El comunismo en Latinoamérica
ha sido un desastre desde que el Che Guevara intentó en su delirio,
el de sembrar a Latinoamérica de “Varios Vietnam”. Lo único que dejó
fueron sus huesos en las montañas bolivianas, producto de la traición de los
comunistas de ese país en concordancia con los Castro en Cuba, quienes lo
siguieron utilizando como imagen publicitaria y cuasi religiosa para sus
intereses.
China criticó la revolución de
Allende y de cómo manejaba la economía, refiriéndose a la redistribución a base
de dinero inorgánico, precios congelados e importaciones. Era el inicio del
populismo producto de los prejuicios y a una visión errada de la justicia
social. Repartir el trabajo de otros para crear el clientelismo de burócratas y
académicos que ya empezaban a medrar en el tesoro público.
Se habla de la CIA y el
Imperialismo contra Allende. Pero lo cierto es que los chinos, rusos y checos
fueron los primeros en dejar Chile. No hay un solo ejemplo en nuestro
continente de avances y progresos concretos, con los sistemas neo-comunistas y
del socialismo populista que hemos padecido.
“Con la fuerza y el fusil se
establece un orden socialista”. Decía Lenin. Rosa de Luxemburgo, le respondió:
“Entiendo y comprendo esas medidas, camarada Lenin, pero no olvide que la
libertad será siempre del que discrepe de mi”. Fue el comienzo del modo de
terror comunista.
Los revolucionarios
latinoamericanos, plagaron de guerrillas a nuestra región con su saldo de
violencia, sangre y miseria. Sobreviven hoy gracias a las alianzas
perversas con el narcotráfico en las selvas de Colombia, en la hipócrita
política de los Castro, en la plataforma inútil del Foro de Sao Paulo y en la
burocracia degenerada de la revolución bolivariana del siglo 21.
"Adhuc Stantes"
Cesar Guillen Citterio
Caracas - Venezuela
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