinadas profusamente al
beneficio interno de toda la población venezolana. Votaré por una Asamblea Nacional,
con mayoría calificada, que cuide de no delegar sumisamente su función legislativa,
por ley habilitante, a un Poder Ejecutivo que pretende concentrar abusivamente
el poder, contrario al espíritu de la Constitución. Votaré por una Asamblea
Nacional que con su función controlara vigile la marcha administrativa y política
del gobierno, que le exija permanente rendición de cuentas, que establezca las
responsabilidades políticas, y solicite las responsabilidades administrativas y
penales, cuando altos funcionarios del Estado utilizan el erario público en
provecho propio, o para malversarlo o dilapidarlo en regalos a naciones
extranjeras.
En fin, yo
votaré por una Asamblea Nacional que reivindique la expresión crítica de la
ciudadanía, representada en esos diputados que son su votación, obligue al
gobierno a explicar y justificar sus acciones u omisiones y a rectificar cuando
sea necesario. Yo votaré por esa Asamblea Nacional que invoca la gran mayoría
de la soberanía popular.
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado
Tachira - Venezuela
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