Cuando se aproxima una elección, el gobierno sale con la “coba” ¡ahora
sí! Entonces aparece comida, se regalan lavadoras y se lanzan nuevas promesas.
Con su cara dura y con amenazas, Maduro cree que volverá a “engatusar” al
pueblo venezolano.
Anuncia anuncios… que
nunca se cumplen, suben los sueldos, que por no estar acompañados de otras
medidas para regularla, profundizan la inflación, que mata de hambre al
venezolano.
Reciclan las mismas
historias, la culpa es de Uribe, del imperio, de paramilitares, de la guerra
económica… siempre “echándole el muerto” a otros… sin que jamás presenten
pruebas. El pueblo siente el despropósito, un vacío en las palabras… como un
eco.
Los corruptos del
régimen recitan la lección, por aquello de que una mentira repetida termina por
ser creíble, comprendemos que no quieren perder sus privilegios ni sus fortunas
mal habidas. Por eso mienten descaradamente, las declaraciones del infeliz
diputado oficialista, presidente de la Comisión de Desarrollo Social de la
Asamblea Nacional, son escandalosas: “Ahora el reto es convertir a Venezuela en
una pequeña gran potencia”, debe considerar estúpido al venezolano para pensar que
le creemos.
Indigna escucharlos
repetir las mismas sandeces, fabricando enemigos invisibles, cuando todos
sabemos que es la incapacidad de Maduro y sus ministros, la causa de nuestra
tragedia.
Mentiroso, inútil,
vendido, corrupto, son algunos de los epítetos que se pronuncian y otros que la
decencia no permite publicar. No es para menos, que decir cuando escuchas
declarar con la mayor desfachatez: “Vamos al proceso de industrialización.
Vamos a cambiar de verdad la dependencia desde el punto de vista petrolero.
Vamos a convertir a Venezuela en un país multi-productor, diversificando la
economía”.
Pero ni una palabra
para explicar dónde están los millones de dólares que han entrado al país,
ninguna aclaratoria del por qué no producen las empresas confiscada por el
gobierno. Un silencio oculta las noticias sobre los millones de dólares en
empresas de maletín de chavistas y enchufados, ni tampoco una frase para
denunciar el dinero robado a la nación y depositado en Suiza, Andorra, China,
Argentina o Rusia.
Especialistas en
“escurrir el bulto” se limitan a dar cínicas declaraciones, como Rafael Ramírez
quien considera una “infamia” la investigación de EEUU por corrupción,
manipulando argumentos donde afirma, que las denuncias que lo señalan como
autor de presuntas operaciones irregulares de la estatal Petróleos de Venezuela
son contra el pueblo, “pueblo” debe ser la clave con que entra a su cuenta
bancaria, la que sin lugar a dudas rellenó con dineros nuestros.
Lamentablemente para
él, los argumentos que utiliza en la prensa oficialista venezolana, no inciden
en el resultado de las investigaciones que adelantan los fiscales federales.
La defensa de los
representantes del régimen es tan pobre, que se sienten obligados a terminar
sus frases con un lacónico ¡Viva Chávez! Patética muletilla ante la falta de
argumentos racionales.
El presidente difunto
personificaba impúdicamente esa conducta, en sus campañas publicitarias mentía
sin recato, burlándose de los ciudadanos, en el 2006 prometió que se bañaría en
el río Guaire, junto a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, mientras
preparaban un sancocho.
Dejó de hablar de
eso, sin hacer un solo señalamiento sobre los 14 millardos de dólares asignados
a la obra, ni se refirió más a las plantas de tratamiento que debía comprar
Jacqueline Farías, para ese entonces ministra del Ambiente. La misma que hoy
considera que las interminables colas que hace el pueblo “son sabrosas”.
Así se han sucedido
año tras año las mentiras… 16 largos años donde desaparecieron millones de
dólares del presupuesto nacional. Donde la promesa de independencia alimentaria
se resumió a la ruina de las empresas productoras venezolanas y a miles de
toneladas de comida podrida encontradas en los conteiners de Pdval.
El chavismo fue el
reino de lo falso y el ridículo: la fábrica de pañales Guayuco, el gasoducto a
Argentina, la planta de rieles que abastecería el Plan Ferroviario Nacional,
los centrales azucareros construidos por Cuba, la ruta de la empanada, los
gallineros verticales, las plantas de cemento construidas por iraníes…
La gente está cansada
del engaño, harta de revolucionarios que fingen serlo, que irrespetan las leyes
con el solo objetivo de enriquecerse. ¡Mentirosos! Comienza a gritar el pueblo,
quien hace suyo el proverbio chino: La primera vez que me engañes la culpa será
tuya, la segunda, será mía.
Maduro es un hombre
incierto, con resabios, peor que “billete falso”. Pierde el afecto del pueblo y
no puede hacer nada para impedirlo, su tragedia es que sus palabras no se
ajustan a la verdad y se le nota.
Quiere estafarnos de
nuevo, es como un el falso techo que se colocó para ocultar las goteras al
comprador, hasta que un día la humedad hace que se desplome. En su caída
arrastra con la estabilidad de la familia, los deja sin cobijo y pasando
necesidades… esa familia formada por pobres, por ciudadanos abandonados,
estudiantes humillados… se llama Venezuela.
Queremos salir de
este régimen que ha desmantelado PDVSA, que no supo mantener el sistema
eléctrico y gracias a ello vivimos con cortes de luz y también de agua. Con
responsables que vociferan que le ganaran una virtual guerra al Imperio y no
lograron arrestar ni a la iguana, que responsabilizaron de las fallas
eléctricas.
Gracias a ellos,
somos un país de carreteras y autopistas intransitables, el de los puentes
caídos, el de la moneda fuerte que se convirtió en microscópica. Un país sin
harina, sin leche, sin azúcar, sin café, sin aceite, sin medicinas, sin
repuestos, sin papel higiénico.
Un país donde Maduro
pretende ocultar la escasez con mentiras, con la misma “inteligencia” de aquel
que intenta limpiar una mancha, haciéndole un hueco a la tela. Nos dejaron la
Patria arruinada, luego de financiar las economías de Bolivia, Nicaragua, Cuba,
y hasta el ilógico pago de la deuda Argentina.
Donde los venezolanos
sufren el viacrucis de hospitales sin recursos, mientras ellos viajan para
tratarse en hospitales internacionales. Sufrimos de muchas cosas pero la peor
fue la traición, dejaron en manos castristas, puertos, notarias y los sistemas
de identificación y defensa.
Los bolivarianos
convirtieron Venezuela en una tierra sin ley, sin respeto a la libertad, sin
democracia, sin derechos humanos. Donde la luisas, las tibisays, jueces,
fiscales, defensores, ministros y militares, son una banda de corruptos
tarifados por el Ejecutivo Nacional.
Pero en el terreno de
la palpitante actualidad, suena la hora de la revancha, no la revancha del odio
sino aquella que actúa en positivo… la que recupera la libertad de expresión,
la que devuelve la honra de los inocentes, la que no acepta la mentira, la que
brinda nuevas oportunidades.
La que rechaza
definitivamente los “ahora sí” o los arrepentimientos tardíos, de las ratas que
abandonan el barco cuando se está hundiendo.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
Venezuela Futura
Francia
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