Este
mes se cumple el primer aniversario de la reconciliación unilateral del
presidente Barack Obama con Cuba. Luego del anuncio del 17 de diciembre de
2014, el gobierno de Estados Unidos actuó inmediatamente para relajar las
restricciones a los viajes de estadounidenses a la isla y, en consecuencia,
impulsar los ingresos de los dueños de su industria turística: las fuerzas
armadas cubanas.
En
mayo, Washington eliminó a Cuba de la lista de países que patrocinan el
terrorismo, a pesar de que el dictador Raúl Castro acoge a conocidos
terroristas, incluida la fugitiva estadounidense Joanne Chesimard, ex miembro
del desaparecido Ejército de Liberación Negro y asesina convicta de policías.
EE.UU.
reabrió en agosto una embajada en La Habana y la semana pasada anunció un
acuerdo bilateral para restablecer vuelos directos entre los dos países.
Los
disidentes cubanos han sido duramente golpeados. Días después de que se
anunciara la nueva política estadounidense, Danilo Maldonado, el artista cubano
conocido como El Sexto, fue detenido por burlarse de los Castro. Pasó 10 meses
en la cárcel y Amnistía Internacional lo calificó como prisionero de
conciencia.
La
Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, con sede en La
Habana, documentó 7.686 arrestos políticos en 2015 hasta el 30 de noviembre.
Ese día, Maldonado resumió el impacto de la distensión promovida por Obama: “No
hay unos cambios positivos en nada. EE.UU. ha cedido demasiado en las
conversaciones de normalización, y eso ha permitido que Cuba continúe su
represión”.
Zeid
Ra’ad Al Hussein, el alto comisionado de la Organización de Naciones Unidas
para los derechos humanos, hace eco de esto. “Me sorprendió particularmente que
un número de personas, incluyendo miembros de las Damas de Blanco, fueran
arrestadas el Día de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre”, dijo la semana
pasada. “Esto muestra un desdén extraordinario por la importancia de los
derechos humanos de parte de las autoridades cubanas”.
Cuba
aprobó en 2014 una nueva ley de inversión extranjera para impulsar el ingreso
de capitales. No obstante, el gobierno retuvo el poder de confiscar activos
para fines “públicos” o “sociales” y se ha ganado una reputación por encarcelar
arbitrariamente a empresarios extranjeros. En la edición de finales de año de
la publicación especializada World Affairs, José Azel, académico sénior del
Instituto de Estudios Cubanos y Cubano-Estadounidenses de la Universidad de
Miami, señaló que, a pesar del “lenguaje apabullante” de la ley de inversión,
“más de un año después apenas un puñado de inversiones han sido aprobadas”.
Tal
vez los capitalistas no sean tan importantes cuando Rusia se muere de las ganas
por regresar a Cuba en grande. En 2014, el presidente ruso, Vladimir Putin,
condonó US$32.000 millones que Cuba debía a la antigua Unión Soviética. Luego
convirtió el saldo de US$3.500 millones adeudados a Moscú en una línea de
crédito para energía y proyectos industriales en la isla.
A
cambio, entre otras cosas, el Kremlin puede usar a Cuba para instalar una
estación de apoyo para el sistema satelital de navegación global de Rusia
(Glonass), un rival del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) de EE.UU. En
una publicación del 17 de noviembre en el sitio web del Proyecto Sobre la
Transición en Cuba de la Universidad de Miami, el investigador adjunto Hans de
Salas-del Valle observó que “la instalación de una instalación de señales en
Cuba forma parte de una estrategia más amplia para integrar a Cuba en el
programa espacial de Rusia”. El investigador añadió que “Moscú ha expresado
públicamente interés en establecer una plataforma de lanzamiento de satélites
en Cuba”.
Obama
está de acuerdo con Raúl Castro en que EE.UU. debe levantar el embargo
económico. Sin embargo, Cuba ya puede comprar alimentos y medicamentos de
EE.UU. y, desde el punto de vista práctico, hay pocos límites al viaje de
estadounidenses a la isla, aunque sean presentados como “intercambios
culturales”. Lo que queda del embargo es una prohibición al acceso al crédito
bancario y reclamos legales de casi US$8.000 millones en propiedades robadas
por la revolución.
Los
Castro tienen una solución para este último punto. Aseguran que el embargo le
ha costado a Cuba más de US$100.000 millones desde 1959, así que en realidad
EE.UU. le debe dinero.
Esto
es irrisorio. Lo que no es tan divertido es la deuda de Cuba. Incluso después
de la rebaja de Rusia, La Habana aún le debe al resto del mundo, excluyendo
EE.UU., unos US$85.000 millones. Los países no están haciendo fila para
prestarle más dinero. Los Castro necesitan una nueva víctima y ahí es donde
aparece Obama.
La
economía cubana, que depende en gran medida del petróleo de Venezuela y la
asistencia de China, es incapaz de sostener la nación. Según De Salas-del
Valle, “la suposición de que la interacción económica con el régimen Castro
salvará a EE.UU. de una crisis de inmigración a lo largo del estrecho de la
Florida parecer ser la motivación subyacente, si bien tácita, para el cortejo
sin precedentes de la Casa Blanca a Raúl Castro”. De ser así, es un error de
cálculo enorme. La política ha envalentonado al dictador.
Cerca
de 4.000 cubanos que trataban de llegar a EE.UU. están atrapados en Costa Rica
porque el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, un amigo de los Castro, no
les permite su avance hacia el norte. Es cierto que están huyendo de la
tiranía, pero no habrían podido llegar hasta allí sin, al menos, la aprobación
tácita del régimen castrista.
Estos
refugiados están siendo usados como peones de los Castro para crear una crisis
humanitaria y presionar a EE.UU. para que conceda créditos y ayuda
multilateral. La Habana está apostando a que Obama responderá.
Mary
Anastasia O'Grady
O'Grady@wsj.com
@MaryAnastasiaOG
Estados
Unidos
Enviado
a nuestros correos por
Alfredo
Cepero
alfredocepero@bellsouth.net
@AlfredoCepero
Director
de www.lanuevanacion.com
Estados
Unidos
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