Desde cuando Carlos V se encarajinó y prohibió a los
encomenderos esclavizar a sus súbditos aborígenes o amerindios, datan los
fundamentos del paternalismo. El Estado sustituyó al padrecito Rey y desde
tiempos tan remotos los gobiernos latinoamericanos, en mayor o menor medida,
impulsaron el populismo castrador de la creatividad y el progreso. El
castro-comunismo, insigne caza de bobos, potenció el tutelaje y el innato
personalismo de Hugo Chávez Frías, el galáctico eterno de oceánica ignorancia,
lo instauró como política de Estado y embarrancó el país.
El irracional mundo izquierdoso sataniza la disciplina
fiscal y los ajustes recomendados por las instituciones financieras
multilaterales (FMI, Banco Interamericano de Desarrollo y Banco Mundial)
indispensables para el logro del equilibrio macroeconómico que, en el mediano
plazo, robustecería la actividad económica, fortaleciendo la capacidad
adquisitiva familiar al ser derrotada la devastadora inflación que acogota la
población. Y aquí estamos,
desbarrancados sin posibilidad de salir del hueco por esfuerzo propio. Los
camaradas pretenden financiamientos sin condiciones y a ser cancelados “a pito
y flauta”.
Los corruptos que nos desgobiernan planificaron la
quiebra económica junto con la degradación moral de la sociedad. “Rasparán la
olla” antes de escapar. Dejarán una inmensa deuda que, con todo y nuestras
potencialidades más un buen sentido administrativo de la cosa pública, costará
mucho “sudor y lágrimas” cancelarla y salir del pozo séptico en el que nos han
sumergido.
Para emerger del sumidero, amén del coraje para
enterar a la Nación de los sacrificios que tendremos que afrontar, se requiere
acudir -sin complejo filo comunista- a los entes multinacionales para que nos
auxilien. Pero, además, al propio tiempo
es menester y sin remilgos izquierdosos abrir espacios a la inversión
extranjera. Sólo la seguridad jurídica y la represión a la delincuencia común y
a la de cuello rojo, pueden garantizar que el inmenso volumen de capitales
requeridos para la reflotación de la economía se atreva a incursionar por esta
“tierras de gracia”.
Tal posibilidad es negada por el castro-chavismo que
detenta el poder. Negación hipócrita porque recientemente han acudido con la
mano extendida ante el demonizado Fondo Monetario Internacional (FMI) para solicitar auxilio por vía de los
Derechos Especiales de Giro (DEG), a lo cual tenemos derecho por pertenecer a
la institución. Retiraron 450 millones dólares que, por supuesto, deben ser
reintegrados, como deben serlo las cantidades tomadas en empréstitos de
entidades bancarias privadas que no son ladronas sino comerciantes “apretados”.
Como lo hacen las instituciones multilaterales proponen unos intereses y unos
plazos. Si los aceptamos, pasan a ser de obligatorio cumplimiento. De no
hacerlo caemos en default, a las puertas del cual estamos.
Ahora bien, el gobierno aún tiene margen de maniobra.
La República, eventualmente, podría eludir el
default, pero ¿hasta cuándo? Porque no se trata de evadir sino de
cambiar de rumbo y echar las bases para el resurgimiento de una economía
vigorosa.
No existe institución financiera multinacional que
preste dinero sin condiciones. Menos con el estado ruinoso de las instalaciones
de PDVESA más el hundimiento del precio de los hidrocarburos, únicamente China
lo haría. Pero… ¿a qué costo?. Los hijos del imperio más longevo de la tierra
juegan duro. Prestan dinero con intereses leoninos y el 50% de lo acordado lo
entregan en “chécheres”, baratijas que inundan los mercados, y el otro 50% se
destina en comisiones a repartir entre rojos de acá y allá y lo que sobra,
siempre sobrará un poquito, es para echarle algo en una caja exhausta.
¿Qué pueden hacer los revolucionarios del Siglo XXI?
El Fondo Monetario Internacional es el único palo que les queda para ahorcarse.
Así que a tragarse el huero discurso anti-imperialista antes de exclamar:
¡Tanto nadar para ahogarnos en la playa!
German Gil Rico
gergilrico@yahoo.com
@gergilrico
Miranda -
Venezuela
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