Todos los estudios de opinión y el diario escuchar al pueblo en la
calle, corroboran el triunfo de la oposición en los comicios del 6 de
diciembre. En ese contexto bien vale la pena hacer una lectura integral del
significado de ese acontecimiento que está por venir; y al contrario de lo que
piensan algunos, el único factor de motivación no es el voto castigo, o el
descontento, la sociedad ha ido construyendo su propia visión de país.
Es obvio, que el voto de la población guarda relación con el colapso económico,
con la inseguridad, la violencia y el crimen, la ineficiencia en la prestación
de los servicios públicos y la corrupción, pero también tiene un peso
importante, el rechazo a la forma de hacer política y a la conducta hegemónica.
Una buena parte de la población hastiada de tanta politiquería, votará contra
la soberbia, contra la mentira, contra quienes se creen guapos y apoyados y en
general contra una manera torcida, prepotente e injusta de administrar el
poder.
En ese sentido, tomo extractos del discurso de Juan Pablo Guanipa,
candidato de la MUD, en el acto de presentación de su propuesta legislativa,
donde exhortó a reivindicar la esencia de la política, como un instrumento para
servir y no para servirse de ella y planteo la necesidad de administrar el
triunfo con humildad, y aunque este preciado valor no se internaliza en las
personas por decreto, si es necesario promoverlo, para que sea asumido como
centro de la conducta de los líderes y más si están en funciones públicas, de
tal forma que se comience a prefigurar junto a la gente, el país que soñamos.
En el mismo orden, ganar la Asamblea Nacional, en medio de esta crisis,
no debe convertirse en oportunidad para la venganza o la revancha, ni para
negarle los derechos al otro, ni ningunear a nadie. El escrito, de hace unos 6
meses, titulado “Nelson Mandela y Pepe Mujica” tenía la intensión de llamar a
la reflexión a la dirigencia política, en torno a estos asuntos. Quien llegue a
esos espacios de poder negando al otro, se niega así mismo; el que triunfa, se
envalentona y cree que tiene el control absoluto, lleva el sello de fracasado
en la frente y el que ocupa una curul y comienza a planificar como hacerse de
los dineros públicos o de mayor poder, pues entonces, recibirá el duro castigo
de la sociedad.
De nada sirve reducir la política a la lucha por la hegemonía y el
control del poder, repetir los mismos métodos del actual régimen nos conduciría
igualmente al fracaso. Ojalá se corrijan algunas fallas observadas en la
campaña electoral, donde se puso de relieve las pugnas por el liderazgo y la
competencia por demostrar quién es más fuerte. Ojalá y se asuma la unidad como
un compromiso y no como un instrumento al que se le saca provecho. No olvidemos
que para la gente, el candidato es la unidad, no es fulano o zutano, o el líder
de uno u otro partido, por tanto el triunfo que se avecina es del país entero y
de la unidad, no de un factor en particular.
Todo lo anterior está en el ambiente electoral, pero más allá de ello,
la gente aspira cambios trascendentes, conectados al objetivo de lograr una
sociedad más justa, un país con calidad de vida, donde funcionen sus
instituciones y donde se satisfagan sus necesidades materiales y espirituales;
ello lleva implícito un desarrollo armónico y soberano y que la democracia, la
participación y la inclusión no se reduzcan a meros discursos. Si la dirigencia
piensa en grande y no en sus intereses particulares, entonces, la ciudadanía
estaría bien representada. El pueblo espera una actitud madura, consecuente y firme
al lado del interés nacional.
Golfredo Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
Zulia - Venezuela
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