La
conducta institucional asumida por la Fuerza Armada Nacional, durante las
elecciones del 6 de diciembre, produjo una gran satisfacción en la opinión
pública. Durante todo ese día surgieron rumores de que no se reconocería el
triunfo de la oposición. El abuso de poder ejercido al facilitar la presencia
en todos los canales de televisión de candidatos del oficialismo, sin que
tuvieran la misma posibilidad los
candidatos de la oposición, ratificaba
esa percepción. En medio de la creciente tensión existente, en horas de la
tarde, el general Vladimir Padrino
López, ministro de la Defensa, dio una terminante declaración, acompañado de su
Estado Mayor, la cual permitió a los
venezolanos intuir que en el Mando de la
Institución Armada había ocurrido una profunda revisión de su actuación que obligaba a todos sus miembros a corregir
equivocadas posiciones anteriores, violatorias del artículo 328 de la
Constitución Nacional, y que no se constituirían en instrumento para apoyar un
desconocimiento de la voluntad popular.
Venezuela
va a enfrentar circunstancias muy
complejas y delicadas. La absurda posición asumida por Nicolás Maduro y otros
altos representantes del oficialismo así
lo muestra. En lugar de realizar los esfuerzos necesarios para crear un diálogo con la nueva mayoría
parlamentaria, que le permitiría construir un importante consenso
político, para poder enfrentar, con alguna posibilidad de éxito,
la grave crisis económica y social que vive nuestro pueblo, se ha dedicado a
plantear un enfrentamiento entre los poderes
que sólo puede conducir a mayores y más graves calamidades para nuestro
pueblo. Esta nueva realidad política debe ser objeto de una profunda reflexión para los cuadros
activos de la Fuerza Armada Nacional. Lo primero que se debe reconocer es que
en la Asamblea Nacional radica la legítima y soberana voluntad popular. Otro
aspecto de suma importancia a considerar es que el Tribunal Supremo de
Justicia, que debería ser el fiel de la balanza, ha sido indebidamente
Es
difícil predecir cómo se van a desarrollar los acontecimientos políticos en los
próximos meses. De todas maneras, unas recientes declaraciones de Diosdado
Cabello muestran el camino: dividir
nuestra sociedad mediante la vieja tesis de la lucha de clases. Es
decir, la Asamblea Nacional representa a
la oligarquía y el gobierno al pueblo, desconociendo que esta derrota es la
consecuencia de haber perdido el chavismo su ascendiente en amplios sectores
populares, en los cuales la oposición triunfó arrolladoramente. La autocrítica
que se proponen realizar los sectores maduristas, en un próximo congreso del
PSUV, tendría que responder a las tantas
preguntas que se hacen los venezolanos, que no se explican cómo un país que
tuvo, por más de diez años, los más elevados
ingresos petroleros de nuestra historia se encuentre en el actual estado
de pobreza, sin poder satisfacer sus necesidades fundamentales, en medio de una deuda pública que supera los
250.000 millones de dólares con sólo 14.000 millones de dólares de reservas
internacionales
También
es necesario que la Fuerza Armada Nacional reconozca sus errores ante nuestro
pueblo. No se puede justificar que se haya permitido durante los gobiernos
chavistas la utilización de algunos de sus miembros en actividades partidistas,
ignorando que nuestra Institución está al servicio exclusivo de la Nación y no de una parcialidad política
determinada. Esta equivocada visión institucional ha conducido
a la utilización indiscriminada, en funciones administrativas propias
del sector civil, a numerosos profesionales militares, abandonando sus
funciones específicas. Justamente, esa desviación permitió que en Venezuela
surgieran numerosas organizaciones subversivas y criminales, comprometiendo
gravemente la soberanía nacional y la seguridad ciudadana. Tampoco se puede
entender que en las últimas elecciones regionales se haya concedido, como si
fuera una cuota obligatoria, la mitad de las gobernaciones de estado a
numerosos oficiales retirados para mostrar de esa manera la existencia de una
supuesta “unidad cívico militar”.
El
destino de Venezuela exige de todos sus ciudadanos, en un momento tan delicado
de nuestra historia, el permanente respeto de los principios fundamentales que
rigen la vida política de la Nación
establecidos en la Constitución
de 1999 en sus artículos 2 y 6: “Venezuela se constituye en un Estado
democrático y social de Derecho y de
Justicia que propugna como valores
superiores la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social y
en general la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo
político”; “El gobierno de la República de Venezuela es y será siempre
democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable
pluralista y de mandato revocable”
Ustedes, miembros activos de la Fuerza Armada Nacional, tienen como
deber fundamental: acatar estos principios y rechazar cualquier otra visión
ideológica, sea revolucionaria o no, que
pretenda desconocerlos. Ustedes, también deben saber que la única manera
posible de modificar esos principios es convocando a una Asamblea Nacional
Constituyente que discuta y sancione una nueva Constitución Nacional, la cual
debe ser aprobada por el voto mayoritario de los venezolanos.
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
Caracas - Venezuela
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