El lunes 30 de noviembre, cuando estábamos a 6 días
de las elecciones parlamentarias, titulé mi artículo semanal “6D Nueva
Independencia”, porque además de llamar a votar en avalancha para dejar claro
el sentimiento de cambio manifiesto en el País, estaba convencido de que
nuestro pueblo, a pesar de la tardanza, después de 17 años había despertado del
largo letargo, en que se había visto envuelto, gracias al sedante que comenzó
en 1998 con la propuesta constituyente de Hugo Chávez, prosiguió con la llamada
revolución bolivariana, el socialismo del siglo 21 y todo este disparate convertido en accidente histórico, que
durante más de tres lustros ha venido avanzando en un perverso proceso de
destrucción institucional, ético, moral, político, económico y social, al punto
de habernos situado, como uno de los países que encabeza las estadísticas e
índices, en materia de corrupción, inseguridad, narcotráfico,
desabastecimiento, escasez, alto costo de la vida e ineptitud gubernamental.
El 6D convertido en hecho histórico, viene a
significar la primera zancada de nuestra sociedad, hacia el reencuentro con la
democracia, las libertades y la convivencia entre todos los venezolanos, porque
la señal y el mandato de los electores es inequívocamente claro, en cuanto al
modelo de gobierno y de sociedad que aspiramos la gran mayoría de nuestros
compatriotas; esa cita comicial marcó el rumbo a seguir, porque siete millones
ochocientos mil ciudadanos, sorteando todo tipo de obstáculos, ventajismos,
abuso de poder y perversidades del régimen, fuimos capaces de salir sin miedo y
a todo riesgo a votar, para decretar la NUEVA INDEPENDENCIA, al entregarle el
mandato a 112 nuevos diputados, convertidos en representantes nuestros, para a
partir del 5 de enero del próximo año, iniciar la gran cruzada del rescate del
País, esa holgada y calificada mayoría legislativa, tiene el compromiso y la
responsabilidad de instalarse, conformar la nueva directiva de la Asamblea
Nacional, aprobar el nuevo reglamento interior y de debates, nombrar las
directivas de las 15 comisiones permanentes y de manera casi que simultanea,
comenzar por aprobar la Ley de Amnistía, símbolo y emblema de nuestra campaña
electoral, para ordenar la inmediata liberación de los presos políticos y el
vuelvan caras de los miles de conciudadanos que se encuentran en el exilio,
producto de la inclemente persecución y acoso al cual han sido sometidos, por
la mal llamada revolución bolivariana. Algunos compatriotas, personalmente o a
través de algunos programas de opinión a los que he sido invitado me preguntan,
que pasaría si el Presidente Maduro se niega a promulgar y acatar esa Ley de
Amnistía y sin temor a equívocos les he dicho, que si eso ocurriere, la
directiva en pleno de la AN, está facultada por la Constitución para
promulgarla y de negarse a hacerla cumplir, entonces tanto él, como los
funcionarios que lo secunden, se pondrían al margen de la Constitución y los
ciudadanos, revestidos de poder o no, estamos obligados a restituirla, tal como
lo expresa nuestra carta fundamental. Esa máxima constitucional, es aplicable
para todas las decisiones del poder legislativo nacional, porque él significa
la representación de la voluntad soberana de nuestro pueblo y de él depende el
nombramiento y la designación del resto de los poderes públicos, electoral,
moral y judicial y mal podrían unos diputados salientes, con el sol en la
espalda, reprobados y deslegitimados por la soberanía popular, jugar una
posición adelantada, designando magistrados, rectores o altos funcionarios,
porque estos serían objeto de la inmediata revisión de la nueva representación
parlamentaria que se instala el próximo 5 de enero de 2016.
Pedro Segundo Blanco
petersecond1@hotmail.com
@pedrosegundoABP
Sucre - Venezuela
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